banner edicion impresa

Opinión Editorial


Violentómetro


Publicación:08-11-2021
version androidversion iphone

++--

Estamos en el mes de noviembre, el úndecimo del año; casi, casi, la recta final de este 2021.

Estamos en el mes de noviembre, el úndecimo del año; casi, casi, la recta final de este 2021 y es el denominado Mes Naranja, cuando se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, fecha instituida por las Naciones Unidas en el año 2000.

Una fecha, pues, bastante “joven” y sí, sé que todos los años sacamos a relucir toda la numeralia, visibilizamos la lucha para defender a mujeres, ancianas, niñas, más allá de toda condición social, de credo o de color.

Los anales de la historia están llenos de no pocas mujeres que han luchado por su identidad, por ser lo que desean y no seguir cánones pre establecidos por la sociedad; mujeres visionarias para su época y por lo mismo, poco comprendidas.

Algunas de ellas sí fueron violentadas en lo físico, pero muchas más fueron violentadas al ignorarlas, al desconocer su valor y su papel.

Asumo que muchos conocemos el denominado violentómetro, herramienta que permite identificar los grados de violencia que existen y en base a ello tratar de detectar a tiempo en qué nivel se encuentra una persona para reaccionar o actuar; va del 1 al 30 comenzando por bromas hirientes, va subiendo de tono hasta llegar al nivel máximo, que es la muerte.

El Instituto Politécnico Nacional creó un violentómetro laboral, que va midiendo desde “inocentes” inequidades en espacios laborales, burlas y sobrenombres hasta el forzar a una relación sexual.

¿Se ha identificado con alguno de estos? Me gustaría creer que no.

En un mundo donde una de cada tres mujeres sufre violencia, ya  podemos ir imaginando la dificultad que ha representado para muchas de ellas permanecer confinadas en casa con sus agresores, debido al Covid-19; es así que paralelamente al coronavirus, hay otra pandemia a la sombra, y es la de la violencia hacia las mujeres y las niñas.

Presionados por una sociedad cada vez más exigente, los diferentes niveles de autoridad han legislado y han actuado estableciendo protocolos para prevenir la violencia, pero usted y yo sabemos que el camino aún es largo por andar porque, de nuevo la llevada y traída numeralia, nos da cuenta de la cantidad de mujeres que han pagado con su vida, el simple hecho de ser mujer.

Como dice la actriz australiana Nicole Kidman, en su calidad de embajadora de buena voluntad de ONU Mujeres, el problema de violencia contra la mujer tiene solución empezando por un adecuado  marco legal para la protección y defensa de las mujeres.

Ello además de solventar recursos para refugios donde las mujeres violentadas puedan estar tranquilas y seguras, pero también el difundir esas acciones para que estas mujeres sepan qué hacer, hacia dónde dirigirse y que sepan que no están solas.

Es todo un círculo virtuoso que comienza en casa promoviendo valores que incluyan el respeto, la equidad y donde se reconozca y valore a la mujer; le sigue en ambientes laborales adecuados donde los cargos de grandes tomas de decisiones se distribuyan de manera equitativa.

Sería al menos un buen comienzo que vaya permeando poco a poco. Quizá aún suene idealista, pero no es imposible,

Después de todo el mundo mismo está cambiando.




« El Porvenir »