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Opinión Editorial


Reminiscencias del #8M


Publicación:13-03-2023
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Hay tanto por decir antes, durante y después del #8M. No sólo lo que vi en posteos personales.

Hay tanto por decir antes, durante y después del #8M. No sólo lo que vi en posteos personales, si no en notas mediáticas que generaron un sinfín de reacciones; por supuesto, el #8M fue tendencia en redes y conforme avanzan los años, esta marcha nacional se hace más fuerte en número y en reclamos.

Comparto con todas las mexicanas, que somos mayoría en este país, que no importa cuánto nos quieran hacer creer que hay un genuino interés institucional por erradicar la violencia de género, lo cierto es que hay indiferencia, desatención. Tibios intentos para justificar un presupuesto destinado a tal fin.

El Instituto Belisario Domínguez (IBD) del Senado, en su estudio "Feminicidios y homicidios intencionales de niñas y adolescentes en México", arroja que de 2015 a 2022 se registraron en todo el país, en promedio, 3 mil 876 asesinatos anuales, entre feminicidios y homicidios intencionales, en contra de niñas y mujeres, para un total de 27 mil 133.

En ese lapso, sólo se abrieron 670 carpetas de investigación de feminicidios de niñas y adolescentes menores de 18 años.

El estudio, que replica datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, desglosa que las mujeres fueron asesinadas con gran crueldad y con la intención de prolongar el dolor ya sea con golpes, estrangulamientos, asfixia y envenenamiento, por decir lo menos.

No soy partidaria de la violencia y vandalismo durante las marchas, pero entiendo la rabia acumulada en cada doliente cuando se enfrenta a una realidad en que la autoridad no garantiza la seguridad para las mujeres y para los mexicanos en general.

Entiendo su ira cuando a fuerza de la insistencia familiar acuden a denunciar, sólo para toparse con servidores públicos mal encarados que con un machismo enraizado las tratan como si fueran delincuentes y con un tortuguismo que harta.

El #8M y el movimiento denominado un Día Sin Mujeres comenzó en 2017 a nivel mundial en que participó medio centenar de países para promover los derechos de la mujer; fue tres años después, en 2020, cuando México hizo eco de este fenómeno con un Paro Nacional, conocido también como Día Sin Nosotras.

He leído y visto en redes testimonios realmente conmovedores y otros muy crudos de situaciones vividas por mujeres abusadas, atacadas; otros desgarradores de hermanas, madres e hijas que siguen buscando a María, a Juanita, a Mercedes. La lista es interminable. Y no es porque “hayan huido de casa con los novios”.

Y sí, acuden a las marchas a gritar, a intentar ser escuchadas, aunque a los gobernantes sólo se preocupe el grafiti, la basura o los desmanes que se puedan generar.

También he leído desafortunadas opiniones en el sentido de que en México no tenemos los cuadros patriarcales que se viven bajo el Islam, pero eso, créanlo, para nada es un consuelo.

Qué bien por el estado de Baja California Sur, que, de acuerdo al estudio del Senado, del 2015 al 2022 reportó CERO feminicidios y un aplauso para Yucatán, que en el mismo lapso no tuvo un solo caso de homicidios intencionales de niñas y adolescentes.

Y podemos hablar de feminicidios, violencia familiar, pero también debemos hablar de mejores oportunidades que merecemos las mujeres sin tener que sacrificar a seres queridos. Como es de notar, en el apoyo y empoderamiento de la mujer aún falta muchísimo por hacer.

Está bien que, como dice Shakira, las mujeres facturan, pero los diferentes niveles de autoridad no pueden hacer oídos sordos, ni deben dejar solas a las mujeres que claman y clamamos por un México más justo.




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