Chile es un país sudamericano que se ubica en la parte extrema sur del Continente; es una franja altamente sísmica y cuenta con la segunda mayor y activa cadena volcánica del planeta, con una población ligeramente superior a los 17 millones de habitantes y una extensión territorial de 756 mil kilómetros cuadrados.

Hoy, esta nación vive una severa crisis debido a una ola de 200 incendios forestales que han dejado más de una veintena de muertos y 200 heridos, siniestros que han sido provocados por las altas temperaturas y una sequía que, de acuerdo con fuentes noticiosas, lleva 13 años.

Las altas temperaturas y el calor, no son exclusivas de Chile; en años recientes, a fines del 2019 y durante el 2020, Australia fue víctima de siniestros parecidos en un fenómeno que se bautizó como “Verano negro”.

En esta nación el termómetro alcanzó los 50 grados centígrados;  escenas de bomberos cansados y que, en medio de todo, se las ingeniaron para rescatar koalas, le dieron la vuelta al mundo.

Más cerca, tuvimos noción de los incendios que acabaron con miles de hectáreas de bosques en el estado norteamericano de California, siendo los más “recientes”, en septiembre del 2022. Se le denominó “mosquito fire”, pero a la larga fueron más de 4 mil hectáreas consumidas por las llamas.

En 2022 también las llamas afectaron a gran parte de los bosques de naciones europeas y según los reportes del Sistema Europeo de Información Sobre Incendios Forestales (Effis), representaron 659 mil 289 hectáreas afectadas, algo así como la quinta parte de la superficie de Bélgica.

Todo se va transformando en cifras récord y en todos los escenarios, sigue siendo el calor y la sequía, los que “favorecen” tan devastador escenario.

Son bosques y una gran variedad de flora y fauna se ve afectada, sin mencionar gravísimo impacto sobre el medio ambiente.

No necesito decírselo, usted y yo sabemos que Nuevo León, guardada toda proporción, vive una sequía que impacta en la cantidad de agua, pero también se sufre en las sierras, susceptibles a los incendios forestales.

Recién, el gobierno de Nuevo León decretó la veda de fuego para zonas boscosas, lo cual busca detener o evitar nuevos incendios.

Así que nada de quemas agrícolas, fogatas para la recreación y preparación de alimentos y nada de quemar basura.

Con el fenómeno de “La Niña” que mantiene sedientas a estas tierras, considero que es una atinada decisión del Ejecutivo; quizá lo complicado venga después, es decir, lograr que los involucrados acaten la medida.

Aplaudible decisión. Ahora viene, como sucedió con las disposiciones de ahorro del agua, emprender campañas suficientes para que no quede a discreción de algún despistado, que “no se enteró”.

En Chile, el gobierno del presidente Gabriel Boric se ha visto en la necesidad de pedir ayuda internacional porque pareciera que el país entero está en llamas; nosotros, como Estado, no debemos esperar a un panorama de tal magnitud; la veda es un buen paso.

No debemos dejar todo a las autoridad ni a los elementos de Protección Civil que se la “rifan” con cada nuevo incidente; nosotros también podemos poner de nuestra parte acatando la veda, cuidando los bosques que son de todos y que así como a todos benefician, a todos nos afectará carecer de ellos.