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Opinión Editorial


Tarifazo


Publicación:01-07-2022
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El plan de restructuración del transporte urbano, tan prometido por el gobernador Samuel García, desde su campaña, nomás no funciona

¿Cuál es la diferencia entre el gobierno cacofónico del Nuevo Nuevo León y gobiernos anteriores? Ninguna. No sólo porque el gobierno y su aparato administrativo estén infestados por supuestos servidores públicos de gobiernos anteriores, en el de Jaime Rodríguez Calderón y Rodrigo Medina, sino porque los métodos y procedimientos utilizados en diferentes decisiones y programas son los mismos. No hay ninguna diferencia. No hay novedad. 

Y eso se comprueba con el aumento a la tarifa del transporte urbano que si bien fue aprobada, no se ha hecho oficial. Pero ante la cuadratura redonda, los transportistas, los mal llamados empresarios del transporte, infligiendo la ley aumentaron el pasaje de doce a quince pesos. Por sus pistolas. O con la complacencia del ojo cerrado de las principales autoridades del ramo. Que así ha sido casi siempre. 

Si la tarifa no aumentó en el sexenio de Jaime Rodríguez (una de sus cosas buenas) y las rutas y unidades, si bien recortadas, siguieron funcionando, entonces no hay necesidad de aumento. Pero hay un funcionario, supuestamente experto en transporte, un tal Moisés López, que cobra en el Consejo de Transporte, pero que sirve a la Canaco y Caintra, que no sólo plantea sino exige el aumento a la tarifa del transporte. Un tránsfuga de la pobreza y las etnias indígenas se convierte en déspota de los pobres.   

O sea que el gobernador Samuel García está rodeado de personajes siniestros que sólo velan por sus beneficios propios y no por los de la comunidad a la cual juran y perjuran servir. Por eso el gobierno de Samuel no avanza. Por eso no se distingue de gobiernos anteriores. Ya se aumentó el pasaje del Metro, aumentó la tarifa del agua que se paga por no recibir agua, aumentó el precio de los servicios de Registro Civil y ahora el transporte. Igual a como lo hacían gobiernos anteriores.

Y como cereza en el pastel de las desavenencias casi apocalípticas, el gobierno de Nuevo León “importa” de otros lugares, particularmente de Guadalajara, a personajes desconocidos para que vengan a ocupar puestos en la administración. En Comunicación Social hay varios y ahí está el resultado: pésima la imagen del gobernador. En el Metro. Y en otras áreas. ¿Acaso no hay personas en Nuevo León con alta capacidad que puedan orientar la brújula sin ser adeptos a un partido?   

Ante el acto de rebeldía de los transportistas, el gobierno a través de la Secretaría de Movilidad y el Instituto de Movilidad aplicaron multas y retiraron camiones, sí. Pero sólo fueron unos pocos. Lo que se traduce en que existe una cierta complicidad entre funcionarios y transportistas. Porque el día de hoy se sigue cobrando quince pesos, sin autorización. Es decir, los transportistas no le hacen caso al gobierno.

El plan de restructuración del transporte urbano, tan prometido por el gobernador Samuel García, desde su campaña, nomás no funciona. No ha podido avanzar. No ha sido atendido por los transportistas acostumbrados a los viejos esquemas de operación. Y a no respetar la ley. Incluso con la violencia. El representante del nuevo sindicato, que sustituyó a la CTM, que controla rutas, un tal Moreno, anda armado. Y esas rutas son las primeras en dar mal servicio.       

El nuevo Nuevo León cada vez se parece más al viejo León. 



« Arnulfo Vigil »