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Opinión Editorial


Siete segundos


Publicación:15-07-2019
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Hace unos días, caminando por la acera, aún sin detenerme, quise contestar un mensaje de WhatsApp.

 

Hace unos días, caminando por la acera, aún sin detenerme, quise contestar un mensaje de WhatsApp. No está para saberlo pero le compartiré que esta aparente diminuta distracción me llevó a “besar” el piso.


Más allá de lo embarazoso que es constatar que hubo más de un testigo de mi caída y que pese al dolor esa misma pena me hizo incorporarme de inmediato, bastaron menos de diez segundos para un suceso que pude evitar y que sigo “pagando” con ungüentos para la rodilla lastimada.


De acuerdo con el Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes, CONAPRA, observar la pantalla del móvil para leer o contestar un mensaje tarda de 4 a 7 segundos, justo lo que “necesité” para mi anecdótico percance.


El propio CONAPRA explica que hablar o textear por celular mientras conduce se ha convertido en el motivo número uno de accidentes viales, desplazando a la ingesta de alcohol como el causal principal.


Es cierto, los nuevos ordenamientos de Tránsito prohiben el uso del móvil al manejar, pero ni las sanciones han desmotivado esta práctica.


La Organización Mundial de la Salud, OMS, sostiene que tomarse la habitual selfie, llamar y textear mientras va al volante aumenta 4 veces la posibilidad de protagonizar un accidente y revela que el número de muertes resultado de estos incidentes rebasa el 1.3 millones de muertes al año en calles y carreteras del mundo.


Esto sin duda, establece la OMS, lo convierte en un problema de salud pública donde las principales víctimas son peatones, ciclistas y motociclistas.


Además que le representa atrasos en sus desplazamientos, daños al coche propio o de terceros y los potenciales atropellos, las pérdidas económicas rebasan los 12 millones de dólares anuales (2% del PIB) en México, revela el Centro de Experimentación y Seguridad Vial, CESVI.


Me queda claro que el celular es una importante herramienta de la comunicación actual y no me gustaría satanizarlo, pero sí podemos racionar su uso bajo diferentes circunstancias, como lo es estar al frente del volante.


Si bien mi pequeño accidente no fue al manejar, visto está que me distrajo lo suficiente como para tener una consecuencia no deseada.


A cuántos estudiantes no les ha causado un regaño o el retiro de su celular por el uso no permitido en clase o en un examen.


A cuántos más les provocó una reprimenda mayúscula en casa por ponerlo por encima de la convivencia en familia.


A otros tantos, como a mí, les ha causado pequeñas o grandes lesiones.


Los 121 millones de líneas de móviles que hay en el país son útiles, son necesarios, pero un rato lejos del aparato no nos hará daño.


Siete segundos de distracción pueden costarnos mucho más que una rodilla lastimada.


Apelo a la prudencia del usuario, a las campañas que los gobiernos, empresas o sociedad civil puedan lanzar para hacer conciencia de todo lo que está en juego.


En cada uno de nosotros está prevenir y preservar la integridad física de las personas, incluyendo la nuestra.

 


Comentarios: nelly.cepedagzz@gmail.com

 

 



« Redacción »