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Opinión Editorial


Reactivación económica


Publicación:15-05-2020
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No porque baje la curva de infecciones y cada vez sean más los que se alivian, significa que la epidemia ha desaparecido

Las medidas de prevención y de solución que ha tomado el gobierno de Nuevo León han sido las adecuadas, con sus matices, porque es de los estados del país con menos ciudadanos afectados por el coronavirus. Han funcionado las medidas de aislamiento, el uso cubrebocas y otros elementos afines, la cuarentena que ya es cincuentena, la suspensión de actividades escolares, sociales y hasta familiares, y por supuesto las económicas, que se reflejan en la ausencia de personas en las calles, la disminución sustantiva del uso del automóvil y un freno al virus del consumismo.

 Claro, hay matices. Especialistas en vialidad y movilidad afirman con datos estadísticos que la suspensión del uso del transporte urbano, y su concentración en ciertas horas, ocasionó acumulación de personas sin sana distancia, lo cual repercutió en el incremento de los brotes del maléfico virus. Grave error. Hubiera sido mejor que las unidades siguieran en sus horarios y rutinas pero con menos pasajeros por unidad, digamos uno por asiento. Y se hubieran metido a circular más unidades.

 La impericia, la inexperiencia en la función pública tienen su costo. Y el desconocimiento ante la peste, como decía, Camus, en su libro del mismo nombre. Simplemente se siguen los protocolos mundiales, los que han seguido otros países, unos más, otros menos afectados. Y las instrucciones de la Secretaría de Salud del Gobierno de México y la Secretaría de Salud el Estado. No hay más. Los biólogos, los médicos, los científicos siguen, día y noche, buscando la cura, el antídoto. Como en las películas.

  Se anunció la reactivación económica a través de un plan de tres etapas. La preferencia la tienen sectores esenciales de la producción nacional como la automotriz, la construcción y otras. Para que no se quede sin dinero el país, es necesaria su reactivación. Y eso dará impulso a los sectores más afectados por la suspensión de actividades económicas: las pequeñas y medianas empresas. Sabido es que estos puntos de la producción son los que generan más empleo, los que cubren los impuestos y los que ponen en movimiento un sinfín de bienes y servicios casi domésticos. Además de los informales. Eso es lo que se pretende en el gobierno federal, ya que las grandes empresas cuentan con sobrados recursos para su funcionamiento.

    Por eso la prioridad del gobierno, ante las dificultades de la pandemia, fue el de primero apoyar a los pequeños empresarios, a los trabajadores informales y a los desempleados que fueron corridos de las fábricas y las grandes empresas. Los apoyos a través de créditos a la palabra son un recurso más que salvífico para muchos pequeños negocios. Nunca ningún otro gobierno había hecho lo mismo. Todos salvaban a las grandes empresas para que no perdieran lo que ganaban, pero a costa del sacrificio de las grandes mayorías.

 En Nuevo León también, a pesar de las contradicciones, está ya por re-abrirse la actividad económica. De hecho algunos municipios, como San Pedro, Apodaca, y otros han empezado. Eso no quita el dedo del renglón, como dicen los editorialistas. Las medidas de prevención hay que seguirlas, la sana distancia, el cubrebocas, evitar las conglomeraciones, las salidas innecesarias a la calle, las fiestas. Pero no hubo en Nuevo León un apoyo económico similar al federal. 

      No porque baje la curva de infecciones y cada vez sean más los que se alivian, significa que la epidemia ha desaparecido, al contrario, ha llegado para quedarse  como dijo alguien. El coronavirus se suma a los múltiples males que han aparecido en la civilización moderna. Quizá aquí moderna signifique bárbara.  



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