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Opinión Editorial


Grandes lecciones de la historia


Publicación:22-08-2022
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Esta frase fue tuiteada el 18 de mayo de 2022 y la publicó Daniel Ortega Saavedra, presidente de Nicaragua.

Grandes lecciones de la historia

Nelly Cepeda González

“Quizás la más grande y mejor lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia”.

Esta frase fue tuiteada el 18 de mayo de 2022 y la publicó Daniel Ortega Saavedra, presidente de Nicaragua.

Luego que el obispo Rolando Álvarez fuera sacado de la Curia en que lo tenían retenido para investigarlo por sus cuestionamientos al gobierno que encabeza Ortega, por mera curiosidad eché un vistazo a la cuenta del presidente.

Fue el 10 de agosto cuando posteó las siguientes palabras: “¿Será qué mañana jueves haya misa en la catedral de Matagalpa?? Jajajajajajajajaja”.

Y en un segundo posteo este mismo día dijo “¿Quién es el encargado de las misas en Matagalpa? jajajajajajajaj dicen que no va a estar mañana”.

Y así fue, el 11 de agosto; Álvarez dejó de oficiar misa debido a que no se le permitía salir.

Ortega atizó el fuego cuando el día 12 tuiteó: “Hubo misa ayer???”.

Desde entonces, silencio total por parte de Ortega, aunque los cibernautas –no muchos, aclaro- le han tupido al nicaragüense acusándolo de dictador, hijo de p… y anarquista. Le cuestionan el poco respeto a los credos y a quienes difieren de su forma de trabajar.

No es que de la noche a la mañana me haya puesto internacional con mis ejercicios editoriales, pero lo que hoy pasa en Centroamérica, pronto se puede replicar en otras latitudes del planeta.

No es de ahorita que Daniel Ortega tenga pleito casado con la Iglesia, como tampoco lo es que el Clero siempre haya sido su principal crítico desde la primera vez que asumió la presidencia el 10 de enero de 1985.

Tampoco es nuevo eso de meterlos a la cárcel y suspender todo medio digital o impreso que no apoye lo que dice y hace.

Quizá y solo quizá, las nuevas generaciones de ciudadanos en Nicaragua hayan dado a Ortega la oportunidad de gobernarlos, hartos de otros malos presidentes.

Y pareciera que fue un nuevo Daniel Ortega quien, al ser declarado ganador de la última contienda, garantizara desde sus redes, que su gobierno sería de paz.

 “No somos una dictadura ni abierta ni encubierta. No actuaremos de manera arbitraria ni habrá confiscación o expropiación de bienes, por el bien de todos, habrá paz”, dijo en su momento.

Pero la realidad parece ser muy diferente.

El 22 de agosto la ONU celebra cada año, el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas de Actos de Violencia motivado por la religión o las creencias, cuyo fin es condenar la violencia o el terrorismo en contra de las personas que en todo el mundo tienen sus propias creencias o posturas religiosas.

El derecho a un credo es una garantía inalienable de todo ser humano. Y ni el Clero ni los fieles de Nicaragua pueden decir que hoy disfruten de ello.

En nombre de la religión se han cometido tantas atrocidades en el planeta; como por ejemplo el atentado a Salman Rushdie; en este preciso momento alrededor del mundo siguen las fricciones entre católicos y protestantes en Irlanda del Norte; entre cristianos ortodoxos y miembros de otras religiones en Grecia, por ejemplificar.

El mundo entero es Babel y más allá de profesar equis o ye credo, lo importantes es ponderar la tolerancia, la empatía y la comprensión.

Y esto aplica también en la política, en los deportes y hasta en las relaciones vecinales y de familia.

Cierro mi artículo con la siguiente frase de Benjamín Franklin: “O caminamos todos juntos hacia la paz o nunca la encontraremos”.




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