Además de las recetas diarias que el doctor Manuel de la O, secretario estatal de salud,  brinda al público en general en su programa diario de televisión, que si no fueran desaforadas sí son acertadas, el gobierno puede enderezar otros procedimientos para beneficio de la población, sin que le cueste nada y sin que haya desviación de objetivos.

Hasta ahorita las medidas han sido de prudencia. De prevención. Si algo se padece en México en torno a la salud y a la medicina, es que se practica la medicina de remedio, no de prevención. Se va al doctor cuando ya se está enfermo, no se va al doctor para impedir que la enfermedad, como manto de inoculación mortuoria, se apodere del cuerpo. Y eso cuesta mucho dinero. Y se desperdician tiempo y recursos. Si hubiera el hábito de la prevención, no se gastaría tanto en remedir la salud. 

Sí, se debe usar cubrebocas no sólo en esta infectada coyuntura sino todos los días para impedir los efectos de la contaminación y la propagación de bichos nocivos transmisibles; sí, no salir a la calle nomás por salir o por escapar del aburrimiento, o sea, quedarse en casa leyendo un buen libro, aprendiendo a tocar piano o guitarra, realizando ejercicio físico, atendiendo a las criaturas y a los chamacos. Disfrutar del calor de hogar hace falta.  

Sí, usar gel antibacterial, evitar aglomeraciones, cambiar hábitos, tiempo libre multitudinario por uno doméstico, bañarse diariamente, lavarse las manos, son recursos necesarios. Son los recursos recomendados por las autoridades gubernamentales. Y deben seguirse al pie de la letra. 

Pero no se cumplen. La población no tiene ese hábito. Adquirir el hábito requiere de tiempo. Uno de los recursos de la política es el circunloquio: si la gente no entiende, entonces hay que echar mano de ciertos recursos. Uno de ellos: las multas a quien no porte cubrebocas en la calle; otro, el toque de queda. Ambos recursos son circunloquios. El chiste es que la gente cumpla con las disposiciones.

Desde luego uno de los  resultados negativos de la crisis es el aspecto económico, en particular para las familias que menos recursos ingresan, es decir, empleados informales, oficios que dependen de los demás, como meseros, mariachis, vendedores, obreros. Y ante este panorama no devastador sino tétrico, el gobierno también debe tomar medidas. Entre otras:

1. Ordenar a Agua y Drenaje que sólo cobre el 50% de los recibos para que la gente no batalle para pagarlos y las pequeñas empresas se quiten ese peso de encima.

2. Que el gobierno del estado haga un convenio de colaboración con la Comisión  Federal de Electricidad para que igual los usuarios paguen sólo la mitad del recibo. El gobernador Jaime Rodríguez Calderón y el director de la CFE Manuel Bartlet son ex priistas, entonces deben entenderse.

3. Que el gobierno del estado presione a la Compañía de Gas Natural para lo mismo: que sólo cobre el 50 % de lo facturado a los usuarios.

4. Que los funcionarios del gobierno, los de arriba, se reduzcan el sueldo a la mitad, para que se generen recursos en apoyos directos, a fondo perdido, a la población. 

  De esta manera, gobierno estatal y población caminarán juntos rumbo a un futuro inmediato amable.