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Opinión Editorial


Temprana vida sexual


Publicación:02-08-2020
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Lejos están aquellas épocas en que las “niñas” de familia esperaban hasta el matrimonio para experimentar una relación sexual.

Lejos están aquellas épocas en que las “niñas” de familia esperaban hasta el matrimonio para experimentar una relación sexual; satisfactoria o no, ese era el canon social. Hay comunidades donde incluso, se exponía la sábana de la primera noche para demostrar a propios y extraños que el matrimonio se había consumado.

El mundo se mueve y con él los patrones sociales, así como sus costumbres;  hoy no es necesario esperar al papel para iniciar la vida sexual, no obstante, más allá de si está bien o no, lo realmente importante es la conciencia de lo que se hace, cómo se hace y cómo cuidarse.

En México, según la secretaría de Educación Pública, la vida sexual de las y los jóvenes inicia a los 15 años, pero de acuerdo al mismo reporte, cada vez son más frecuentes los casos en que chicos y chicas de 12, 13 y hasta 14 años, decidieron experimentar su primera vez.

Y aunque vivimos en un mundo altamente globalizado, muchos de estos jóvenes desconocen de qué modo evitar un embarazo no deseado que los orille a madurar “a la mala”, tener que trabajar para atender a una familia que no se planeó, abandonar los estudios y hasta poner seriamente en riesgo su salud.

Hoy 3 de agosto se conmemora el Día Internacional de la Planificación Familiar, fecha auspiciada por la  Organización Mundial de Salud, el cual busca prever el control de la natalidad en la población sexualmente activa mediante el uso de métodos anticonceptivos, de acuerdo a sus intereses y circunstancias de índole económica, social y personal.

Si hablásemos a nivel macro, a partir de la década de los 70 se promovieron campañas mundiales tendientes a planificar la familia, en un esfuerzo por tener habitantes que puedan acceder a un mejor nivel de bienestar; muchos países, especialmente los europeos, han dado grandes pasos en ese sentido y Asia y Latinoamérica -donde se encuentra México- hacen sus propios esfuerzos fomentando el uso de anticonceptivos.

Pero algo sigue faltando cuando un documento de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) arroja que México ocupa el primer lugar entre los países de la OCDE, en lo que se refiere a embarazos adolescentes.

Cita el estudio que la tasa de fecundidad es de 77 nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a 19 años de edad, estimación que por sí sola debería obligar a emprender mejores políticas públicas para calcular las necesidades de nuestros adolescentes y jóvenes, en métodos anticonceptivos y diagnóstico de infecciones de transmisión sexual.

Estoy consciente de los esfuerzos institucionales federales, estatales y municipales para prevenir los embarazos de jóvenes, pero como casi todo en este país, el tortuguismo y la burocracia prevalece y los resultados no se vislumbran a mediano plazo.

Y es que a la par de las campañas de uso de anticonceptivos, de prevención sobre los riesgos a la salud y demás etcéteras, el gobierno debe ir al centro de donde todo problema nace: la familia.

Si la familia, sea cual sea el concepto de ella, está disgregada, hay conflictos y violencia, los adolescentes buscarán fuera el afecto y resolverán su circunstancia de la mejor manera que puedan.

El diálogo en casa debe ser la primera herramienta para promover jóvenes sanos, informados y preparados para llevar de una mejor manera su vida sexual.




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