Opinión Editorial
Sentirse mal
Publicación:27-03-2024
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"Me siento mal" es una expresión que los psicoanalistas escuchamos con mucha frecuencia
No hay sufrimiento que justifique que una persona renuncie al hecho de ser única.
Fuera del sufrimiento prêt-à-porter, cada uno inventa su singularidad.
Jorge Forbes
"Me siento mal" es una expresión que los psicoanalistas escuchamos con mucha frecuencia. Se la emplea para referirse a una amplia gama de situaciones y experiencias: amorosas, existenciales, laborales... como a malestares meramente físicos, como puede ser una condición o enfermedad.
Regularmente quien expresa sentirse mal también dice querer sentirse mejor y el sentido común, casi en automático, asume que así lo es. Pero diversas experiencias muestran que, en múltiples ocasiones, también opera algo en contra, sea para mantener y perpetuar ese malestar, como para, paradójicamente, agravarlo. Es como si las personas, al decir quiero sentirme bien, ser feliz, tener éxito...la expresión quedara tan vaga y general, que pareciera inalcanzable; precisamente por no contar con un referente singular, sino más bien como algo que-se-espera-que-alguien-diga-porque-eso-es-lo-que-se-considera-normal-ideal y la persona que lo expresa, en realidad no lo busca en sus decisiones, porque ni siquiera sabe a qué se refiere o cómo lograrlo. Esto hace que el malestar y el dolor —que si se sienten y experimentan en carne propia— se reiteren, justamente porque funcionan como un referente que organiza la vida y la identidad. Es decir, el sentirse mal respondería tanto por el quién soy, como por el qué debo de hacer. Entonces esa persona, al buscar sentirse bien y finalmente poder resolver su malestar, implicaría igualmente modificar un referente de identidad, en cierta forma, dejar de ser quien se cree ser. Algo definitivamente no tan fácil: estar dispuestos a perder una parte del propio ser con tal de resolver un malestar o problema. En ese sentido para esa persona resolver el problema y malestar implicaría dejar de ser, renunciar a una parte de ser quien cree ser.
Un psicoanalista francés llamado Jacques Lacan sostenía que el fin y finalidad de un psicoanálisis era el poder "atravesar el fantasma". Una forma poética de decir que la persona tenía que conocer y desistir de creer que su vida posee un fundamento y destino marcado, ya escrito en su historia, para poder diferenciarse de la misma y, de esa manera tener la posibilidad de crear versiones creativas de su vida tanto en el presente, como en el futuro. Esto implica poder diferentes versiones de la historia personal, no tanto para perder un referente, sino para darse cuenta de que se pueden tener múltiples referentes que expandan las posibilidades, el horizonte de vida. Ya que una de las problemáticas tanto para las personas, como para las familias y países, es que al tiempo que se busca fijar la identidad en una imagen única, "si o si tengo que ser así", si no, no soy yo, se crean los impedimentos de solucionar un malestar y problemática, precisamente por el "es que yo soy así". Y al ser una imagen prefabricada que anuncia el sufrimiento, las calamidades y malestares, el sujeto corre el riesgo de aumentar aún más el dolor y el sufrimiento padecido. Precisamente por otorgarle un peso mayor al malestar, como lo es la función de identidad, como si se tratara de un fundamento inmodificable: "sufro, luego existo", "Me siento mal, luego soy".
Reformular o relocalizar la identidad fuera de los referentes conocidos del malestar y el sufrimiento, desistir de creer que la vida tiene un fundamento y destino marcado, ya escrito, que el dolor no es el verdadero ser, ni la verdadera esencia, renunciar a estar enamorado del propio sufrimiento y de todos los efectos que de dicha posición genera en la vida (posición de inocencia, víctima perpetua del propio malestar, justificación para todo, no ser responsables de la propia vida y las decisiones que se toman, vivir atados a un deudor que nunca termina de pagar la deuda...) permite crear responsablemente situaciones más creativas, menos dolorosas y autodestructivas. No porque en la vida en sí sea fácil y simple, sino porque se asume una posición activa y responsable ante lo que se ha vivido y padecido. Para buscar hacer algo nuevo y mejor con aquello que se ha vivido y padecido, desde una posición de deseo que responde singularmente ante cada situación: ¿cómo deseo enfrentar esta situación? ¿cómo quiero vivirla? A fin de apropiarse del presente y no vivir anclado al pasado, como algo que simplemente se mueve para donde lo lleve el viento. Posición que infelizmente repite la posición del malestar.
« Camilo E. Ramírez »