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Opinión Editorial


Privilegiar la muerte


Publicación:04-11-2021
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Todo lo que no aporta mejores condiciones de vida, o peor aún la afecta, equivale a un atentado contra ella

Pareciera que no valoramos la vida. Nuestro comportamiento es contrastante, por querer proteger la vida se privilegia la muerte. Tal vez tenía razón José Alfredo Jiménez cuando decía que la vida no vale nada. O cuando Freud, considerado el padre del psicoanálisis, señalaba que en el ser humano hay dos impulsos adversos: la vida y la muerte.

Todo lo que no aporta mejores condiciones de vida, o peor aún la afecta, equivale a un atentado contra ella.

Ahora la gente porta armas, algunas veces por prevención o por razones “justificadas” de defensa personal; en otras, por robar o ajustar cuentas con alevosía y ventaja; sin embargo, al usarlas se termina con la vida. En el ambiente de los malitos se dice que “la picazón por matar se adueña del cerebro”.

Ahora la violencia es un medio para tener poder. Se violentan los derechos humanos sin importar su afectación a la dignidad personal. La conducta violenta se asocia con el desahogo y así se justifica. Mientras no haya acciones que la frenen y castiguen, es actuar contra la vida

Ahora se presentan iniciativas políticas, aunque no garanticen una vida digna, por ejemplo, pretender tener energías sucias o tener proyectos emblemáticos que afectan la vida de comunidades.

De igual forma, la pasividad al no prevenir el calentamiento global equivale a una muerte lenta. Las empresas y gobiernos desoyen los problemas relacionados al cambio climático y dan prioridad a las ganancias del mercado. La activista Greta Thunberg expresa con toda razón, que no hay un planeta “B”. 

Pero tampoco los ciudadanos cuidamos el entorno, tiramos basura, mal usamos los recursos naturales y consumimos productos de empresas no responsables. Como expresa el sociólogo polaco Zgmund Bauman “Nos hallamos en una situación en la que, de modo constante, se nos incentiva y predispone a actuar de manera egocéntrica y materialista.” 

Ahora ni a los políticos ni a muchos sectores de la sociedad quienes contribuyen con su flojedad, les importa que la gente no tenga medicinas, viva en hambre extrema o no tenga oportunidades de desarrollo. 

Ahora los políticos, dividen a la población en lugar de unirlos en proyectos y causas comunes. Ejercen la justicia de manera discrecional y toleran la corrupción. No es necesario dar datos, todos los días escuchamos a AMLO atacar a personas por su condición aspiracionista o por tener una ideología distinta a la de él. Esto no genera condiciones para trabajar juntos en el bienestar social y por consiguiente tener mejor calidad de vida.

Ahora, la gente desconfía, no tiene paz. No cuida su salud mental ni emocional, se expone a situaciones tóxicas o a series televisivas como “calamar” donde matar forma parte de un juego.

Ahora, la gente defiende el aborto y la eutanasia. Consume drogas. 

Las guerras, el terrorismo y las intolerancias también matan y lo que es peor, se justifican con visiones extremas.

¿No es todo esto atentar contra la vida y parecer que se defiende o justifica la muerte?

Decimos valorar la vida, pero permitimos lo que lleva a la muerte. Se mata para vivir. Y ciertamente no es “ahora” ha sido siempre, como si fuera, como dice Freud, una atracción natural en el hombre.

Gonzalo Miranda, experto de bioética habla de la “cultura de la muerte” como una visión social que considera la muerte de los seres humanos con cierto favor, lo cual “se traduce en una serie de actitudes, comportamientos, instituciones y leyes que la favorecen y la provocan”. Implica un modo de valorar a los otros que deja abierta la opción, como legítimamente aceptada o tolerada, de terminar algunas vidas humanas. 

Este mismo autor señala que esta “cultura de la muerte” no es verdadera cultura sino anticultura, pues sólo hay verdadera cultura donde hay humanización, respeto a todos los hombres, promoción integral de los bienes inherentes a cada existencia humana, comenzando, precisamente, por ese bien que posibilita la convivencia de la sociedad: el de la vida de cada uno de nosotros.

Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com



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