banner edicion impresa

Opinión Editorial


Presente: memoria y creación


Publicación:14-06-2023
version androidversion iphone

++--

Aquí y ahora, el presente. Es todo lo que tenemos. El pasado ya no existe y el futuro aún llega

La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla

Gabriel García Márquez

Aquí y ahora, el presente. Es todo lo que tenemos. El pasado ya no existe y el futuro aún llega. Por otro lado, disponemos de memoria, imaginación y expectativas que, para bien o para mal, nos ponen en relación de una manera particular con un tiempo-ficción que se va creando conforme se va editando, reformulando, cambiando, mutando... 

La memoria es una escritura del pasado desde el presente a partir de cómo se "supone" el futuro y cómo se recuerda el pasado. El recuerdo como proyección del futuro desde el presente. Todos esos tiempos se encuentran entrelazados, anudados, a menudo constituyen intrincados laberintos de vida, que atrapan a más de uno. Advertir sus encrucijadas, nudos y espejismos, hace la diferencia en cuanto a vivir una vida singular, única y diferente, o repetir –vaya usted a saber—quién sabe qué historias de no sé qué personaje de la vida familiar. Un psicoanálisis puede ofrecer, precisamente, la posibilidad de salir de ese laberinto y crear un camino propio o a travesarlos al estilo del parkour. 

Tomemos un ejemplo de la cotidianidad: cuando hablamos –y también cuando pensamos—lo hacemos por un hecho básico de lenguaje: no pensamos con la mente, ni con el cerebro, esa será una ilusión construida posteriormente; pensamos con el código de la palabra. Dicho instrumento nos permite nombrar, describir, narrar. El código y sus reglas nos preexisten, lo aprendemos desde los primeros momentos de nuestra vida, solo que el código no sabe nada del uso inédito, creativo y diferente que haremos del mismo. Siempre que hablamos, escribimos y actuamos, tenemos ante nosotros la posibilidad de introducir variaciones creativas, resonancias polifónicas, diferentes sentidos y efectos.  

También, cuando hablamos, cuando vemos y contamos algo, lo hacemos desde posiciones específicas, que muchas de las veces no somos conscientes que tenemos. Esto puede ser evidente para alguien que nos escucha o lee, pero no tan claro para quien está hablando o escribiendo. Necesitamos del efecto en los demás de lo que decimos para tomar nota de eso que estábamos diciendo; es lo que hace un analista cuando escucha a sus pacientes: regresarles su discurso, que precisamente no es suyo, ni de nadie, ver los efetos que tuvo en él/ella esa posición particular desde la que se habla (vive, piensa, siente...) para poder...  ¡ser más conscientes! –diría Freud—para entonces poder elegir con base en un deseo, en una apuesta propia y no de alguien más.  

Sin duda, la memoria es algo fascinante. Una función psicológica de suma importancia, como lo son también la atención, el lenguaje, el aprendizaje y las funciones ejecutivas. Pero también puede ser algo que conduce a las personas a reiterar un nudo, un equívoco y sufrimiento, repitiendo un circuito de autodestrucción, dándole a la persona la sensación de no poder hacer nada. De ahí que lo importante de la memoria, no sea tanto su almacenamiento y recuerdo, sino la posibilitad de la irrupción de la diferencia. Ya que de lo que se trata no es tanto del recuerdo como de la creación de un sentido nuevo. Si esto no se advierte, entonces lo que se hace desde lo individual, familiar y colectivo más amplio, es la repetición del "más vale malo conocido que bueno por conocer", un movimiento conservador –autodestructivo—que rechaza lo nuevo, la diferencia, y busca mantener un statu quo, a pensar de lo doloroso que pueda ser.  

La verdadera felicidad en la vida nunca será la realización de un modelo estandarizado y genérico, que se ofrece socialmente para que cada persona se adapte y busque su cumplimiento, bajo la premisa de "todo el mundo lo hace", "todos lo tienen". Sino la de una realización personal, que completa lo que falta con la singularidad, que no teme caminar un camino propio, elegir, inventar en el presente algo nuevo, y no solo seguir la inercia del pasado familiar y colectivo, en esa memoria que reitera lo ya conocido, sino creando una narración nueva, diferente, para entrar en relación desde el presente con la historia desde una posición de creador de la propia existencia. 



« Camilo E. Ramírez »