banner edicion impresa

Opinión Editorial


Crisis genéricas, respuestas singulares


Publicación:31-05-2023
version androidversion iphone

++--

Algo que los psicoanalistas escuchamos a menudo son quejas, reclamos, añoranzas; relatos cargados de emoción, nostálgicos, utópicos, llenos de esperanza...

Cuando ya no hay más camino, lo inventamos 

Jorge Forbes

Algo que los psicoanalistas escuchamos a menudo son quejas, reclamos, añoranzas; relatos cargados de emoción, nostálgicos, utópicos, llenos de esperanza...Todos ellos hablan de pendientes que se tienen con la vida, con una persona, tanto del pasado como del presente, deseos por realizar. Las palabras y expresiones no faltan cuando se trata de decir algo que alguien hizo o que ha sucedido, afectándonos, siempre se encuentra alguna frase "ya hecha", pregunta, exclamación con la cual expresar lo siguiente: a) sufro por esa persona o situación, b) si no fuera por esa persona o situación, entonces yo podría..., c) estoy harto/a de mi vida, d) espero que un día todo mejore, para poder lograr... El elemento común a esas frases es que se refieren a alguien o algo que se le ha identificado como el factor de sufrimiento/impedimento para...ser feliz, lograr un objetivo, resolver algo, etc. con la esperanza de que, si no existiera tal persona o situación, entonces la vida sería maravillosa, que quizás un día –si se alinean los astros y todo sale bien—se podrá finalmente realizar el sueño.  

Ojo, esto no quiere decir que lo que se exprese en dichas frases no sea un sufrimiento genuino, que las personas no estén realmente atravesando por momentos difíciles. Nada de eso. Expresar el sufrimiento es algo necesario, vital, en el camino de solucionar una crisis de vida. Pero el desahogarse no es suficiente para conocer lo que produjo tal situación, ni mucho menos para resolverla, para eso se requiere dar un paso adelante; si se quiere resolver una situación que hace sufrir, no basta con señalar la supuesta causa ("Padezco de X, por culpa de Y") sino, a partir de lo que nos plantea tal experiencia de vida, tomar acciones. Es decir, si bien las personas no necesariamente somos culpables de las cosas que nos pasan, en donde fuimos agentes pasivos (pensemos en el caso de sufrir un crimen o algo que nos hicieron en la infancia, cuando todavía no teníamos suficiente consciencia) pero independientemente de ello, siempre seremos responsables de lo que hacemos con aquello que hemos vivido: "de nuestra posición de sujetos siempre somos responsables" (Jacques Lacan, La ciencia y la verdad); todos estamos invitados a hacer algo diferente, —y por qué no, mejor, en nuestros términos—de lo que hemos vivido, de lo que hemos padecido.  

Por otro lado, para una gran mayoría de personas es más fácil justificar la propia infelicidad y el fracaso, delegando en alguien más la culpa y responsabilidad de lo que ellos viven, sin que nunca busquen hacer nada, solo culpar, reclamar y esperar a que sean "los otros" lo que se muevan, que sean ellos quienes hagan algo, que sean ellos lo que tomen la responsabilidad. Su operación es convertir al otro en eterno deudor, puede ser padres, pareja, amigos, hijos... bajo la lógica: "yo he sufrido por tu culpa, he sacrificado mi vida por ti, te he hecho favores...ahora tú me debes y debes hacer..."

La vida puede tener una presentación genérica, se hace lo que el deber en turno manda (tener que pensar, comportarse, vestir...de tal o cual forma) para llenar sus expectativas, creyendo que con eso se está viviendo una vida genuina, plena, exitosa...con la salvedad de que esa presentación es genérica, en serie, es la misma para todos. Y es precisamente por esa razón que no logra satisfacer a las personas, ya que cada persona es diferente y la verdadera felicidad, en todo caso, sería algo singular, parcial, relativo y circunstancial. No tanto conseguir acumular un monto de felicidad para un día ser sumamente feliz, sino logrando habitar una posición de inquietud, encuentro y sorpresa, que no busca la completitud, sino la provocación amorosa, parcial y creativa, que nunca se contenta con delegarle a alguien más el timón del barco de la vida, sino realizar una exploración singular. Cuando se opera así, entonces se puede salir de los patrones genéricos de vida, para ocupar un tiempo nuevo, marcado por la diferencia, la responsabilidad y la creatividad, disminuyendo la queja y la esperanza en que algo o alguien nos traerá mejores tiempos; buscando articular las diferencias, en lugar de competir e imponer la visión que se tiene, creyendo que es LA visión sobre las cosas, algo, por supuesto, por demás absurdo y que termina por desecharse por si solo. Ya que la vida, siempre diversa y polifónica, nos confronta en cada ocasión con lo limitado de cualquier postura. El mejor antídoto para las crisis genéricas son las respuestas singulares.  



« Camilo E. Ramírez »