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Opinión Editorial


Políticos sin palabra


Publicación:09-09-2020
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¿Imaginan lo complicado en las negociaciones entre los partidos políticos y los candidatos a postular por ellos?

La sabiduría popular dice que todo es negociable, y sí, pero hay que querer dialogar y, sobre todo, cumplir lo prometido. Muchos de los problemas que se tienen en cualquier tipo de relación se deben a la falta de diálogo y a la disposición a tenerlo. Comunicaciones fallidas por falta de sensibilidad o de empatía, uso de canales inadecuados, diferencias en el bagaje cultural de los interlocutores o simplemente, intereses totalmente opuestos.

Partiendo de la intención de querer llegar a un acuerdo, se requiere tener claridad del objetivo común a lograr, definirlo, dimensionarlo y expresarlo. Posteriormente, compartir información de ambas partes que tenga injerencia en el tema; identificar puntos en común y divergencias, y luego tomar decisiones para la acción. 

En el diálogo y negociación hay un principio de responsabilidad mutua que requiere conciencia de los compromisos que se adquieren, con la óptica de cumplirlos.

En la interacción, un especial énfasis lo tiene el lenguaje, “la palabra”, lo que se expresa; por esta, se logra compartir y crear significados que son la base para que se dé la colaboración y la toma de decisiones conjuntas. 

Los participantes necesitan asegurarse que manejan el mismo esquema conceptual para derivarlo a esferas operacionales y de esta forma, estar dispuestos a entender, ceder y acordar. 

En ocasiones, se requiere la ayuda de un intermediario para facilitar el proceso de comunicación constructiva, sobre todo, cuando hay intereses opuestos o bien, ocultos. 

En el ambiente político, las negociaciones-diálogos se soportan en bases inciertas. Una cosa es lo que se dice, otra la que se hace. Esto, debido a la aparente coincidencia de objetivos que no concuerdan con los intereses reales ocultos que mueven las decisiones de las personas.

¿Imaginan lo complicado en las negociaciones entre los partidos políticos y los candidatos a postular por ellos? 

La negociación se da en varios planos paralelos: Partido-candidato; candidato-pueblo; partido-grupos de interés; candidato-grupos de presión. Con todos, hay compromisos.

¿Qué puede pretender un partido político al postular a alguien? Desde luego ganar las elecciones. Pero, además: manipular al candidato, si gana, para posicionar su plataforma ideológica, tener más afiliados, más recursos, mayor influencia en decisiones en todos los niveles de gobierno, decidir nombramientos del gabinete para beneficios tangibles e intangibles, libertad para negociar con grupos estratégicos, más peso en Congreso, entre otros aspectos. Y todo esto con visión futura que también reporte beneficios en cada proceso electoral, y sin considerar explícitamente lo que cada presidente de partido pueda pretender de manera personal.

Por su parte los candidatos pueden buscar: trascender, hacer uso de su poder o puesto para tener libertad en decisiones, definir su gabinete como medio para lograr objetivos personales, hacer carrera política y aspirar a posiciones mayores, o hacer negocios.

Ambas partes ven en el puesto el famoso hueso para avanzar en sus proyectos. En México, el medio político está ligado a la oportunidad de riqueza personal.

Hagamos un ejercicio de percepciones. ¿Qué puede representar “ganar” para los suspirantes a las candidaturas a la gubernatura de Nuevo León? ¿Cuál podría ser para ellos, el punto focal “oculto” para aceptar la nominación de algún Partido? Para Clara Luz Flores: libertad de nombramientos de su gabinete para a su vez, dar libertad a su esposo para los negocios familiares. Samuel García: libertad de acción para intereses personales. Adrián Garza e Ildefonso Guajardo: libertad para hacer negocios personales. Tatiana Clouthier: posicionamiento de ideología morenista y libertad en nombramientos. Víctor García: Carrera política ascendente, influencia en el Partido. 

Estos intereses no son expuestos, por eso el pueblo al momento de votar se basa en las campañas que los candidatos hicieron. El objetivo expuesto en todos será el bienestar del Estado además de otros aspectos que serán las famosas promesas. Clara Luz prometerá seguridad; Samuel: Acciones contra corrupción y transparencia; Adrián: Participación de mujeres. Ildefonso: Crecimiento y empleo; Tatiana: Desarrollo Social. Víctor: Transparencia.

Para el pueblo, la elección es difícil pues ya sabemos que las promesas no se convierten en realidades porque no forman parte de la negociación inicial entre candidato-partido, y los intereses personales del ganador son otros. Cuando era candidatos negociaron algo, pero ahora la realidad es otra. Y luego, manejan la información a su antojo para decir que sí cumplieron. 

Ciertamente, las circunstancias cambian, pero se supone debe haber fidelidad en los compromisos adquiridos.

Necesitamos recuperar el valor de la palabra.

Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com



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