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Opinión Editorial


El 5º. Informe y Conarte


Publicación:16-10-2020
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Es triste que ni el gobernador ni el presidente de Conarte se interesen por la cultura

Al rendir su penúltimo informe de actividades, el gobernador Jaime Rodríguez Calderón,  justificó el poco avance del estado en determinados rubros por la grave situación de la pandemia del coronavirus, aunque señaló que todos los esfuerzos se canalizaron para combatir ese mal, porque es “primero la salud de la gente, lo demás puede restituirse, la vida nunca”.  

Sí, se le dio prioridad al combate de la pandemia y a la seguridad, quedan pendientes la creación de fuentes de empleo y restituir la educación presencial. Enumeró obras que ha comenzado y que llevan en el plano cinco años: la línea 3 del metro, la presa libertad. Y sentenció que no se castigará a Rodrigo Medina, el ex gobernador, porque no depende de él, las denuncias están puestas, pero le corresponde a la Fiscalía perseguir el delito. 

Y entre todos los pendientes, el más grave es la ausencia de la cultura. De eso no dijo nada. No pudo decirlo porque si hay algo alejado del gobernador es la cultura. De hecho, el presupuesto destinado a Conarte, eje central de la actividad cultural del estado, lo redujo desde el inicio del sexenio. Y lamentablemente en Conarte hay un presidente que más que gris es opaco: tampoco ha realizado algún esfuerzo por dotar de cultura al estado.

Conarte se convirtió con la mandata de Ricardo Marcos en un ente amorfo, con gran gasto administrativo, haciendo como que hace solamente con los programas establecidos, convocatorias y certámenes. Pero nada más. Tanta nómina no es sinónimo de eficiencia. En ciertas convocatorias hay errores que confunden a los interesados. Los empleados de Conarte se ven obligados a mandar avisos de habrá reuniones extraordinarias para resolver ciertos asuntos no contemplados. Y aplazan las fechas de los fallos, los que además son emitidos manidamente. No hay una mínima idea de cultura social, de cultura popular, de llevar el arte y la educación y la sensibilidad a las colonias, especialmente a las marginadas, como lo indicó en un principio el Gobernador.

Pocas veces se han visto en cinco años el gobernador y Ricardo Marcos. De hecho Marcos es una herencia de Fernando Elizondo Barragán. Ambos, Elizondo y Marcos, comparten la visión de una cultura elitista, apegada a las bellas artes, sin ningún rasgo social, colectivo, democrático. Sólo es una chamba. Nunca se ha sabido que Marcos pida o exija al gobernador un aumento de presupuesto. Por lo tanto nunca extendió las alas de Conarte, contentándose con los programas establecidos de antemano.    

Ha trascendido que los escasos recursos han sido cuestionados no sólo por la comunidad artística sino por la Contraloría del Estado, hoy Unidad de inteligencia. Así sucedió con una iniciativa acerca de la ley de cine. Los beneficiados son allegados a Marcos. La poca transparencia y rendición de cuentas de Conarte, por otra parte, han hecho que se convierta en un crisol de críticas. 

      Además, durante estos cinco años, Conarte ha estado más que alejado, distante, de los creadores, artistas e intelectuales del estado, lo cual es más que grave, horrísono, porque precisamente esa es la vocación de Conarte. Sin esa unión, no se puede avanzar. 

      Es triste que ni el gobernador ni el presidente de Conarte se interesen por la cultura. El gobernador, bueno, el gobernador es de extracción agropecuaria y nunca estuvo cercano a las bellas artes, es comprensible; pero que Ricardo Marcos, se supone un hombre de cultura, con especialidad en música, no le ponga atención al desarrollo cultural y artístico del estado, por su visión pegamoide de la cultura, es incomprensible. 



« Arnulfo Vigil »