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Opinión Editorial


Día de la Palabra


Publicación:22-11-2021
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Cuando Margaret Thatcher asumió la Primera Magistratura de Gran Bretaña en mayo de 1979.

Cuando Margaret Thatcher asumió la Primera Magistratura de Gran Bretaña en mayo de 1979, citó, en una de sus iniciales interacciones con los medios, a San Francisco de Asís, porque dijo, “son acordes al momento”, y dijo “donde haya discordia, podamos traer armonía; donde haya error, podamos traer verdad;  donde haya duda, fe y donde hay desesperación,  esperanza”, refiriéndose al papel que en aquella coyuntura buscaba desempeñar.

Thatcher ya es parte de la historia con todos sus aciertos y desaciertos, no es el tema del presente ejercicio editorial; lo que sí traigo a colación es el uso de la palabra como un mecanismo de fomentar el diálogo y la paz entre las naciones del mundo.

Sabemos de sobra que aunque la denominada Dama de Hierro inició con buenas intenciones, en el camino se le aparecieron muchas situaciones en que debió tomar fuertes decisiones que no siempre llevaron a esa paz que al principio promovió, como lo fue la Guerra de las Malvinas.

Nelson Mandela fue un activista político sudafricano que luchó contra el apartheid, estuvo en prisión y finalmente, al permitírsele abandonar el encierro, fue presidente de Sudáfrica.

“Un hombre que le arrebata la libertad a otro es un prisionero del odio, está encerrado tras los barrotes del prejuicio y de la estrechez mental”, fue una de sus tantas frases ya memorables.

Las páginas de la historia están llenas de memorables discursos unos de paz, otros de amor, otros más de odio y venganza.

Shimon Peres, Lech Walesa, Ronald Reagan, Barack Obama, José Mujica, Salvador Allende, Martin Luther King, Rigoberta Menchú, la Madre Teresa, Juan Pablo Segundo. Caray, la lista sería interminable.

Justo este 23 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Palabra, cuyo objetivo es promover el diálogo y la paz entre las naciones, orientado hacia el avance de la sociedad sin discriminaciones políticas o religiosas.

Es así que la palabra se convierte en la herramienta del entendimiento como única vía para la resolución de conflictos, cuando menos esa es la esencia de esta fecha internacional, aunque a diario vemos como las palabras selas lleva el viento.

Dicen que aunque la palabra enamora, el ejemplo arrastra y desgraciadamente no siempre se pasa de la palabra a los hechos.

Nada menos en la presente pandemia o en temas como la pobreza, la equidad y la construcción de un mundo resiliente, por muchas buenas intenciones que salgan de la boca de políticos y estadistas, las cosas no avanzan o lo hacen a pasos lentos.

Pero también es cierto que aún sin la categoría de políticos, cada uno de nosotros puede ser factor de cambio en su propia comunidad.

Qué le parecería celebrar el Día Internacional de la Palabra con la promoción de mensajes en contra la violencia y de promoción de la igualdad más allá de un credo, color o nacionalidad, en aras de disfrutar un entorno de armonía y construir una mejor sociedad.

Soy una convencida de con las palabras adecuadas se pueden hacer pequeños cambios.

No será la primera vez que la sociedad civil rebase a su autoridad poniendo prácticas acciones de buena vecindad.




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