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Opinión Editorial


Sobrerrepresentación


Publicación:02-09-2024
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El fenómeno de la sobrerrepresentación en el Congreso de la Unión, no es algo nuevo.

El fenómeno de la sobrerrepresentación en el Congreso de la Unión, no es algo nuevo.

A partir de la reforma electoral de 1977, cuando entró la figura de la representación proporcional, los partidos diferentes al hegemónico Partido Revolucionario Institucional, empezaron a tener presencia en San Lázaro, permitiendo cierto balance en la toma de decisiones desde la máxima tribuna del país.

De acuerdo con la base de datos de los directorios de la Cámara de Diputados compilado por la escritora, investigadora y politóloga Yolanda Meyenberg, desde 1977 y hasta el año 2000, el PRI siempre tuvo la mayoría, llegando a alcanzar hasta 320 diputados (Legislatura LV) y no dudo que, en su momento, la oposición se manifestara; no obstante, la presión mediática no era la misma, al no existir las redes sociales como hoy las conocemos.

En el mismo periodo, el PAN, el partido con el registro más antiguo en México, alcanzó un máximo de curules en la Legislatura LVII (1997-2000), con un total de 121, mientras que un joven PRD (recordando que nació en 1988), en la misma Legislatura alcanzó 123.

Sin afán de denostar, la "chiquillada", PST, PPS, PARM, PFCRN, PVEM, PT, por citar algunos, no podía compararse en número pues sus bancadas eran muy pequeñas, pero había pluralidad en San Lázaro, y eso era lo importante.

La fuerte presión que la sociedad ha puesto sobre el sistema político mexicano ha permitido la evolución de la representatividad en el Congreso, como también ha sucedido con el INE y la forma de celebrar los procesos electorales sin las manos del gobierno; cada ladrillo de nuestra democracia ha implicado un compromiso, transparencia, credibilidad.

Hoy, la historia parece repetirse, aunque la sobrerrepresentación tiene otro color. A esta ola guinda también le ha costado su propio esfuerzo; el gobierno saliente no tuvo la mayoría calificada que requería para sus particulares fines, aunque no por eso hizo y deshizo; hoy pareciera que el gobierno entrante tiene un escenario más a modo.

A este panorama hay que sumarle los aliados que ha ido cosechando, logrando la adhesión de diputados que ganaron bajo otra sigla y cuyo chapulineo le representará más dedos levantados en las votaciones.

Lo que hoy es un triunfo para poder avanzar hacia el denominado segundo piso morenista, seguro se traducirá en la reforma al Poder Judicial y en la desaparición de los organismos autónomos, eso de entrada.

Pero justo las cosas que afectan al pueblo es lo que tarde o tempano hace que la gente se vuelva a desencantar y le dé la espalda a quienes también les dieron la espalda con decisiones, acciones de gobierno y un largo fin de etcéteras que afectan a México y a los mexicanos.

Si una de las eternas "canciones" es que no hay que actuar como se actuó en el pasado ¿por qué repetir la historia?

Si al menos pudiéramos decir que la seguridad mejoró, que la clase media mexicana podrá sobrevivir, que no habrá sesgos en los contenidos educativos, que sí tendremos un sistema de salud de primer mundo, muchas bocas estaríamos en modo "mute".



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