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Opinión Editorial


Sobre la noción de contagio


Publicación:08-09-2021
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Contagio, es una palabra que proviene del latín contagio, onis, contagium, que significa “un contacto en buen o mal sentido”

La noción de contagio no solo está presente en el campo de la biología y medicina, sino en las artes y la cultura popular. Se la emplea para expresar metafóricamente “eso” que excede a un cierto control de la voluntad, a su efecto resonante y amplificador, algo pegajoso que “se pega”, que se “liga”. No es casualidad que se le utilice para expresar lo imposible de decir de las pasiones humanas, “Ese no se qué, que qué se yo”.

Se destacan diversos usos de la noción de contagio, mismos que van desde un supuesto castigo divino por el tipo de vida que se lleva, la obtención de un poco de la eterna juventud (“A estas alturas la juventud solo viene por contagio”, Gabriel García Márquez) y el famoso “Mal de amores” (“El amor es una gran locura y el cura que lo cura, comete una gran locura”, Dicho popular) para referirse a la influencia de Eros en el corazón de los enamorados; experiencia que los angloparlantes expresan a través de la figura de una caída: “I fall in love”; o aquella del amor contante y sonante. (“En aquella pasión por la riqueza, había algo de contagio matrimonial”) Hasta expresiones tan cotidianas y potentes: “Se me pegó la tonadita de la canción que estabas cantando” y aquella ochentera del siglo pasado, “Ándale dile, chicle y pega” –expresa alguien, mientras otro se siente identificado con los síntomas y malestares físicos que su interlocutor le relata por teléfono, ¡Ya me lo pegaste! ¿Cómo es posible? ¡Ay, toco madera! “El que con lobos se junta, a aullar se enseña” 

Cuentan los biógrafos de Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, que cuando se dirigía a EUA, invitado a dictar unas conferencias sobre su nuevo método, el psicoanálisis, teniendo como fondo la Estatua de la Libertad, exclamó ante sus colaboradores: “Estos no saben que les llevamos la peste”. Refiriéndose a su “joven ciencia” –como le llamaba– el psicoanálisis, como una peste. Precisamente por el carácter virulento y revolucionario de sus hallazgos: la vida mental y subjetiva de los humanos no es simplemente su conciencia, sino existe una dimensión inconsciente, a la vez eficaz, que comanda nuestras posturas e ideas conscientes, de las más nimias a las más fundamentales. 

Albert Camus en su obra “La peste” (1947) muestra de manera ejemplar el sin sentido y lo absurdo de la existencia humana, lo absurdo del mal, la enfermedad y la muerte, manifestándose por una peste que se propagaba a diestra y siniestra indiscriminadamente. Experiencia, sin bien desgarradora, al mismo tiempo, fundante de la ocasión para saber permanecer y construir, no obstante, el caos.

Contagio, es una palabra que proviene del latín contagio, onis, contagium, que significa “un contacto en buen o mal sentido”. Donde el prefijo “con- “(cum, en latín) se refiere a: junto, todo, conjuntamente, globalmente; el verbo “tango”, “tangere”: tocar, agarrar, probar, comer, beber, arribar, venir a un lugar, estar contiguo a; y el sufijo de acción, efecto o resultado “-io (del latín -ius).

Relación entre el contagio, la vocación y el deseo. El contagio, como noción metafórica que se emplea en las artes y la cultura popular, ciertamente toma algo del significado que hasta el día de hoy posee en infectología, para expresar algo más allá de la argumentación racional que busca convencer a partir de sus premisas y argumentos, que logra tocar y hacer resonar el cuerpo de maneras diferentes, como si se tratase de una nota musical o una poesía, que resuena, contagiándolo, como si se tratara de otro tipo de virus, que entra al organismo y trastoca el sistema, de pasión, alegría y entusiasmo, a la manera de los movimientos de bailarines de danza contemporánea, polifonía articulada y desarticulada que al tiempo que se mueve, va creando lo mismo el cuerpo, el tiempo, que la realidad.



« Camilo E. Ramírez »