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Opinión Editorial


Nuevo contrato social en educación


Publicación:30-06-2022
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Los problemas de México de desigualdad, pobreza, violencia y calidad de vida, entre muchos otros, están asociados al nivel de educación de la población

Fue muy preocupante y revelador que AMLO dijera que “Morena obtiene sus votos entre la gente más ignorante, entre más analfabetismo más apoyo a Morena”, entonces, ¿conviene tener al pueblo sin educación para que siga avanzando este partido?, en lugar de primero los pobres, ¿primero más pobres? Esta desafortunada expresión no solo confirma el uso de la educación para fines políticos, lo cual es un agravio contra el pueblo, sino la nula visión en este tema.

Los problemas de México de desigualdad, pobreza, violencia y calidad de vida, entre muchos otros, están asociados al nivel de educación de la población. Personas sin educación o con educación deficiente son quienes se integran al sector productivo del país con el correspondiente impacto económico: A mayor educación, mayor productividad, mayor PIB.

Los cinco mejores modelos educativos del mundo están en Finlandia, Bélgica, Suiza, Singapur, Holanda y Qatar. Tienen en común: alta inversión gubernamental en educación y focalizada en capacitación docente, laboratorios, tecnología e instalaciones; programas y actividades con desarrollo transversal de habilidades en las áreas que los alumnos pueden y quieren tener; alta vinculación con el entorno, organizaciones y empresas; fomentan la participación de los alumnos desde temprana edad en temas públicos; y le apuestan a la innovación, creatividad y colaboración.

Para entender cómo estamos en México, para este año se proyectaron 884 mil millones de pesos para el gasto público en educación, monto que representa el 3.1 por ciento del PIB, el nivel más bajo desde el 2010, según el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP). La UNESCO establece un mínimo del 6 por ciento del PIB para destinarlo en educación.

Ciertamente, los sistemas educativos son complejos por la cantidad de variables involucradas en la operación, y no es para menos, estamos hablando del futuro del país y de la plenitud de las personas. En México hay 250 mil escuelas, 33 millones de estudiantes en todos los niveles y tipos de educación y dos millones de docentes; además, hay planteles públicos y privados; con aciertos, desaciertos y omisiones de ley que dificultan la operatividad; con un sindicato que protege de manera excesiva y dañina a los maestros; que incorpora, elimina o sustituye en la legislación conceptos asociados a ideología o a intereses partidistas. Con rezagos, abandonos, aprendizajes insuficientes y brechas educativas; con acceso limitado por condiciones desiguales y con alto nivel de influencia del entorno social y familiar. 

Y a todo lo anterior se agregan el cambio de modelo y visión educativa según el partido en el poder, y con ellos la posibilidad de corrupción. Obvio, los avances que tenemos son lentos y pocos. Tenemos profesionales y funcionarios altamente capaces y comprometidos, pero no se les deja trabajar con eficiencia. Se carece de un proyecto de nación en materia educativa que integre evaluaciones y planes de acción concretos. Con nuevos indicadores para entender las problemáticas a resolver en nuestro México.

Siendo la educación la única herramienta de justicia social, pensamos que los retos principales son cobertura, equidad y pertinencia; y sí, necesitamos garantizar que todas las personas tengan acceso a recibir la educación que les permita movilidad social. Sin embargo, tenemos que considerar también otras características asociadas al proceso de enseñanza aprendizaje. 

Una de ellas es la capacidad de evolucionar al ritmo del cambio en la sociedad globalizada, particularmente en la incorporación de la tecnología y en el reconocimiento a los derechos humanos de igualdad e inclusión. Pensar global para actuar local.

La formación ciudadana es también una aspiración para que los estudiantes y egresados tengan conciencia de que el bienestar social es responsabilidad de todos los que habitamos el planeta. Antes de ser contadores, químicos o abogados, somos personas y ciudadanos. Esto nos compromete con los demás para construir entornos y oportunidades de participación política, de ahí que sea necesario que los planteles escolares desarrollen las habilidades y competencias para la vida en comunidad.

Ya bordando fino, hablamos de calidad a través de los maestros, laboratorios, programas de estudio y actividades extracurriculares. Así mismo, la escuela como un todo, es decir, el aprendizaje en los diferentes espacios educativos y en vinculación con el entorno, de ahí que el concepto de aula-salón tome otra dimensión en la infraestructura académica para fomentar la observación, el diálogo, la colaboración, y el trabajo interdisciplinario. 

Así mismo, énfasis en un aprendizaje ecológico, intercultural e interdisciplinario, con investigación e innovación.

Una educación centrada en la persona, que le ayude a descubrir y potenciar sus talentos para el desarrollo pleno. Y que, además, haga de la integridad y la ética sus herramientas de vida y decisión.

México necesita un mejor actuar educativo. Un nuevo contrato social en educación para favorecer las condiciones de vida y bienestar de todos los mexicanos. No podemos seguir con mentalidades mediocres que nos llevan al fracaso social.  

Nadie ha dicho que sea fácil, pero sí es posible. 

El principal reto educativo es combatir la mentalidad de los políticos.

Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com



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