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Opinión Editorial


Dos años de polarización


Publicación:03-09-2020
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Llegó a este aniversario con la economía en declive, violencia en incremento, gabinete descalificado, empresarios molestos, pobreza en aumento

AMLO cumplió dos años de gobierno. Llegó a este aniversario con la economía en declive, violencia en incremento, gabinete descalificado, empresarios molestos, pobreza en aumento, sociedad polarizada, congreso manipulado y muy malos indicadores; sin unidad en el país, ni en las esferas de gobierno. 

Un año marcado por el COVID y que ha generado la peor crisis sanitaria y económica en el país. Un año difícil, en todo el mundo, colapso global, pero en México, con más errores y desaciertos. Ha puesto a prueba la capacidad de visión para detener las más de 65 mil muertes y contando, y reactivar la actividad económica.

Gestión para muchos todavía prometedora y aleccionadora, y, para otros decepcionante y nefasta. Con discursos emocionales y desgastados, y muchos “otros datos”, el presidente no ha logrado convencer a todos los ciudadanos. Sólo en su imaginario, hay buenos resultados. La realidad es otra.

Sus programas sociales y su narrativa reiterativa de apoyo a los pobres y lucha contra el régimen pasado, le dan todavía un alto grado de popularidad, 54%, aunque debilitada si se compara con el inicio de su mandato. Tenemos un presidencialismo soportado en la percepción de la gente. Los que confían en él, no pierden la esperanza de lograr el México soñado, producto de su ideal de transformación “difícil, pero encaminado a lo positivo”, señaló una ciudadana.

Con actitud desafiante, AMLO, niega los indicadores que no le favorecen, que no le gustan. Realiza los proyectos que quiere, con consultas públicas viciadas y libre manejo presupuestal y operativo. Además, monta espectáculos de corrupción que dice son muestras de la inmundicia del pasado, y sí, pero que además de que no son exclusivos de administraciones pasadas pues también abarcan a su equipo, todavía no llegan al sistema de justicia que tanto defiende. Pareciera que disfruta de los conflictos mediáticos y dividir al país.

Y la polarización, de 2-1, duele por la discordia que promueve, que ahoga a la ciudadanía constructiva y la perspectiva de construcción cívica de un México más justo e igualitario.

Es innegable que él maneja la agenda del país, define los temas de diálogo y emite juicios que pretende permeen en todos: lo bueno, lo malo, lo corrupto, lo que México necesita. Él es quién toma las decisiones ante un gabinete que, en pocas excepciones y temas concretos como Marcelo Ebrard, Olga Sánchez Cordero y Hugo López-Gatell, permite opinar. 

Los datos del 2020 son muy malos, quizás habría que separar los atribuibles al COVID y los propios a su gestión. Proyectos sin el aval de la comunidad de expertos: el Tren Maya, la refinería dos Bocas, las obras del Istmo de Tehuantepec, el Aeropuerto Felipe Ángeles; casi 60 mil víctimas de homicidio doloso; las pérdidas millonarias de la CFE y de Pemex; por citar algunos. Antes del COVID ya se tenían problemas severos de Economía, Seguridad y otros rubros. Pero el Presidente ve otro México, el México que él se ha dibujado.

“La peste de la corrupción originó la crisis de México”, “transformar es moralizar”, “nuestro legado principal será purificar la vida pública de México”, “la riqueza de la nación está en la gente que la conforma”, “México es ejemplo mundial de cómo hacer realidad el progreso con justicia”, fueron algunas expresiones predicadoras en su Segundo Informe de Gobierno.

Un Informe lleno de “sus” indicadores de recuperación que no reflejan la verdadera crisis que estamos viviendo y, sin novedades de ajustes en la política económica. Un Presidente confiado en la aprobación de la gente que le cree, que dice llevar cumplidos 95 de los 100 compromisos formulados cuando asumió la presidencia, que presume de ser el más atacado desde Madero y que afirma ha ahorrado 560 mil millones de pesos al no permitir la corrupción. Sin embargo, estos datos como todos, son muy cuestionables.

Partidos y ciudadanos coinciden en retroceso.

Los ciudadanos hablan de una gestión que asocian a decepción, incredulidad, temor, enojo, frustración. A él lo consideran mentiroso, ruin, con nula capacidad de escucha, perverso, manipulador y hasta peligroso. Por supuesto que hay quien lo considera excelente, sobre todo en educación y programas sociales. Para muchos, todavía es depositario de la esperanza para un México mejor.

Es lamentable no tener oposición, las voces que se manifiestan en su contra, no están lo suficientemente estructuradas y los partidos políticos sufren de una severa crisis de credibilidad y lucha interna. AMLO utiliza a Morena por la mayoría en el Congreso, no porque le interese como fuerza política.

Mensajes como: “ya estamos levantando la economía popular porque estamos aplicando un modelo nuevo”, “reactivar la economía de abajo hacia arriba”, “primero los pobres”, “ya pasó lo peor” le dan el pase en el país de los sueños, que ojalá se convierta en el de “Morena nunca jamás”.

Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com



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