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Opinión Editorial


Deseos navideños


Publicación:11-12-2023
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Antes, tenemos la celebración a la reina de México, la Virgen de Guadalupe y se abrirá oficialmente el puente Lupe-Reyes.

Como ya se habrá percatado, amable lector, este domingo se encendió la segunda vela de Adviento, o lo que es lo mismo, estamos a casi nada de la Navidad.

Antes, tenemos la celebración a la reina de México, la Virgen de Guadalupe y se abrirá oficialmente el puente Lupe-Reyes.

Rumbo a la Navidad, el calendario va en cuenta regresiva anhelando abrir o dar obsequios, por tener una cena –grande o pequeña; ostentosa o sencilla-con sus seres queridos y quizá algunos, rezando el tradicional rosario, pidiendo posada, romper la piñata y adorando al Niño Dios que ha nacido.

No dudo que habrá una que otra lágrima por quienes han partido antes que nosotros, pero habitualmente en todo el mundo hay algo por lo cual esperar la Navidad, época en la que priva la buena voluntad; el mundo parece hacer una pausa para dejar que lo bueno fluya, al menos esa es mi impresión.

Reconociendo que ya no soy una niña (pero vivo las fiestas decembrinas como tal), y como aún estamos a tiempo, quiero hacer mi cartita al Niño Jesús, o a Santaclós, en la esperanza de que, con fe, o más mundanamente, con voluntad política, algo de lo poco o mucho que pida, me sea concedido.

De entrada, elevaré mi oración por cada uno de los conflictos bélicos que hay en el planeta: Ucrania, Gaza, Irán, Haití, por decir algunos. Para que al menos por unas horas, sea realmente una noche de paz, de amor.

Pediré por cada uno de esos migrantes que han debido abandonar su tierra buscando mejores oportunidades de vida para ellos y sus familias y porque en su desplazamiento hacia esa "tierra prometida", encuentren empatía y calidez.

Que cada mujer, sin importar su edad, credo o nacionalidad, sea respetada; que no tenga que ser sometida al maltrato y que le sea reconocido su liderazgo y capacidad como agente de cambio en su familia, en su comunidad.

Que no haya una sola madre en el mundo llorando por un hijo.

Pediré por cada niño y niña, para que en la noche más divina del año –y el resto de los días del calendario- sea feliz, y que no tenga que derramar una lágrima por un ser querido; que tenga salud y que su integridad no sea vulnerada. Que en su mesa haya algo rico para cenar y en cada "telaraña" (como es tradición en Ucrania), haya un obsequio.

Me apetece añorar una noche en la que los alimentos se pueden compartir con el vecino que se encuentra solo, con el enfermo al que nadie visita.

También agradecer a quienes este año nos hicieron más felices, a quienes nos tendieron la mano y a los que no; pedir y agradecer por todo aquel que vive las fiestas trabajando en un hospital, o como paramédico o uniformado.

Que las mascotas no tengan que sufrir el daño colateral por el uso de la pólvora.

Ay, querido Santaclós, y si es posible, que al menos por un día, la clase política, si bien no gusta de quererse, que al menos deje de hacerse daño.

Faltan casi dos semanas, pero ojalá puedas atender algunas de mis peticiones.

Hago mías las palabras de la poeta estadounidense Grace Noll Crowell, al respecto de la Navidad ya muy próxima: "Aunque se pierdan otras cosas a lo largo de los años, mantengamos la Navidad como algo brillante. Regresemos a nuestra fe infantil".



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