Opinión Editorial
Henry Dunant
Publicación:23-10-2023
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Desde que se recrudeció el conflicto palestino-israelí el pasado 7 de octubre.
Desde que se recrudeció el conflicto palestino-israelí el pasado 7 de octubre y cuya gravedad ha alcanzado el grado de una guerra, van, según cifras conservadoras oficiales, al menos 3 mil muertos.
La ayuda humanitaria a Gaza, donde se ha dado la mayor parte de los ataques, apenas empieza a llegar y con gran dificultad.
De acuerdo con el derecho internacional y sin entrar en tantos detalles, se debe preservar la vida y mantener el respeto a los derechos humanos, aunque, de esto no se puede hablar cuando Hamás tiene al menos 200 secuestrados, incluyendo menores de edad y personas con discapacidad.
De la invasión rusa a Ucrania, organizaciones internacionales aseguran que han muerto 250 mil personas entre soldados y civiles. Cito ambos conflictos por ser los más recientes.
Mi punto es que, en este caos, y otros caos en diferentes latitudes del mundo donde hay conflictos armados, de lo poco o mucho que los bandos en disputa respetan, está la Cruz Roja (y en Medio Oriente la Media Luna), institución que nace a instancias de Henry Dunant.
Dunant, sin haber tenido estudios más allá de la secundaria, nació Ginebra, Suiza, en 1828, en el seno de una piadosa y caritativa familia. Intentando contactar a Napoleón III para obtener un permiso para un prototipo de su creación, se dirige a Solferino, encontrándose con la mismísima cara de la batalla, lo cual le cambia la vida.
Es cuando escribe "Recuerdo de Solferino", memorias de la guerra, obra que se ha traducido en todos los idiomas y que representó el primer paso para el nacimiento del Comité Internacional de la Cruz Roja.
Durante su vida, Dunant visitó y confortó heridos de guerra, buscó la abolición del comercio de esclavos y la trata de la gente de color; fue quien introdujo las placas colgadas al cuello para poder identificar a las personas, especialmente en zonas de conflicto.
Así como era creativo y perseverante, Dunant no era el mejor para la administración y pasó de millonario a mendigo, al grado de dormir en las calles, aunque sus ganas de ayudar y los valores aprendidos en casa, los mantuvo a lo largo de su vida.
Dunant hizo suyo el lema "tutti fratelli", es decir, "seamos todos hermanos", frase con la que pidió ayuda a las demás personas para fortalecer y hacer crecer el Comité Internacional de la Cruz Roja que hoy tiene presencia en 100 países y emplea a más de 21 mil personas.
Gracias a la Cruz Roja se presta ayuda humanitaria a las personas afectadas por los conflictos y la violencia armada, y promueve leyes para proteger a las víctimas de la guerra.
Es gracias a su vocación independiente y neutral que ha podido llegar a muchos sitios donde otros no pueden y su cometido emana de los Convenios de Ginebra de 1949. Subsiste de donativos voluntarios de gobiernos, instituciones y Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.
Hoy, que el mundo vive conflictos armados, es justo destacar la visión de Henry Dunant, quien además se hizo acreedor al Primer Premio Nobel de la Paz, en 1901, junto con el francés Frédéric Passy, este último, de los principales fundadores de la Unión Interparlamentaria y también el primordial organizador del primer Congreso Universal por la Paz.
Hoy que el mundo necesita paz y un conjunto de voluntades para hacerla realidad lo mismo en Medio Oriente que en Ucrania, me gustaría cerrar este ejercicio con una frase de paz que se le atribuye a Eleanor Roosevelt: "No basta con hablar de paz. Uno debe creer en ella y trabajar para conseguirla."
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