Dentro de unos días tendrá lugar una de las más grandes "fiestas del consumo", es decir, el Black Friday. Qué emoción ¿no cree usted?

El Black Friday o Viernes Negro es el día que se inicia la temporada de compras navideñas en varias partes del mundo, con descuentos y rebajas en productos, por parte de grandes almacenes y tiendas. Se celebra el cuarto viernes del mes de noviembre, al día siguiente del Día de Acción de Gracias. Este año, la tan especial fecha, será el 29 de noviembre.

Al parecer la fecha surgió por ahí de 1961 en el estado norteamericano de Filadelfia, justo después de un Día de Acción de Gracias y fue cobrando mucha popularidad, aunque oficialmente no sea un día no laboral, ni festivo.

Teniendo dinero sólido o una sustanciosa tarjeta de crédito puede allegarse de cosas inimaginables, especialmente siendo mujeres: codiciados perfumes de alta gama, bolsos, maquillaje, skincare, ropa y calzado exclusivo.

Los hombres quizá piensen más en hacerse de gadgets o herramientas para el hogar, accesorios o un automóvil más reciente.

En ese ir y venir de flujo monetario, que en México se vivió días atrás con el "Buen Fin", mexicanos y no mexicanos gastan, gastaron o gastarán más de lo que inicialmente pensaron, pero la "cruda" de las compras tardará algo en llegar.

No todos viven culpas de las compras compulsivas, cuando esta se hace de manera inteligente para aprovechar ofertas que reditúen en productos o enseres que realmente claman atención en oficina o el hogar. En fin, cada cual vive a su propio ritmo de gastos para cerrar el año.

Pero no todo es oropel. El "Black Friday", tiene su némesis: el Buy Nothing Day (BND) o Día Mundial sin Compras, que curiosamente, los detractores del Black Friday "celebran" en la misma fecha.

Las críticas de centran en que esta fecha es un culto al consumismo, que se traduce en endeudamiento y compras vanas, que además tiene impacto en el medioambiente, por generar toneladas extras de basura, además de la contaminación ambiental ocasionada por el tráfico de vehículos.

El Día Sin Compras fue fundado por el artista de Vancouver Ted Dave en la década de los 90s y posteriormente promovido por la revista canadiense Adbusters; en esta fecha, quienes apoyan la iniciativa, se abstienen de comprar cualquier cosa durante 24 horas.

Si bien eso no supondría para muchos alguna diferencia ya que las adquisiciones se pueden hacer posteriormente, es una forma de manifestar su descontento hacia el alto grado de consumo.

Tanto una fecha como la otra pueden ser apoyadas o rechazadas; es una decisión particular.

Ahora viene mi reflexión: ¿qué pasa con aquellos para quienes todo al año son exactamente iguales? Es decir, subsisten con lo básico al grado que ahorrar es imposible y por tanto no hay fecha del calendario que suponga un día de compras locas o con descuentos.

Justo pensando en ellos va mi pre deseo navideño: ojalá en una de esas compras inútiles, por referirme de algún modo, que aquello que no me gustó, que no me quedó y que no puedo devolver por carecer de garantía, vaya a dar a alguien menos favorecido y hagamos más llevadera o arranquemos una sonrisa en el rostro de alguien, esa sí es una inteligente decisión.

Y no será necesario un envoltorio, de ese modo no generaríamos más basura, reduciendo nuestra huella de carbono. Soñar cuesta nada.