Opinión Editorial
Barbie, Oppenheimer y extraterrestres
Publicación:03-08-2023
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Antiguamente se tenía el miedo de que llegara un día en que la humanidad destruyera el mundo, hoy, contamos con la tecnología para conseguirlo
Desde hace ya poco más de tres décadas el ciberespacio nos ha dado la sensación de acortar tiempos y distancias. Todo parece estar sucediendo aquí y ahora, todo en todas partes. Y claro que en cierta forma lo ha logrado, al menos en lo referente a un aspecto de la comunicación, la cual, no obstante, sigue dependiendo de las fuentes tradicionales de energía. Si se va la luz –como se dice coloquialmente— todo colapsa. Hasta ahí llegó la tecnología de punta.
La inmediatez ha transformado el tiempo y la espera, y con ello, en cierta forma la paciencia y la esperanza se van extinguiendo, para dar paso a una sociedad alterada, hiper-excitada, impulsiva y sin memoria, que reivindica el sentirse bien a toda cosa en todo momento (el fin justifica los medios) siendo el prototipo del humano una especie de zombi bien alimentado, superfuerte e impulsivo, siempre feliz y contento, midiéndose constantemente con su imagen ideal, y por eso mismo muy frágil, permanentemente al punto del colapso.
En el contexto actual donde afortunadamente todo es puesto en cuestionamiento, del nacimiento a la muerte, las formas de amar, estudiar, trabajar y vivir... pareciera ya algo obsoleto reclamar a algo o a alguien que por demás ya no opera como referente universal, como si el anverso de las quejas fuera el desear secretamente que existiera un orden y referente único, total: estandarización empresarial bajo el principio ingenuo que solo se puede mejorar lo que se puede medir, las figuras deplorables del patriarcado, un solo modelo económico mundial, programas educativos basados en realidades que ya no existen, nacionalismo de extrema derecha como protección ante los peligros que nos asechan, como la diferencia, la migración, las singularidades, y un largo etcétera.
¡Mejor que los extraterrestres nos salven de nosotros mismos! Hoy, efectivamente podemos más de lo que queremos (Jorge Forbes). Antiguamente se tenía el miedo de que llegara un día en que la humanidad destruyera el mundo, hoy, contamos con la tecnología para conseguirlo. Basta con unir dos elementos, el narcinismo (Colette Soler) y la depresión.
Cuando un hombre (o una nación–lo colocado en este paréntesis es nuestro) en lugar de interrogarse sobre el fracaso de su vida amorosa y elaborar el luto por aquello que ha perdido, reflexionar responsablemente en soledad, persigue, golpea, amenaza o mata a la mujer que lo ha abandonado, muestra que para él la relación no estaba fundada en la soledad recíproca, en el amor, sino que actuaba como una protección fóbica respecto a la angustia de la propia soledad [...] En este punto, el narcisismo extremo se mezcla con el profundo sentimiento depresivo: no soporto no ser todo para ti, por lo tanto, te mato, porque no quiero reconocer que en realidad, en el fondo, sin ti no soy nada. Suicidarse después de haber matado a todos: el mundo termina con mi vida (narcisismo), pero sólo porque sin la tuya yo ya no soy nada (depresión). Massimo Recalcati, La violenza sulle donne, en A pugni chiusi, Feltrinelli, 2023.
Soledad, reflexión y responsabilidad. Una triada más que necesaria en estos tiempos de activismo descerebrado donde se nos invita a que todos andemos como "gallinas decapitadas" corriendo de un lado a otro, sin el más mínimo del pensamiento crítico, tomando distancia de lo que se dice y hace, haciendo y haciendo con el solo objetivo de sentirnos bien, al 100, aparecen tres: Barbie, Oppenheimer y extraterrestres, ofreciéndonos, como en los chistes interpretados por Sigmund Freud, una superficie discursiva donde, entre broma y broma, se revela algo de la verdad de estos y otros tiempos. ¿Habrá paciencia, entusiasmo y reflexión para dar lectura a lo que estos tres elementos nos plantean? ¿Será que los extraterrestres –a los cuales también hemos creado, al menos en nuestra imaginación—podrán darnos lo que andamos buscando?
« Camilo E. Ramírez »