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Opinión Columna


Vacíos


Publicación:26-05-2019
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Es evidente que el miedo y la mediocridad le han abierto el paso a la ruidosa maquinaria morenista

 

Es evidente que las grandes sacudidas políticas de los últimos meses mantienen a buena parte de los actores políticos en un estado de aturdimiento. Con escasas y muy honorables excepciones individuales, es el caso de los partidos. La derecha, típicamente representada por el PAN, de vez en cuando muestra señales de vida, pero sus críticas son tibias y no alcanzan a promover un proyecto diferente a lo que el actual gobierno ofrece, aunque, como ya vimos con el Plan Nacional de Desarrollo, ni a proyecto llega. El PRD, que debería ser una verdadera izquierda, está por lo pronto en vías de extinción. El PRI no existe ya, salvo por un membrete, dinero y algunas oficinas.


Es el caso también de los gobernadores que, durante la última reunión de la CONAGO, apenas y alcanzaron a solicitar un acuerdo para la concordia y para terminar con la polarización del país. La verdad, en su enorme mayoría, ya aparentan ser cadáveres políticos. Es el caso, asimismo, de la mayor parte de los organismos empresariales, más dedicados a continuar haciendo negocios que con el rumbo general que está tomando nuestro país. Es el caso también de diversos medios de comunicación, que mantienen a plumas valiosas y valientes, pero para mal disimular su evidente sumisión editorial a lo que hoy está de moda. Es en verdad lamentable que no se hayan unido para levantar la voz en contra de las agresiones que un medio o un periodista reciben por parte de la presidencia.


Vale la pena hacer una aclaración. El que los intereses más relevantes o conspicuos de un sistema se acomoden a las circunstancias, no tiene nada de particular, ni aquí ni en China. Y tampoco es que no tengamos en nuestra historia largos periodos de aceptación del autoritarismo en turno. Pero creo que lo que estamos viendo y viviendo es diferente. Hay una crisis de identidad y de representación porque se asume equivocadamente que la fuerza política triunfante nos representa a todos, y pues no. Está claro que ni representan a todos, ni quieren hacerlo. Es más, el presidente y su partido realizan campaña a diario alrededor de nuestras diferencias y no tienen reparos en sembrar o ampliar divisiones. Esto es nuevo porque la polarización es parte de la estrategia, porque muchas de nuestras instituciones estorban al nuevo gobierno, y porque incluso algunas de nuestras libertades parecen no ser bien vistas. Y aún así, los que deberían ser contrapesos, parecen estar ávidos de pertenecer. Recuerdan a esos casos en los que una persona se empeña en seguir con otra que la desprecia. No es una buena escena, ni en lo personal ni en lo político.


De esta manera, todos estos actores parecen asumir plenamente el discurso presidencial, y asumir culpabilidades como las que a diario les endilgan, como ser inmorales o ilegítimos. Y no es que nadie sea aquí monedita de oro, ni sé cómo se sientan realmente nuestros actores políticos y económicos, pero desde luego se comportan como derrotados y eso, en política, se convierte en una profecía autocumplida.


Es evidente que el miedo y la mediocridad le han abierto el paso a la ruidosa maquinaria morenista, pero ni el presidente ni Morena podrán ocupar la totalidad del espacio político, incluso sin oposición significativa. Lo que muchos todavía no entienden es que esta ausencia de contrapesos y de oposición tendrá muy altos costos para todos, incluidos quienes ganaron. Ojalá recuperemos algunos de los equilibrios perdidos, ojalá salvemos entre todos al Estado, porque en nuestro país hay muchas fuerzas sombrías acechando, y ya están a la vuelta de cada esquina.


Twitter: @MaElenaMorera



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