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Opinión Editorial


Tolerancia cero hacia el crimen organizado


Publicación:27-06-2022
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Este fin de semana pasado efectivos de Fuerza Civil fueron emboscados en la carretera Colombia

Este fin  de semana pasado efectivos de Fuerza Civil fueron emboscados en la carretera Colombia,  a  la altura de Lampazos, rumbo a Anáhuac. Allí murieron desafortunadamente, seis elementos, cuatro resultaron heridos, tres más los privaron de su libertad, posteriormente los ejecutaron cruelmente en los límites de nuestro estado con Coahuila.

Este hecho muy indignante, fue la gota que derramó el vaso, ya estaba lleno cuando ocurrieron los sucesos de Chihuahua, donde fueron asesinados los ministros jesuitas que laboraban en la sierra Tarahumara. El vaso se llenó con los 121,655 muertos que van del actual sexenio, así como los 30,000 desaparecidos, con un promedio de más de 90 asesinatos y las desapariciones que podríamos promediar en 100 muertos diarios, de manera incesante a lo largo del sexenio.

¿Qué es lo que ha ocurrido con este escenario sostenido de violencia y muerte? Sucedió lo que tenía que pasar, la violencia social se ha normalizado. De otra manera no podemos entender cómo los políticos de Morena, las corcholatas del presidente mexicano, andan aceleradísimos con sus actos de precampaña por la presidencia, cuando tenemos un país literalmente desangrándose día a día. No es falta de sensibilidad de los gobernantes, es que ya se acostumbraron a este paisaje social, especialmente cuando se le ve desde lejos, desde la capital.

En la capital también tienen sus problemas de inseguridad, especialmente el derivado del cobro de piso, donde las organizaciones criminales hacen su agosto, también  tienen sus Chuecos, retomando a este personaje que asoló la región tarahumara y que actualmente se encuentra prófugo, después de asesinar a muchas personas, entre ellas a los sacerdotes ya mencionados.

Cuando en el 2019 ocurrió el Culiacanazo, todo parecía como una nueva estrategia contra la criminalidad que daría frutos, especialmente con ese eslogan de campaña: abrazos no balazos. Luego viene el saludo a la madre de Joaquín Guzmán, que ahora sabemos, estableció un antes y un después en la lucha contra las organizaciones criminales.

El saludo fue un gesto simbólico que fue interpretado como un pacto social con la organización criminal de Sinaloa, donde se le cedió el control del territorio a cambio de una paz social gestionada  por la misma organización criminal.

El presidente insiste en que se le demuestre su complicidad con los criminales, pero esta no es física, no se entrevista con ellos, ni económica,  no recibe dinero a cambio de favores, tampoco es social, no los involucra en actos públicos. La complicidad del presidente mexicano con los criminales transcurre por el camino inmaterial de los símbolos, su naturaleza silenciosa se constituye a través de  mensajes que se decodifican por el receptor, se trata de un acuerdo tácito, no explícito ni manifiesto, su  naturaleza es totalmente de carácter latente, discurre en el ámbito de lo simbólico.

Cuando surgió el tema de los abrazos no balazos,  pensé que era una frase de campaña pegajosa que allí quedaría, pero luego observo que realmente el presidente pretende implementarla como política para enfrentar la inseguridad, haciendo llamados moralistas a los delincuentes para que dejen a un lado el mal camino.

No hay que ser psicólogo para darse cuenta que las conductas de los delincuentes carecen de empatía, son crueles y despiadadas por la naturaleza psicopática de quienes cometen actos en contra de la sociedad.

Luego aparece la idea de que la violencia no se combate con más violencia, se trata de un razonamiento por parte del presidente basado en un principio de no-violencia. Apartemente se trata de una premisa que contiene una  verdad absoluta, pero en un contexto institucional  como lo es la presidencia de México, el presidente debe proteger a la ciudadanía en situaciones que amenazan su seguridad, para ello posee un repertorio de leyes que deberá aplicar de manera irrestricta, no es opcional, el presidente está obligado a aplicar la ley  y a combatir con ésta la violencia.

El slogan mencionado, deberá adecuarse y deberá rezar: La violencia solo se combate con la aplicación de la ley, que representa el poder real del estado sobre grupos que atentan contra la vida de la población. Aquí el presidente está cometiendo una omisión a sus deberes constitucionales, especialmente  a los artículos 89 y 29 que señalan que deberá preservar la seguridad nacional e interior, especialmente cuando la paz pública se vea perturbada.

Otra frase que le ha funcionado muy bien al presidente en su discurso ha sido: estamos combatiendo las causas de la violencia.  Aquí debo confesar que durante mis estudios en la maestría en Metodología de la Ciencia que cursé, orgullosamente,  en la Universidad Autónoma de Nuevo León, nuestros profesores siempre nos enseñaron que el modelo de causalidad científica era muy poco fiable en las ciencias sociales, donde los fenómenos poseen una complejidad que escapa a dicho modelo explicativo.

Señalar que la variable independiente condiciona la dependiente, en este caso, que la pobreza determina la violencia, es una concepción realmente limitada, tal vez posea un carácter heurístico, que da pie a diversas interpretaciones, pero no aporta suficientes elementos para atender lo intrincado del problema de estudio.

Pensemos, además de la variable independiente y dependiente, en variables intervinientes, que pueden ser diversas, por ejemplo, el reconocimiento social, la pertenencia a un grupo, la identificación y la consolidación de la identidad, el empoderamiento, el acceso a diversos satisfactores que pueden resultar verdaderamente significativos para los jóvenes.

Además de lo anterior, pensemos en variables causales y otras de naturaleza emergente que se convierten en variables que sostienen y perpetúan las conductas criminales, éstas no tienen ya que ver con la pobreza sino con la impunidad. Es decir, de acuerdo con la psicología que estudia los condicionamientos sociales, es la consecuencia de la conducta lo que determina su repetición, por lo que el no ser castigado por las conductas transgresoras contribuirá a que el delincuente continúe  expoliando a la sociedad.

Otra frase también muy buena del presidente: No puede haber paz sin justicia. Como si el fenómeno delictivo fuera uno de carácter  ideológico y sociopolítico, como si se tratara de una insurrección o revuelta social. La guerra de los cárteles no es una guerra civil propiamente, ni son grupos subversivos que exigen algún tipo de reivindicación social.

Los grupos criminales son como los virus, aprenden aunque no tengan mucha inteligencia, su único propósito es sobrevivir y reproducirse como organización para seguir controlando territorios que les den más poder y dinero, a costa del expolio de la sociedad.

El estado mexicano también debe aprender que está ante un fenómeno de violencia cuyo propósito es muy elemental y crudo, no es sofisticado ni posee miras  sociopolíticas; pero no debe minimizarse, el virus de la violencia sabe cómo sobrevivir y ha aprendido que si invierte en las campañas electorales logrará controlar a los políticos que ejercen la autoridad civil, y su  poder e influencia como organización criminal será total.




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