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Opinión Editorial


Sobre renglones torcidos


Publicación:11-11-2020
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Un entendimiento generalizado entre arquitectos es que, por lo general, es más fácil construir desde cero que remodelar una casa

Un entendimiento generalizado entre arquitectos es que, por lo general, es más fácil construir desde cero que remodelar una casa.  Esa analogía pudiera aplicarse a la laboriosa tarea que le tocará al presidente electo Joe Biden, al tratar de remendar la arquitectura geopolítica heredada por Trump, intentando no cimbrar demasiado los cimientos económicos y sociales de otras naciones.

En ese tenor, hace unos días Marcela Alatorre me recordó del intento de acuerdo de paz del Medio Oriente propuesto por el presidente Trump. Por principio de cuentas, EE.UU. en forma sorpresiva, movió su embajada de Tel Aviv a Jerusalén, irritando al mundo árabe.  Después sacudió al avispero palestino al declarar como legales a los asentamientos judíos en Cisjordania, yendo incluso en contra de las leyes internacionales. En compensación, a los ahora desconfiados palestinos, les propuso reconocer a Palestina como Estado independiente.  Al presidente electo norteamericano le tocará hacer su impronta en la solución del centenario conflicto judío-palestino.

Otro asunto pendiente será su relación con uno de los últimos bastiones comunistas totalitarios, Corea del Norte. Esta semana, como diciendo “oye Biden voltéame a ver”, Kim Jong Un, a quien Trump apodó “Little rocket man”, lanzó unos misiles frente al mar de Japón. Este país golpeado por embargos comerciales, desastres naturales y el Coronavirus, está desesperado por llamar la atención y sus misiles son su forma de comunicarlo.

Quizás para Biden, el mayor talón de Aquiles en materia internacional será la complicada y multidimensional relación con China. Difícilmente la diplomacia institucional revertirá el crecimiento económico del gigante asiático quien el último trimestre creció su economía 4.9%. Tampoco logrará ralentizar el proyecto de la nueva Ruta de la Seda, donde China será quien financie el nuevo plan Marshall de reconstrucción mundial. Menos aún amainará los saltos cuánticos de la compañía Huawei o cambiará la rampante influencia de China en la geopolítica de Naciones Unidas. Lo que sí es predecible es que EE.UU. al menos, intentará recuperar el terreno perdido en la era Trump en su carrera por la hegemonía mundial.

En materia de economía política, el mapa de ruta trazado por Biden es su agenda administrativa. En su estrategia tiene dispuesto regresar a los EE.UU. al Acuerdo de París, generando beneplácito entre los 187 países que lo ratificaron en 2019. El presidente Trump se salió en 2017 advirtiendo que dicho acuerdo tendría que ser más justo para las empresas, los trabajadores y los contribuyentes norteamericanos.

En temas de salud planetaria, el presidente Trump envió un comunicado oficial en junio 2020 anunciando que su país saldría en julio 2021 de la Organización Mundial de la Salud alegando que, dicho brazo de Naciones Unidas, había favorecido a China en el manejo de la pandemia. Ahora el presidente electo se comprometió por escrito a darle marcha atrás.  

En materia de seguridad mundial, los EE.UU. salieron del acuerdo nuclear con Irán en mayo 2018, tan solo 3 años después de haber sido firmado por la Unión Europea y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas: China, Francia, Reino Unido, Rusia, Alemania y ellos mismos.  El presidente electo ha declarado que regresará.

La semana pasada Biden mencionó que contemplará retornar a lo que, con la inclusión de su nación, sería el tratado de libre comercio más grande del planeta, el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífica. El presidente Trump, de forma irresponsable y a escasos días de haber ocupado el trono, sacó a los EE.UU. del entonces (TPP), destruyendo de un plumazo años de negociaciones de parte de la administración de Obama por ganar espacios en Asia.

Para los EE.UU., su más fuerte aliado en el campo global tradicionalmente había sido Europa. Sin embargo, Trump se negó a darle la mano a Angela Merkel durante su visita a la Casa Blanca, de Francia dijo que “París ya no era París” y al Reino Unido lo acusó de espionaje durante su campaña electoral. Nada fácil, pero a Biden le tocará curar muchas heridas y recobrar la confianza de los europeos reforzando la participación de su nación en la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Igualmente, precisará negociar las demandas bilaterales entre Airbus y Boing y llegar a un acuerdo en materia de impuestos al comercio electrónico.

En política la forma es fondo y Biden tendrá que poner sobre el tablero del ajedrez geopolítico la negativa de reconocerlo como virtual vencedor por parte de Rusia, China, Brasil y México. El tiempo dirá si habrá represalias hacia México, país que conoce mejor que los dos presidentes que lo antecedieron, en rubros como migración, corrupción, tráfico de estupefacientes o el incumplimiento de los contratos de inversiones en energías limpias a la luz del T-MEC.

En la agenda nacional, ante un país peligrosamente dividido, durante los primeros días como mandatario Biden también tendrá que recular algunas iniciativas republicanas de America First.  Utilizará su poder ejecutivo para dar reversa al intento de su antecesor por acabar con el programa DACA de los estudiantes extranjeros crecidos en EE.UU., dreamers, eliminará la declaración de emergencia nacional para fondear al “muro de Trump” y reforzará la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio (ACA), mejor conocido como Obamacare. 

En definitiva, siendo la nación más poderosa del planeta cuyas decisiones inequívocamente salpicarán al mundo entero, no le será fácil a Biden construir sobre los renglones torcidos escritos por Trump. Ante el pesimismo por la realidad del coma inducido en 2020, a Biden le tocará trabajar con el optimismo de la voluntad para mejorar la arquitectura mundial. La historia hará un justo recuento del balance de sus batallas y un juicio razonable de su gestión. 

Pero tal vez para Biden, la contienda más trascendental cuyo resultado será determinado en forma privativa en lo etéreo, será la que librará con la corte celestial a la luz de su estratagema, entre otros frentes, a favor del aborto. 



« Eugenio José Reyes Guzmán »