banner edicion impresa

Opinión Editorial


El rey ha muerto


Publicación:09-11-2022
version androidversion iphone

++--

Un claro ejemplo de estos cambios innecesarios y con resultados desastrosos fue el que produjo la decisión del dueño de Facebook al migrar a Meta

Es de todos bien sabido el ingente costo de querer descubrir el hilo negro y el sustancial costo de oportunidad al pretender arreglar lo que no precisa de reparación. Así es, muchas veces sucede en política, en las empresas, en los gobiernos y en las universidades que los “nuevos reyes” piensan en una idea diametralmente opuesta a lo que se venían haciendo. Más aún, en ocasiones esos abruptos giros de 180 grados se dan aún cuando la ruta estaba bien trazada y la gestión ofrecía contundentes resultados. Por tanto, esos cambios radicales no necesariamente están ligados a indicadores de desempeño, a impacto económico o al bien producido; tristemente de cuando en cuando se fundamentan en egos, ocurrencias o caprichos. Claro está, cuando lo que se hizo anteriormente no promete un futuro halagüeño, ni hablar, será recomendable y necesario enmendar la senda.

Un claro ejemplo de estos cambios innecesarios y con resultados desastrosos fue el que produjo la decisión del dueño de Facebook al migrar a Meta. Con información publicada en el periódico Wall Street Journal, después de haber tenido una capitalización de mercado de USD$1 billón, equiparable al PIB de México, el conglomerado estadounidense de tecnología y redes sociales cayó a USD$200 millardos. Mark Zuckerberg desdeñó el futuro de las redes sociales para apostar el todo por el todo a un futurístico, pero desconocido mundo virtual. Caray, dicha pérdida sin precedentes del valor de Meta es comparable con el PIB anual combinado de Argentina, Ecuador y Perú.

Ahora bien, habrá quienes piensen que, como una bola de goma al caer de la mesa rebota y vuelve a subir, también lo hará el valor del precursor de la idea del Metaverso. Eso está por verse. Lo que sí tiene sentido lógico es que, para lograr un gran proyecto o concretar una idea magnánima, hay que empezar con pasos de bebé. Las pérdidas o ganancias de las innovadoras pruebas piloto serán valiosas experiencias instructivas que indicarán la ruta a seguir a una mayor escala. Por otro lado, Roma no se hizo en un día y antes de realizar tortuosos giros de timón, es prudente esperar pacientemente y con visión de largo plazo a que los proyectos pasados maduren y den frutos. 

Otro ejemplo de cambios sin mayor análisis fue lo que acaba decidir otro magnate norteamericano, Elon Musk. Presuntamente, el exitoso creador de Tesla y fabricante de cohetes en Boca Ratón, en una decisión que pudiera pecar de soberbia, decidió despedir a la mitad de la plantilla laboral de Twitter, eliminar el “tick azul” de verificación y cobrar USD$8.00 por mes por usuario. Eso desató un alud de críticas no solo entre los laboralmente afectados, sino por los usuarios indignados que optaron por boicotearlo suplantando su identidad.

Los casos de Twitter y Meta de ninguna manera pretenden inferir que los cambios sean malos, al contrario, en todos los ámbitos siempre debe de haber un proceso de mejora continua. Lo que no es sano es eliminar de un plumazo lo ganado, lo que funcionaba bien, los procesos en ciernes de maduración o lo anterior por el solo hecho de ser una idea antigua o de alguien más. ¡Cuánto le ha costado a las empresas y a las naciones las decisiones erradas o ideologizadas de los “nuevos reyes”! No se vale, no es justo y es un paroxismo de dolor innecesario.

Lo más triste de esta de esta idea de fútiles transmutaciones es que quien las realiza pocas veces es capaz de verse a sí mismo en el espejo como victimario. De alguna forma quien transforma lo pasado se auto justifica con un sinnúmero de razones o sinrazones. Es complicado y francamente cuesta arriba suprimir la pérdida que, por estultos, palurdos, ignorantes, tozudos, románticos o ingenuos, los “nuevos reyes” ocasionan. Sin duda, un mecanismo de protección y una estrategia a prueba de balas son los contrapesos. De ahí la importancia de los consejos empresariales, los consejos consultivos, los organismos independientes y la cabal autonomía de gestión de los tres Poderes de la Unión.

Para los “nuevos reyes” me permito una humilde exhortación a la prudencia siendo ella quien guía directamente el juicio de la conciencia en la toma de decisiones. Aunada a la prudencia está la visión de largo plazo sustentada en la frase de una mística católica que reza: “Es de gran sabiduría aprender a vivir la vida desde la meta y que lo que no tiene valor al final, tampoco lo tiene ahora”. Es cuanto.



« Eugenio José Reyes Guzmán »