Opinión Editorial
Salman Rushdie y la fatwa
Publicación:15-08-2022
++--
El pasado viernes 12 de agosto en un evento literario llevado a cabo en Chautauqua, Nueva York, fue apuñalado el escritor indobritánico, Salman Rushdie.
El pasado viernes 12 de agosto en un evento literario llevado a cabo en Chautauqua, Nueva York, fue apuñalado el escritor indobritánico, Salman Rushdie, quien fue herido severamente en el hígado, el brazo y el ojo, por lo que su salud se reporta delicada. El atacante es un residente de Nueva Jersey, fanático religioso musulmán que se presume estaría ligado a organizaciones islámicas radicales que buscan hacer valer la fatwa que se le impuso al escritor indobritánico hace 33 años.
Son dos los temas centrales que vuelven a la mesa de debate con el acto atroz cometido por este joven fanático; tenemos así la violencia fundamentalista, la intolerancia ideológica extremista; y por otro lado, el ataque contra Rushdie representa un atentado contra un derecho humano elemental, como lo es la libertad de expresión, específicamente de creación artística, porque la fatwa fue por motivo de una novela escrita en el año 1988.
La fatwa es un edicto religioso en donde la autoridad religiosa, en este caso el ayatolá Ruhollah Jomeini, establece que el autor de “Los versos satánicos”, es responsable de una falta en contra la religión musulmana, motivo por el que se decreta su sentencia de muerte, esto implica que cualquier musulmán que lo encuentre en su camino, deberá darle muerte de manera inmisericorde.
33 años no pasan en vano, el escritor Salman Rushdie, contó con protección policiaca durante muchos años cuando residió en Inglaterra; el ayatolá Jomeini murió en el año 1989 y el edicto quedó vigente, porque hay que recordar que solamente la autoridad que lo dictó lo puede desautorizar; así que llegó un nuevo gobierno iraní y dejó de lado la sentencia propia de la fatwa, ya no la hizo vigente desde una perspectiva del gobierno, pero la fatwa quedó suspendida en el aire, hasta que alguien la retomó y buscó la manera de hacerla valer.
Era tanto el odio que el ayatolá Ruhollah Jomeini tenía en contra de Rushdie que ofreció en su momento una recompensa de tres millones de dólares a quien lograra asesinarlo. Pasó el tiempo y seguramente el escritor se cansó de vivir en esa condición carcelaria sin muros, ya que vivía escondido en un departamento en Londres, se cambió de nombre, es decir, buscó un seudónimo para seguir escribiendo, y todo parecía volver a la normalidad una vez radicado en Nueva York, pero la historia tenía una sorpresa más en su contra.
La novela de “Los versos satánicos” es muy extensa, consta de más de 500 páginas, esto en sí es un factor en su contra, porque pocos lectores completarán esta lectura, además, el autor es complejo, su escritura exige concentración, no es una escritura light, el sentido irónico que posee la vuelve más densa. Además, el realismo mágico que la sustenta la torna aún más desconcertante para un lector ordinario.
Realmente los que la prohibieron le dieron al autor más fama de lo que esperaba, ya que difícilmente la novela va a influir en las multitudes que no podrán completar su lectura. El estilo del autor es denso, posee un trasfondo cultural asiático que refleja su formación inicial en la India.
La India es el país de las religiones, allí ha sido la cuna de las más importantes de Oriente, como lo es el hinduismo y el budismo, que tienen como base el yoga y el tantra, doctrinas de gran influencia en las practicas religiosas de millones de habitantes.
Así como en la biología se habla de especies invasoras, en el ámbito religioso también podemos considerar la existencia de religiones invasoras. Una especie invasora altera el ecosistema donde ingresa de manera abrupta, lo altera y destruye a las especies nativas que allí viven. En el caso de las religiones, podemos considerar que el Islam surgió en el Medio Oriente, con parte de un sistema hebreo cristiano, donde el Corán es el último libro de esta tradición.
Se trata de un libro que recoge la intolerancia y violencia en contra de los impíos y, justifica la violencia bajo la posibilidad de ejercer una guerra de carácter santa en contra de los herejes. A través de las guerras santas de conquista, el Islam se extiende por Asia hacia el sur, la India y África. Como especie invasora, pronto lograría desbancar a las religiones existentes previas, y consolidaría una dominancia hegemónica que le ha permitido crear y dominar estados teocráticos en múltiples países de esa región geopolítica.
La India no estuvo exenta de este tipo de dominación, y después de la liberación del imperio inglés, se dividió, creando el estado paquistaní como exclusivamente musulmán. En este contexto histórico y de intolerancia religiosa, nace Rushdie en la India, posteriormente, muy joven emigra a Inglaterra, donde es educado en el pensamiento crítico, la democracia y las libertades humanas esenciales.
Como buen escritor se volvió muy incómodo para el poder, me refiero que antes de “Los versos satánicos”, contrarió con sus escritos a políticos de la India a quienes criticó asiduamente, y luego transitó de la política a la religión, donde su discurso crítico y mordaz se topó con un líder religioso autoritario e intolerante que se sintió ofendido por la punzante crítica del atrevido escritor y, simplemente, lo mandó asesinar.
Ser escritor implica desarrollar un pensamiento divergente y creativo, también crítico, eso es inevitable, así que siempre habrá gente que se sienta ofendida por este motivo, ya que se tocan temas, especialmente religiosos y políticos que mueven sentimientos de intolerancia y fanatismo, que pueden orillar a actos de violencia como los que ocurrieron en torno a “Los versos satánicos”, donde la fatwa no solo incluía al escritor, también a los editores y traductores, por lo que la incitación a la violencia fue más amplia.
Esperemos que Rushdie se recupere pronto del daño físico recibido, el agresor seguramente va a recibir una condena de muchos años de cárcel, y nuevamente se preguntan los norteamericanos, cómo es posible que estos migrantes o hijos de migrantes no logren asimilarse y aculturarse, de manera natural, a los valores basados en los derechos humanos, como es la tolerancia hacia diversas formas de pensamiento, basadas en la libertades esenciales. Algo, sin duda, está fallando en este proceso de socialización e integración cultural.
El mundo necesita muchos Rushdie, que con una visión crítica de la realidad, logren contribuir con nuevas ideas, que cuestionen los dogmas existentes, que pongan a temblar a los poderosos, tanto en el ámbito de la religión como de la política. Esa es la misión del escritor, cuestionar el status quo, los abusos, la violencia, las injusticias, la intolerancia, la manipulación y el control de las multitudes.
La fatwa le alcanzó 33 años después, pero lo más importante es que el odio del fanatismo no logró su propósito de darle muerte a la voz crítica que trató de silenciar. ¡Viva Rushdie! ¡Viva la libertad de expresión! ¡Viva la conciencia crítica! ¡Viva la libertad de creación artística!
« El Porvenir »




