Opinión Editorial
Pueblos fantasmas
Publicación:29-05-2023
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A lo largo del siglo XX, con la migración rural a las grandes ciudades, el campo se ha despoblado parcialmente.
Pueblos fantasmas
Arturo Delgado Moya
A lo largo del siglo XX, con la migración rural a las grandes ciudades, el campo se ha despoblado parcialmente. Este fenómeno social repercute y se manifiesta en pleno siglo XXI, especialmente en España, Italia y otros países europeos, así como en Canadá, Estados Unidos y México.
El problema de la emigración de estos lugares tiene que ver con la falta de empleo para los jóvenes, así como el envejecimiento de la población, además de la falta de infraestructura. Se trata de áreas rurales donde vive gente retirada, que ya tiene sus propios ingresos, pero la población joven tiene que desplazarse a las ciudades cercanas para encontrar trabajo.
La despoblación es un proceso gradual, donde las personas que habitan un espacio geográfico tienden a abandonarlo por diversos motivos, se manifiesta esta situación principalmente en extensas áreas rurales, con características montañosas, que vuelven a los pueblos de difícil acceso más vulnerables, donde la falta de infraestructura y servicios son factores relevantes.
En el norte de Europa se observa este fenómeno, con 8 a 12 habitantes por kilómetro cuadrado; el área de Laponia es un ejemplo de ello; España se le ha llamado la Laponia del Sur, específicamente el área comprendida por la Serranía Celtibérica, que abarca el norte y centro de aquel país, incluidas las provincias de Cuenca, Guadalajara, Segovia, Burgos, La Rioja, Zaragoza, Castellón y Castilla y León.
Seguramente las aventuras del famoso Don Quijote de la Mancha y su escudero, Sancho Panza, fueron por estos corredores rurales hoy fuertemente despoblados y dotados de gran belleza natural.
Para abonar más al tema, tenemos de forma destacada las provincias de Castilla y León, así como las áreas limítrofes con Portugal, especialmente Extremadura, también al norte con la Cordillera Cantábrica, así como los Pirineos.
Los motivos para el despoblamiento son: desastres naturales, guerras, pestes, inundaciones, sequías, agotamiento de fuentes de empleo (notorio en el caso de la minería), desviación de rutas de acceso (por ejemplo el ferrocarril o autopistas), desplazamiento de fuentes de producción a otra ciudad, burbujas inmobiliarias, crisis económicas, desempleo, hambrunas, contaminación ambiental (especialmente del agua subterránea y el suelo), entre otros.
Para el caso de México, existe histórica y actualmente, una gran migración hacia los Estados Unidos, considerando la cuestión económica, la búsqueda de mejores oportunidades, En Nuevo León hay municipios, especialmente del norte del estado, cuyas familias han emigrado de manera masiva. Sabinas Hidalgo, Los Ramones, China, Dr. Coss, Agualeguas, destacan en esta tradición del "pasaporteado".
De manera más reciente, la migración ha sido motivada por el tema de la inseguridad, que como sabemos sigue muy vigente. Existen varios estados de la república que viven actualmente un fenómeno poco conocido en cuanto a su carácter mediático: el desplazamiento forzado de comunidades por motivo de la violencia de los grupos criminales.
Michoacán, Chiapas y Zacatecas, son los más impactados por este fenómeno de desplazamiento forzado masivo, le siguen Guerrero, Jalisco, Chihuahua, Oaxaca, Tamaulipas y recientemente Nayarit. Las estadísticas gubernamentales no son fiables, pero organizaciones de la sociedad civil han considerado que desde el 2016 se han visto desplazadas alrededor de 379,322 personas.
El problema de desplazamiento forzado es de carácter global, existen 55 millones de desplazados, de estos 48 millones son por motivo de conflicto y violencia, y 7 millones por desastres naturales. En el caso de México se expresa por la actividad del crimen organizado que quema los cultivos o los negocios, también practica el saqueo de viviendas, asesinatos y desaparición de personas de la comunidad. Un 60% de los desplazados huyen a otros municipios o a la sierra, permaneciendo principalmente en el mismo estado.
Las personas desplazadas cuando escapan hacia el extranjero pueden solicitar asilo; en México existe la COMAR (Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados) que apoya para obtener esta condición de refugio a diversos solicitantes provenientes de Centroamérica principalmente, así como de otros lugares del mundo; sin embargo, la mayoría de los desplazados de manera forzada al interior del país no tienen una instancia gubernamental que los apoye.
De manera reciente, ante este vacío institucional, surgieron a nivel nacional y en los estados, iniciativas jurídicas para atender este problema. Esta legislación prevé que se dará asistencia humanitaria por parte del Estado, se creará un registro de las personas en esta condición, se formará un fondo para atender este tipo de situaciones y se implementarán medidas preventivas para evitar que ocurran.
Zacatecas desde el 2022 posee su Ley para la Prevención del Desplazamiento Forzado Interno, el estado de Chiapas fue pionero en este tipo de legislación, desde el 2012 promulgaron la Ley para la Prevención y atención del desplazamiento interno. En el 2020 también Sinaloa expidió la Ley para prevenir, atender y reparar integralmente el Desplazamiento forzado interno; otros seis estados de la república han avanzado en esta línea legal, como Chihuahua, Tamaulipas, Guerrero, Veracruz, entre otros; tienen estas leyes un referente legislativo a nivel nacional emitido en el año 2020.
No podemos negar que existe una legislación relevante para atender la problemática, sin embargo, estas leyes parecen letra muerta, el problema sigue invisible, y las comunidades desplazadas lo hacen con sus propios medios, especialmente por el carácter de emergencia del fenómeno.
Los pueblos fantasmas siguen creciendo en la medida en que la población se desplaza por los motivos antes señalados, es un fenómeno difícil de detener, en una época de grandes flujos migratorios como la actual, donde la gente busca mejores condiciones de vida.
Para el caso de Nuevo León, me parece que la capital y su área metropolitana seguirá atrayendo población migrante, considerando su expansión económica que sigue vigente. El trabajo remoto permitirá que un pequeño sector de la población pueda desplazar su vivienda fuera del área metropolitana, especialmente a los municipios foráneos y rurales próximos. Esta tendencia centrífuga del trabajo remoto me parece una forma tímida pero iniciática para desahogar la presión poblacional sobre la capital del Estado.
Lo único que puede detener esta tendencia centrífuga remota que aún se muestra débil, son los riesgos que pueden agravarse por motivo de la inseguridad, por lo que será necesario que el gobierno estatal continúe y fortalezca la estrategia de seguridad, para blindar al Estado de Nuevo León del dominio de los grupos criminales. Espero que esto último sea factible y no resulte una misión imposible.
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