Banner Edicion Impresa

Opinión Editorial


Nuevo León trashumante


Publicación:29-01-2024
version androidversion iphone

++--

Una de las actividades económicas más importantes del Nuevo Reyno de León.

Una de las actividades económicas más importantes del Nuevo Reyno de León durante los años de su consolidación fue, sin duda, la ganadería trashumante. Durante los siglos XVII y XVIII, el territorio se encontraba escasamente poblado. Se habían fundado para entonces algunas villas, los habitantes eran escasos y había gran aislamiento, no era fácil transitar los caminos.

El gobernador Martín de Zavala pensó que era buena idea alquilar las tierras desocupadas y pronto encontró clientes potenciales. Grandes potentados del interior de la Nueva España, especialmente de las provincias de Hidalgo, Querétaro y Guanajuato, se interesaron en hacer uso del abundante matorral y pasto que había en aquellos lugares de frontera.

La mayoría de esta camarilla habían amasado su fortuna en el campo de la minería, ahora buscaban expandir sus fortunas invirtiendo en ganado vacuno, caprino, equino y ovino. Este último de gran interés económico ya que la esquila les permitía adquirir la preciosa lana para la industria incipiente del tejido.

El gobernador Zavala se vio desesperado intentando encontrar una manera de que el Reyno a su cargo prosperara; así que sin ningún tipo de conciencia ecológica alentó la introducción de miles de cabezas de ganado que literalmente depredaban los verdes campos del noreste. El desequilibrio forestal fue inminente, pronto se perdieron los campos de pastizales, y se convirtieron en campos de matorrales. Doscientos años de pastoreo sistemático impactaron el medio ambiente deteriorándolo inevitablemente.

Los cálculos financieros del gobernador Zavala fueron verdaderamente muy desatinados. Los "Señores de las Minas" eran verdaderos tiburones, evadían impuestos y buscaban grandes ganancias. La decisión de fomentar este tipo de ganadería trashumante llevó para el Reyno de León tres grandes desventajas: (1) la renta de las fértiles tierras nunca contempló un resarcimiento por el daño ecológico infringido; (2) los hacendados descubrieron una mina de oro en materia de inversión en bienes, así que en lugar de rentar las tierras decidieron comprarlas, lo que los convirtió en grandes latifundistas, y el Reyno perdió al no recibir más ingresos por arrendamiento; (3) durante la estancia del ganado en tierras del Reyno el gobernador debía proveer seguridad, por lo que la rafala (grupo de soldados) corría por cuenta del erario real; (4) los grandes tiburones ahora latifundistas y dueños de gran parte del territorio del Reyno nunca invirtieron en obra social, no contribuyeron en crear haciendas, empedrar las villas, construir iglesias, adornar los altares con plata y oro, dar empleo estable a los pobladores, nada, ni un peso, jamás habitaron en estas tierras; (5) la esquila de las ovejas la realizaban en sus pueblos de origen como Guanajuato, Tasco, Zacatecas, Sombrerete, San Luis Potosí, por lo que el quinto real y el diezmo derivado de esta actividad lucrativa nunca se quedó en tierras regias.

El beneficio principal que generó el ganado trashumante fue que, en sus largos itinerarios por la Sierra Madre Oriental, abriéndose paso entre las cañadas miles de cabezas de ganado y cientos de trabajadores, un flujo migratorio permitió el establecimiento de pequeños poblados y haciendas que posteriormente evolucionaron en villas al sur del Reyno.

Matehuala, Pablillo, Galeana, Hidalgo (Tamaulipas), Linares, Montemorelos, Cadereyta y Cerralvo, prosperaron. Una prueba de este corredor migratorio es que detrás de los rebaños y los pastores y soldados, se desplazaba una enorme caravana de personas que deseaban emigrar del centro al norte de la Nueva España. En aquel tiempo los caminos eran inseguros y sólo se podía transitar en carruaje, animales de carga o a pie. Así que pequeños grupos de migrantes se alistaban detrás del ganado y así, en masa, seguían los enormes hatos para sentirse resguardados.

Como paréntesis y a manera de una anécdota familiar, siempre me sorprendió la historia de mi genealogía paterna; aseguraba mi abuelo que su tatarabuelo, era descendiente de un grupo de jóvenes provenientes del centro de la Nueva España. Mi gran duda era cómo se habían desplazado por casi mil kilómetros en aquel tiempo y, cómo habían decidido permanecer en una pequeña comunidad cercana a Montemorelos.

Realmente San Agustín de los Arroyos es un poblado que ni en Google Maps aparece hoy en día, cómo fue que hace más de doscientos años mis ancestros lo encontraron y decidieron permanecer allí. Ahora encuentro claridad a la respuesta que en su momento me proporcionó mi abuelo, ellos llegaron como jóvenes trabajadores de este tipo de actividad económica ligada a la ganadería trashumante, y se establecieron motivados por el trabajo asociado a ésta, siendo Montemorelos una ciudad importante en este recorrido, también conocido como el Camino de los Pastores.

Los campos del noreste eran el paraíso para el ganado durante el otoño e invierno, una descripción de estos tiempos aptos para la trashumancia lo describe perfectamente el historiador Del Hoyo: "dejaban las majadas de verano por el mes de septiembre, al presentarse en el sur las primeras heladas, para cruzar las zonas semidesérticas antes que se agotasen los aguajes y abrevaderos y que el hielo quemase los pastos. Llegaban al Nuevo Reino ya entrado noviembre, para salir a principios de mayo, ya cuando el calor de las llanuras norteñas hacía peligrar a las ovejas y carneros cargados de fina lana, y si no salían antes era para poder cruzar las zonas semidesérticas con las lluvias tempraneras".

La actividad económica de la ganadería trashumante produjo otro beneficio, el surgimiento de los obrajes, espacios de producción de tejidos y textiles derivados de la esquila del ganado ovino. El gobernador Zavala vio en los obrajes una opción para que la economía del Reyno se fortaleciera, proveyendo para ello mano de obra a través de los indígenas que eran esclavizados legalmente.

El daño ecológico fue irreversible, los campos de pastizales compuestos de mezquites, huizaches y retamas, cedieron lugar a campos de matorrales con hierba abundante. La decisión tomada por el gobernador Zavala en 1635 fue decisiva para ello.



« El Porvenir »