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Opinión Editorial


Ana Pérez: vidente y hechicera


Publicación:13-11-2023
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A finales del siglo XVI y principios del siglo XVII, que fue la época en que se llevó a cabo la colonización del Nuevo Reyno de León.

A finales del siglo XVI y principios del siglo XVII, que fue la época en que se llevó a cabo la colonización del Nuevo Reyno de León, la medicina no comprendía a cabalidad los trastornos mentales,  aquéllas personas que los padecían eran considerados posesos, algunos con tan mala suerte que terminaban en la hoguera del Santo Oficio de la Inquisición.

Ana Pérez de Charles fue una joven fundadora de la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey, en el año de 1596. Previamente, una década atrás, junto con sus padres, Juan Pérez de los Ríos y de Agustina de Charles, llegaron de la Villa de Santiago del Saltillo, motivados por las promesas de Luis Carvajal y de la Cueva para establecerse en una ciudad más al este, donde les darían extensas tierras y podrían disfrutar de una abultada servidumbre conformada por indios naturales de la región.

Esta promesa quedó trunca debido a que dicha ciudad quedó despoblada por aquella época. Pero a principios del año de 1596 Diego de Montemayor retomó el proyecto y recibieron la invitación que aceptaron gustosamente. El motivo verdadero detrás de esta decisión, era escapar de los tentáculos del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición. La Villa de Santa Lucía era un lugar más remoto que Santiago del Saltillo, así que confiaban en que las acusaciones que había en su contra no tuvieran repercusiones inmediatas, que se diluyeran con el paso del tiempo y la distancia.

Las denuncias en su contra eran graves, especialmente al provenir de autoridades religiosas.  Fue así que el lunes 04 de octubre de 1593, el fraile de nombre, Pablo de Góngora, franciscano del convento de San Esteban de Saltillo, acusó a Ana Pérez como a su mamá, Agustina de Charles, de practicar la hechicería y otras artes mágicas: "también en esta villa están dos mujeres, madre e hija, la una se llama Agustina de Chabes (sic) y la hija se llama Ana Pérez, y el marido y padre se llama Juan Pérez de los Ríos destas dice un vecino suyo que se llama Melchor Álvarez, que en una jícara de leche que le dieron a un mozo, le hizo perder el sentido que rabiaba del corazón, hasta que con aceites y melesina y otros socorros fue Dios servido de escaparle; a otro mozo mestizo, que se llama Diego de la Mancha, dice también este dicho Melchor Álvarez, que le dieron otro bebedizo, que estuvo mucho tiempo malo y llegó a la muerte, hasta que se fue a una estancia de vacas a tomar la leche, donde echó dos gusanos grandes con pelo; una mestiza que se llama Catalina de Alfaro, que está en la jurisdicción desta villa, se vino a quejar al teniente de alcalde mayor della, que se llama Juan Navarro, diciendo que eran hechiceras, y el dicho Juan Navarro se vino al padre guardián de este convento a decir que tomase el padre guardián la causa e hiciese información de ello..."

Con esta persecución de por medio, el miedo los llevó de manera decidida a aceptar la invitación del capitán Diego de Montemayor. De la familia de Ana Pérez sabemos que eran oriundos del pueblo de Xabotaya, al sureste de la ciudad de Granada, Andalucía,  los padres llegaron a la Nueva España con la expectativa de una nueva vida, considerando que la breve biografía de su hija estaba basada en prejuicios y distorsiones que la gente hacía por considerarla una "donzella endiablada".

En el pueblo de Xabotaya (hoy Soportújar) donde nació un martes 08 de marzo de 1566, una gitana que le conoció de pequeña la llamó Vidara, como vaticinio a su poder de clarividencia, su capacidad para hechizar a las personas, de generar visiones y su poder mágico para alterar la percepción de la realidad, creando ilusiones en las personas que le conocían. También le predijo que sus dones espirituales serían mal interpretados y que sería perseguida hasta la muerte, por lo que tendría que vivir errante huyendo de su propio destino.

La familia tomó muy en serio las visiones proféticas de la vidente gitana y fue así abandonó en el año de 1580 la Alpujarra Granadina, viajaron con la gente de Luis Carvajal y de la Cueva, primero se instalaron en la Ciudad de México, luego en Zacatecas, posteriormente en la Villa de Santiago del Saltillo, en 1596 participaron como fundadores de la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey.

Según narra el cronista García de Luna, escribano de guerra de Luis Carvajal y de la Cueva, en los manuscritos digitalizados en el archivo histórico de la Beinecke Rare Book and Manuscript Library de la Universidad de Yale, Ana Pérez tuvo un lugar destacado en el proceso y estancia carcelaria en el palacio virreinal.   Fue el mismo gobernador y fundador del Nuevo Reyno de León quien le solicitó a García de Luna, en el mes de febrero de 1590, que viajara a la Villa de Santiago del Saltillo para que Ana Pérez intercediera espiritualmente por él, al verse aquejado por espíritus malignos que lo atacaban en la oscuridad de su celda.

En esa época Ana Pérez era joven, pero gozaba ya de cierto reconocimiento y fama por sus poderes psíquicos. Parte de esta visión de sufrimiento del gobernador la recoge el cronista: "Una figura se esfuma, sombra se vuelve, presagio de pérdida, traición latente, temor y penumbra..."

Respecto a la familia de Ana Pérez se sabe que tuvo un hermano gemelo, al parecer con ciertas limitaciones cognitivas, probablemente desarrolló un problema de ansiedad y depresión. Se ahorcó atando una cuerda a un álamo en el huerto familiar, durante la estancia de la familia en Zacatecas, esto sucedió en el invierno del año 1584. La tragedia motivó a la familia a cambiar su residencia al siguiente año a la Villa de Santiago del Saltillo.

Al llegar a esta nueva localidad, no se hablaba más que de una cosa: el casamiento de don Alberto del Canto con Estefanía de Montemayor Porcallo. Respecto a la tragedia donde la mamá de Estefanía, Juana Porcallo de la Cerda murió apuñalada por Diego de Montemayor en el año de 1581, meses antes Ana Pérez tuvo una visión que quedó documentada por testigos que posteriormente colaborarían en la inquisición del Santo Oficio, así la describen: "Bruja mística, portadora de claridad, cuenta cuentos, relatos del destino, sabe, vislumbra, con verdad innata, la atroz desventura de Diego y Juana... la bruja predice el destino infame,

entre susurros en la brisa yacente, revela el delito, el tormento en cruel..."

Ana Pérez también vaticinó con visiones y con el uso clarividente de la baraja española, la muerte del capitán Lucas de Linares en 1587, el cruel castigo inquisitorial de  Luis Carvajal el Mozo y de su familia en diciembre de 1596, la inundación trágica de la Villa de Santa Lucía en octubre de 1611, así como la primera sublevación de indios en la ciudad de Monterrey ocurrida en febrero de 1624, también la muerte del Guajuco que tuvo lugar en 1625, entre otros eventos de gran trascendencia para la ciudad.

En el año de 1626 el Santo Oficio retomó su proceso, Ana Pérez tuvo que abandonar su amada Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey, trasladarse furtivamente al este, instalándose en la Villa de San Gregorio de Cerralvo, allí residió esperando que el brazo inquisitorial no llegara hasta esas latitudes.  En el año de 1638 el Cabildo realizó un censo de los pobladores del lugar, pero el nombre de Ana Pérez no pudo ser identificado como residente.



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