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Opinión Editorial


No me vuelvo a enamorar


Publicación:17-03-2020
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Al estar profundamente enamorados, idealizamos con intensidad a nuestra cónyuge o novia, tenemos la vista empañada y no alcanzamos a ver la realidad.

¿Qué le habrá querido decir el finado cantautor mexicano Juan Gabriel a Ana Sol y a todos sus fans con su célebre canción?  No lo sabremos, pero hablando en sentido neuroquímico, sabemos que el enamoramiento provoca un ingente deseo, una obsesión, un hechizo donde intervienen en nuestro cerebro potentes neurotransmisores como la dopamina equivalente a una droga adictiva.  Al estar profundamente enamorados, idealizamos con intensidad a nuestra conyuge o novia, tenemos la vista empañada y no alcanzamos a ver la realidad.  Tan es así que, según el Código de Derecho Canónico número 1095, aquellos que se dicen perdidamente enamorados a la hora de contraer nupcias, al carecer de uso de razón son incapaces y por ende, pudieran justificar la nulidad.  Lo anterior habría que verlo con un grano de sal pues no hay un saco a la medida para todos y cada caso es distinto.  Pero, ¿qué podemos aprender de las consecuencias de un ciego enamoramiento? Aunque no es la única ni la principal causa de divorcio, sí es una de ellas y al menos 9 países de Europa son los punteros mundiales con porcentajes entre 54-71%.  Todo esto se traduce directamente en una diáfana y lastimosa erosión del tejido social.

Hablando de enamoramiento, pareciera que algunos políticos o servidores públicos tienen una opacidad en la lente natural de ambos ojos que les impide ver la realidad de las consecuencias del coronavirus en sus economías.  La respuesta preventiva de los líderes mundiales ha variado desde toque de queda con multas a quien se sorprenda en la calle sin causa justificada, prohibición de vuelos entrantes y cancelación de eventos públicos, hasta respuestas absurdas y patéticas como la negación de lo inevitable invitándolos a abrazarse o la exhortando a los ciudadanos a una inmunización colectiva y rápida a través de contactos masivos.  Nadie sabe con precisión que tan fuerte será la desaceleración o recesión económica y no sabemos si verdaderamente terminará infectando al 60% de la población mundial. Lo que sí sabemos es que ya está causando estragos en al cadena de suministro y obligará a tomar medidas correctivas emergentes.  El “think tank Center for Strategic and International Studies” pronostica que la inversión directa extranjera mundial pudiera decrecer hasta 15%, la venta de autos en China cayó 80% solo en febrero y la caída en los precios de petróleo por el desacuerdo entre Arabia Saudita y Rusia está directamente ligada a una baja en la demanda de crudo por parte de China, misma que ha reverberado en el precio del crudo mexicano.  Somos vedaredamente la Aldea Global de la que habló Marshall McLuhan.  Ahora bien, el grado de daño será directamente proporcional a la rapidez con la que las naciones contengan el virus y la candidad y calidad de apoyo gubernamental para menguar el impacto económico.  Pero, ¿Qué están haciendo las naciones más visionarias?

Quisiera ilustrar las encomiables decisiones de algunos mandamases que obedecen más a un análisis concienzudo de buscar el bien de sus connacionales, que a un sentimiento romántico o ideología surrealista.  Como ejemplo cito al vecino país del norte donde el Banco de la Reserva Federal redujo el 3 de marzo la tasa de interés en 0.5% para luego bajarla 1% más en marzo 15, dejándola casi en cero; la más baja desde la crisis hipotecaria de 2008.  Igualmente realizó una recompra de bonos por USD$1.5 billones para aumentar la liquidez de la banca de primer piso y así ofrecer prestamos más atractivos.  Igualmente el Presidente Trump declaró estado de emergencia permitiéndole liberar USD$50 millardos en ayuda para sus estados y territorios con miras a amainar el número de despidos y ofrecer créditos blandos para que las PYMES puedan paliar la crisis.  Corea del Sur, Canada, Alemania, China y muchos otros han tomado medidas similares a las de EE.UU. con la intención de estimular sus economías: bajando las tasas de interés, eliminando o reduciendo impuestos, ofreciendo garantías líquidas para créditos blandos, reduciendo el porcentaje obligado de capital para préstamos bancarios y hasta pagando la renta de las personas que habitan viviendas populares.  Otras medidas que pretenden una rápida recuperación económica han sido; seguros de desempleo, becas y subsidios para PYMES.  Es de todos bien sabido que, después de la tormenta viene la calma y despues de la lluvia sale el sol.  Entónces, ¿qué pudiéramos esperar después del COVID19?

Luego de esta crisis planetaria, económica y humanitaria, pudiera haber un reacomodo; un nuevo orden mundial con cabales ganadores y patentes perdedores; habrá Estados resentidos con otros y estados confrontadados con sus vecinos; habrá más pobres y muchos otros que no vivirán para contarlo. Seguramente el Coronavirus cambiará la geopolítica más allá de los tratados internacionales, convenios multinacionales y guerras comerciales, poniendo a prueba los límites a los conceptos de unidad y unión. 

Finalmente, el COVID19 quizás no pase a la historia como el virus más mortífero; la infulenza en sus distintas mutaciones fue responsable de la muerte de 1 millón de personas en 1989, 20-50 millones en 1918, 2 millones en 1956 y un más en 1918.  Lo que sí lo diferencia de virus anteriores es la cantidad de información y colaboración internacional, de modo tal que ningún lider a nivel mundial podrá decir que no sabía o que tenía otros datos.  La historia y los ciudadanos se encargarán de juzgar por igual a los líderes enamorados y negligentes que no alcanzaron o no quisieron ver la realidad y a los pragmáticos que hicieron lo deseable dentro de lo posible para menguar y remediar los daños directos y colaterales. 



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