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Opinión Editorial


Fundamentos pre políticos de la democracia


Publicación:26-05-2021
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Fundamentos pre políticos de la democracia

Hace algunos años viajé a Indochina a hacer una investigación de mercado y, entre los países recorridos, estuvo la República Democrática Popular Lao (Laos).  Para mi sorpresa, a escasas horas de haberme instalado en un pequeño y austero hotel, toca a mi puerta el recepcionista para informarme que había sido convidado a una cena en casa del representante del equipo de Naciones Unidas (UNCT).  Por osado y curioso, quizás de más, acepté la singularmente extraña invitación. Resulta que el directivo del organismo multinacional era un mexicano quien, conociendo que había un paisano suyo en ese remoto y exótico país, me invitó a su fiesta de cumpleaños. Pues bien, sucede que el compatriota estaba casado con una nicaragüense mucho más joven que él quién, envalentonada por el alcohol, a todos sorprendió diciendo: “Comprendo el enorme daño que ha provocado el Sandinismo, pero yo nací sandinista y moriré sandinista”. Caray, ¿qué tiene esa perversa ideología socialista y populista que se arraiga en las personas de modo tal que la defiendan a capa y espada?, ¿cómo pudo la pequeña y empobrecida isla de Cuba esparcir su veneno y convencer a Nicaragua, Venezuela y Bolivia, entre otros, que el Socialismo del Siglo XXI era el camino por seguir?

Al respecto, una neurocirujana cubana quien en sus años mozos fue amiga de Fidel Castro, Hilda Molina, lo atribuye al odio y resentimiento de los desposeídos, de “los olvidados”.  Ella afirma que es un tema sicológico, un secuestro neuronal que contamina y captura al entendimiento de las personas privándolas de su libertad de pensamiento.  Ella lo define como una revolución silente que, en colusión con los medios de comunicación y los sistemas educativos, desde tempana edad avivan el latente resentimiento de los indigentes e infiltran contenidos subversivos que encienden el odio.

Ahondando más en ello, es como la tesis del comunista italiano Antonio Gramsci, pero sustituyendo la palabra “burguesía” por “socialismo”. Ese pensador italiano lo entendía como una hegemonía cultural de clases dominantes, los populistas, que ejercen poder sobre las clases sometidas, los resentidos.  Es así como los dominados desarrollan una “unión sagrada” con sus explotadores ideológicos al ser adoctrinados y controlados a través del sistema educativo, los medios de comunicación y hasta instituciones religiosas. De alguna forma, el socialismo logra amalgamar a todos los resentidos y propensos al odio, indistintamente del nivel socioeconómico, en un proyecto común denominado Socialismo del Siglo XXI.

Considerando el porcentaje de pobres en los países latinoamericanos y su consecuente resentimiento, pareciera que la amenaza socialista estará siempre al asecho, lista para instalarse o regresar al poder, irónicamente, por vías democráticas. Entonces, ¿cómo blindar a los países de dichas aviesas ideologías antidemocráticas por antonomasia?

El Dr. Rodrigo Guerra López propone regresar a los fundamentos pre políticos de la democracia: la escuela, la familia y la iglesia.  Curiosamente, dicha ecuación coincide con la de Gramsci en que tanto que la escuela como la iglesia son insustituibles mensajeros, pero en vez de los medios de comunicación, considera a la familia como el tercer pilar de la misiva.  En esencia, los canales para expresar el mensaje son los mismos, pero opuestos en su contenido y su fin. 

Para el caso de México, el Dr. Guerra plantea regresar a una educación humanista integral y no solo técnica. El filósofo sostiene que el humanismo conformado por valores cívicos y virtudes humanas es inherente al desarrollo de una nación.  ¿Cómo puede México tener un país que defienda la democracia, sinónimo de libertades individuales, si no se refuerza desde la escuela?, ¿cómo esperar que el pueblo se rija por valores y principios si se habla de antivalores en los libros de texto? Es un hecho, la educación puramente técnica no basta.  

El segundo sostén es la familia nuclear junto con la familia ampliada la cual refuerza la red de soporte.  La sociedad mexicana es privilegiada ya que, cuando un familiar entra en crisis, los demás salen al quite, “echándole más agua a los frijoles”. En el caso de que una jovencita resultara embarazada fuera del matrimonio, el papá despotrica un día, pero al día siguiente, por insistencia de su esposa, planean el bautismo en familia.  Entre más sólida sea la cultura familiar, más resistente será la sociedad a ser víctima de un individualismo manipulable.

El tercer pilar es la iglesia, las iglesias y la espiritualidad del mexicano sostenida fuertemente en su íntimo amor a la Virgen de Guadalupe. Esto es consustancial a la mexicanidad.

Ahora bien, ante el neopopulismo del partido gobernante que amenaza con provocar un daño sinigual, el pueblo mexicano tendrá que recurrir a lo fundamental para evitar una calamidad mayor.  Son casi tres años de ataques a los contrapesos democráticos, el país acumula 25 meses con inversión interanual negativa, 12 millones de nuevos pobres y la pobreza laboral, entendida como quienes no alcanzan a adquirir con su sueldo la canasta básica, ha subido de 35 a 39.4%.  De cara a la mayor crisis de los últimos cien años, la familia, la escuela y la iglesia tendrán que cerrar la brecha entre la ética y lo monetario, entre la economía de mercado y la economía social, entre el enriquecimiento individual desproporcionado y la empatía y cuidado de los pobres.  Sin duda, será siempre mejor actuar que desear haberlo hecho.



« Eugenio José Reyes Guzmán »