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Opinión Editorial


Esa pasión mortal llamada fentanilo


Publicación:09-04-2025
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Desde que el mundo es mundo los humanos han consumido, del cielo, mar y tierra, distintas hiervas, animales, preparado sustancias y demás brebajes. Entre las plantas se han encontrado las más variadas en sus tipos y efectos. Se las han empleado en rituales, momentos vitales de transición y procesos de curación. Inclusive muchas de ellas se consumen hasta nuestros días. Sin embargo, no fue sino hasta el siglo XX que el consumo de ciertas hiervas, sustancias y drogas de diseño cobró un auge en el mercado global como un producto de consumo para la recreación.

A lo largo y ancho de la historia el consumo de drogas se ha inscrito en contextos religiosos como ingrediente de rituales ancestrales, contextos místicos, políticos y de ejercicio de alguna actividad de la vida cotidiana, como amplificador de la fuerza o la sensibilidad por ejemplo, el mascar la hoja de coca para subir escarpadas laderas en Perú, pasando por un uso relajante y como analgésico para intentar olvidar los traumas de la guerra y las dictaduras, como un medio para buscar reivindicar los valores de libertad, justicia y paz, el pace and love, para soportar largas jornadas de trabajo en industrias y hospitales, una ampliación médica en tratamientos y procedimientos quirúrgicos, hasta un consumo con miras a una expansión de consciencia, sentir que se es uno con el todo, que se viaja a otras dimensiones, no estar presente, no sentir, poder aprovechar más el tiempo, la fiesta y el baile, para amplificar el disfrute del concierto de música electrónica o cualquier otro tipo de festival, relajarse después de una ardua jornada de trabajo, hasta un uso "medicinal" auto prescrito para poder bajar el switch después de un momento estresante, conseguir focalizarse, dormir, manejar la ansiedad, tener relaciones sexuales, alcanzar una erección, etc. 

Todos y cada uno de esos contextos, los discursos que los sustentan organizan tanto las prácticas de consumo, la relación entre los usuarios de dichas prótesis químicas, los compradores y vendedores, el mercado legal e ilegal, las autoridades del orden y las sanitarias, en una polifonía caótica que, seguramente, no conocerá fin, ya que cada contexto y participante tiene algo en juego en el consumo, venta, combate...

Dentro de las drogas de mayor consumo, o sus aditivos para potenciar sus efectos, está el fentanilo, un opiáceo mucho más potente que la morfina y que, se comercializado para mezclar con diversas drogas. Producto que ha tenido una impresionante demanda en todo el mundo, principalmente en los EUA. Cosa curiosa y que no deja de llamar la atención por la obviedad que expresa: ¿será que el sentir y experimentar la vida se vuelto insoportable al grado de buscar una vía de salida, de adormecimiento que calme algo aquello insoportable de sí mismo y de la realidad que no se consigue superar, hacer algo diferente con esos dolores existenciales? 




« Camilo E. Ramírez »