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Opinión Editorial


El retorno al capitalismo


Publicación:12-05-2021
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Considerando lo que está en juego, los empresarios tendrán que ser genuinamente socialmente responsables

La semana pasada la Comunidad de Madrid concluyó su jornada electoral diciendo “gracias” por la ventajosa victoria de Isabel Díaz Ayuso del Partido Populista (PP) sobre la izquierda encabezada por el Partido Popular Obrero Español y PODEMOS.  Pero es que el PP arrasó en los comicios alcanzando más votos que todos los partidos de izquierda juntos.

De la misma forma, el mes pasado en segunda vuelta electoral, Ecuador se libró de caer en las garras del candidato partidario del Socialismo del Siglo XXI, al ganar el aspirante de la derecha Guillermo Lasso. El presidente electo supo explotar correctamente al menos tres conceptos: su imagen de hombre de clase media que se convirtió en accionista del Banco de Guayaquil, su apuesta por el libre mercado y la iniciativa privada y el pavor del pueblo ecuatoriano de regresar al socialismo que imperó por 15 años en esa nación.

El tema es que tanto Isabel Díaz Ayuso como Guillermo Lasso tendrán una cortísima ventana de solo cuatro años para levantar sus respectivas economías en medio de la peor crisis social, sanitaria y monetaria que ha visto el mundo en cien años. Ambos mandatarios tienen claro que habrá que crear las condiciones para que los empresarios ofrezcan más y mejores oportunidades de empleos. 

Por otro lado, los dos timoneles saben a cabalidad que las políticas sectarias, los infames e inmisericordes ataques de los políticos de izquierda hacia la libre empresa y sus engañosas diatribas, frecuentemente hacen eco en quienes viven en la pobreza.  Siendo así, será fundamental durante sus mandatos voltear a ver a los más pobres, apoyarlos con políticas sociales y darles esperanza.  Si no lo hicieran, la aviesa y dañina izquierda española e iberoamericana, que siempre está al acecho, pudiera con engaños retornar. Es increíble cuan delicada y frágil es la democracia capitalista siempre sujeta al péndulo que la lleva a la oclocracia. El perene reto es, ¿cómo blindarla?

Existe suficiente evidencia para aseverar que los medios de producción en manos de perversos y tozudos gobiernos de izquierda, socialistas o comunistas, fracasan y provocan mayor miseria. Los mismos líderes populistas saben perfectamente bien que son los empresarios quienes resuelven los problemas generando riqueza y empleos. Los demagogos comprenden que, al destruir a los empresarios, inexorablemente acaban con la línea de vida de sus gastos, los impuestos.  Alguna vez escuché al socialista y polémico pero auténtico expresidente uruguayo, José Mujica, decir: “No soy bobo … somos hijos del capitalismo que desató en el mundo una cosa maravillosa, multiplicó el trabajo por todas partes y cambió al mundo”. Y continuó diciendo: “Todos somos capitalistas y hasta los socialistas más revolucionarios y “progresistas” no renuncian a las mieles del capitalismo”.

Ante lo anterior, la pregunta resultante es, ¿por qué insisten los radicales gobiernos socialistas en engrosar empresas paraestatales monopólicas y en acabar con los necesarios contrapesos en el gobierno?, ¿para qué obstinarse en nocivas estratagemas que han probado infligir un indubitable infortunio en países como Venezuela, Nicaragua y Argentina? No lo sé, quizás esas personas verdaderamente personifiquen al mal.

Volviendo a los cuatro años de oportunidad para que Díaz Ayuso y Lasso traduzcan el crecimiento económico en percepción de una justa distribución social, creo que no podrán sin la ayuda de lo empresarios.

Al respecto, hace unos días advertía Bernie Sanders que 650 multimillonarios estadounidenses habían incrementado su riqueza en más de USD$1 millón de millones durante la pandemia y que el 1% más rico poseía más bienes que el 92% más pobre.  Con esos crudos números y el indiferente silencio de los virtuosos empresarios, el atractivo mensaje de los demagogos, populistas y socialistas tristemente se pudiera volver a escuchar.  No por nada clama el Papa Francisco: “Que lejos está el mundo de las grandes finanzas de la vida de la mayoría de las personas”.  

Considerando lo que está en juego, los empresarios tendrán que ser genuinamente socialmente responsables. Habrá que explorar conceptos como empresas “purpose” que destinan hasta el 80% de su utilidad a fines sociales, o ideas como la de valor compartido de Michael Porter.  También tendrá sentido aprender de lo que hicieron Don Isaac Garza Garza e hijos en materia de salud, educación y vivienda para sus colaboradores. Creo, humildemente, que será pertinente reconocer que parte de lo que diferenció a los virtuosos empresarios regiomontanos del siglo pasado con los de ahora, fueron sus firmes bases jesuitas, franciscanas o marianas y su diáfano entendimiento sobre la doctrina social de la iglesia.

Hace unos días leí una frase que decía: “Enseña a tus hijos a seguir a Cristo o el mundo los enseñará a no hacerlo”. Igualmente creo, que si entre gobierno, sociedad y empresarios no le enseñamos al pueblo a valorar al capitalismo y la democracia, el Socialismo del Siglo XXI lo enseñará a no hacerlo.



« Eugenio José Reyes Guzmán »