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Opinión Editorial


El Bronco: la punta del iceberg


Publicación:21-03-2022
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Haciendo referencia el gobernador del estado de Nuevo León, sobre el caso del exmandatario estatal, Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón.

Haciendo referencia el gobernador del estado de Nuevo León, sobre el caso del exmandatario estatal, Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón, conocido como El Bronco, señaló que su detención se  trata de una  acción que representa el develamiento de “la punta del iceberg”.  Por lo que podemos esperar que las investigaciones sobre este caso, se profundicen y que sean vinculados a proceso más exfuncionarios del gobierno estatal anterior y también, cómplices dedicados a la operación de diversas empresas que proveían de servicios y materiales de forma dudosa, en cuanto a la legalidad de sus actos.

La metáfora del iceberg también me gusta, ya que hace referencia a un estado de frialdad, de un contenido helado, y así le cayó la orden de aprehensión al exgobernador, como balde de agua helada, sorprendiéndole la autoridad ministerial en un rancho en General Terán; al parecer ya lo intuía porque una acción como ésta posee un trasfondo donde el sujeto ahora apresado, conoce los antecedentes del caso y sospecha en consecuencia. Así lo manifestó cuando en un discurso de la toma de protesta del alcalde regiomontano, hizo referencia a que él solito se entregaba, no necesitaban búscalo, que se rendiría tal como Juan Menchaca (esta última referencia me motivó para ver nuevamente, acompañado de mi querida esposa María Luisa, la película de Pedro Infante, Los Gavilanes).

No podemos negar que la aprehensión del Bronco nos sorprendió, y  permitió ver la frialdad en la decisión del gobernador de Nuevo León, Samuel García Sepúlveda, que desde el punto de vista mediático y político esta acción en contra de la impunidad ha representado todo un éxito para el mandatario estatal. El significado de una operación como ésta ubica a García Sepúlveda  como un discípulo muy aventajado del discurso exitoso del presidente Andrés Manuel López Obrador, que sin pertenecer al mismo partido político, el gobernador emecista, logró identificar que el discurso anticorrupción brinda grandes beneficios mediáticos y electorales. Inclusive podríamos decir que en este rubro el discípulo superó al maestro, considerando que García Sepúlveda logró en un día, con una acción contundente como ésta, lo que el presidente mexicano no ha logrado a pesar de intentarlo una y otra vez con los casos de Emilio Lozoya y Rosario Robles, que no han conseguido el éxito mediático que ganó el caso del Bronco.

Esta decisión fría y calculada de García Sepúlveda, posee un conjunto de antecedentes desde que El Bronco era gobernador e intentó alcanzar, como candidato,  la presidencia de la república, en aquel tiempo se conoció el caso de las Broncofirmas, donde  Rodríguez Calderón utilizó recursos públicos para financiar su campaña, desde entonces el entonces legislador García Sepúlveda intentó desaforar al Bronco, pero no tuvo éxito, ahora desde el poder de la silla de  gobernador, no lo dudó y obró en consecuencia.

García Sepúlveda atendió con precisión las leyes no escritas del poder, una de ellas señala que si posees un enemigo no puedes tener misericordia de él, no debes dejar ir la oportunidad para acabarlo, y otra ley aparentemente la contradice, pero permite igualmente acrecentar el poder de quien la ejerce, se trata de indultar al enemigo buscando que éste en gratitud se torne profundamente leal a quien le perdonó la vida.

Samuel García se apegó a los recursos legales que contaba para encerrar al Bronco y también lo impulsó una sed de venganza política, una vendetta muy clara que lo motiva profundamente, resultado de la lucha de poder previa que tuvo con el exmandatario cuando era legislador.

Es interesante observar y comparar los inicios de gobierno de ambos mandatarios en su momento, y un factor que está jugando a favor del actual y lo hizo en contra del anterior, es la preparación académica que es muy notoria. El Bronco despreciaba la cultura intelectual, le parecía una pérdida de tiempo, mientras que el gobernador actual posee tres doctorados, uno de ellos en la Universidad Autónoma de Nuevo León, por lo que no podemos negar que es un verdadero estudiante que no pretende seguir una carrera académica, pero que sí busca utilizar su conocimiento para ejercer su profesión, y como bien se dice en el argot académico: el conocimiento es poder.

Llama la atención que El Bronco al inicio de su mandato, cuando las expectativas en su gobierno eran muy altas, intentó hacer justicia y procesar al exmandatario Rodrigo Medina de la Cruz, pero no logró que éste permanecería en el penal por más de 16 horas. Alegó en su momento El Bronco que esto se debía a que Medina de la Cruz  contaba con apoyo del gobierno federal y de su partido, lo cual no dudamos.

El caso del Broco es realmente preocupante para él y su familia ya que políticamente está desahuciado, el exgobernador está herido de muerte, no tiene quién vea por él, solamente se presentó Manuel de la O, quien seguramente impulsado por su vocación médica, decidió arriesgarse y visitarlo en el penal.

El Bronco no tiene nadie que lo ayude, nadie que lo proteja políticamente, sus amigos están escondidos, temerosos de que la siguiente orden de aprehensión los alcance, tampoco posee apoyo desde la presidencia; sabemos que cuando fue candidato en el 2018 compitió con el actual presidente, e insistió en aquello de que no se debía mantener a vividores de la política, gente que no trabaja y sólo vive del recurso público, en clara alusión al entonces candidato de Morena y hoy presidente de México.  En pocas palabras, desde el 2018 El Bronco se echó, él solito, la soga al cuello; y hoy, cuatro años después, el gobernador neoleonés, la estiró y la sigue jalando, para que El Bronco aflore como el gran ahorcado, imagen  que representa, sin duda, de forma clara  su condición actual.

La vida no deja de sorprendernos, hay que vivir para ver dice un antiguo proverbio popular, y el caso del Bronco impresiona porque es un personaje que logró llegar a la máxima aspiración que puede tener un político, gobernar su estado, sin embargo, no logró dominar la ambición de su ego, sus aspiraciones extremas lo llevaron a una aventura sin regreso, en donde apostó todo su capital político, muy abundante sin duda, y lo derrochó.

Además, El Bronco no sólo fracasó en  su candidatura a la presidencia, también estuvo a punto de perder su cargo como gobernador, y hoy en día está a punto de inutilizar su libertad por muchos años, al menos lo que resta del sexenio (hasta el 2027), considerando que en este trance los amigos lo han abandonado  y los enemigos son muchos. La cabeza del Bronco ha rodado, y con ello podemos constatar rotundamente, que en la rueda de la fortuna política le tocó perder.




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