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Opinión Editorial


Cumbre de la Celac en México


Publicación:20-09-2021
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El sábado pasado, 18 de septiembre, se llevó a cabo en la Ciudad de México, la VI Conferencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe.

El sábado pasado, 18 de septiembre, se llevó a cabo en la Ciudad de México, la VI Conferencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, con el propósito de establecer un diálogo para lograr acuerdos que impulsen el desarrollo económico y social de esta región.

Se trató de una reunión muy importante para los fines de cooperación y acuerdos entre los estados miembros, así también, como parte de un trabajo de diplomacia fina por parte del canciller mexicano, Marcelo Ebrard, quien tiene aspiraciones para participar como candidato presidencial por parte del partido de Morena en las futuras elecciones de 2024; así que tiene que quedar bien con su jefe, el presidente mexicano, especialmente en una encomienda tan trascendente.

Acudieron al evento 17 jefes de estado, dos vicepresidentes, así como  nueve cancilleres de otros países de la región.  El punto de la discordia entre los participantes fue principalmente de tipo ideológico:  ¿Hasta dónde aceptar que tres regímenes políticos allí representados no posean un sistema político democrático, sino que actúen como dictaduras acallando a la oposición interna en sus países, con presos políticos  y con una élite política que no permite competencia  por parte de ningún partido político, ya que están proscritos, así como censurando a los medios de comunicación que tienen como función la crítica al poder político?

El presidente de Uruguay, Lacalle Pou y, también el de Paraguay, Abdo Benítez, levantaron la voz para señalar que su presencia no avalaba los regímenes dictatoriales, inmediatamente se escuchó la palabra del presidente venezolano, Nicolás Maduro, quien aseguró estar listo para debatir sobre los conceptos de democracia, derechos humanos, neoliberalismo, entre otros temas.

En realidad el trabajo político diplomático no inició el día 18, sino dos días antes, desde el 16, Día de la Independencia de México, donde le presidente mexicano  invitó a la ceremonia oficial realizada por este motivo, al presidente cubano Miguel Díaz-Canel.  

Todo esto motivó que exiliados cubanos en México protestaran frente a la embajada cubana por obvias razones, ya que como recordamos, recientemente se llevaron a cabo diversas manifestaciones de ciudadanos cubanos que fueron reprimidas violentamente por grupos de jóvenes con bates y palos para acallarlos, siendo  vinculados estos grupos represores al gobierno cubano.

Los grandes ausentes fueron Argentina, donde el presidente Alberto Fernández, tuvo que atender una crisis política interna que le impidió asistir, su representante venía en camino  y  literalmente,  en el avión “le dieron avión”, cuando llegó a México ya no era canciller, había sido sustituido así como todo el gabinete del presidente argentino.

Los presidentes de Colombia, Chile  y Brasil tampoco estuvieron presentes, consideraron que su presencia daría el mensaje de que avalaban al régimen de Maduro que estaba allí presente. Los grandes ganadores de esta VI reunión de la Celac fueron, sin duda, el presidente de Venezuela y el presidente de Cuba.

Ambos gobiernos recibieron el respaldo del presidente mexicano quien convocaba a la reunión y, además  que abogó por ellos, especialmente por el gobierno cubano, solicitando al gobierno de Estados Unidos cambiar su política de “embargo” hacia la isla; además, ambos gobiernos, el cubano y el venezolano, lograron hacer presencia mediática muy favorable para mejorar su imagen ante el mundo.

El presidente cubano en su intervención durante la ceremonia del Día de Independencia, utilizó el recurso retórico literario, recurriendo a diversas citas de escritores cubanos y mexicanos importantes, que destacan la unión, la historia compartida  y el vínculo afectivo entre ambos pueblos.

El presidente cubano se mostró como una persona culturalmente bien instruida, y las frases poéticas que citó fueron muy emotivas, además de la actitud de agradecimiento hacia el gobierno mexicano, aspectos que le suman a su imagen política.

El presidente venezolano utilizó los elementos carismáticos de liderazgo político para tratar de comunicar su entusiasmo por estar  presente en esa reunión de la Celac, además, en su participación no se quedó callado, al contrario, desafió a los presidentes de derecha que lo cuestionaban,  y los convocó a un debate sobre democracia, lo cual levantó aplausos entre los asistentes a la Conferencia. Estos aplausos espontáneos reflejaron el hecho innegable que los presidentes de Cuba y Venezuela, estaban en territorio amigo, gobernado por  una 4T “communist friendly”.

Con este magno evento diplomático, el presidente mexicano confirma su identidad socialista, lo había hecho ya con el rescate del presidente Evo Morales, pero ahora profundiza su postura política y se muestra como un líder latinoamericano que pretende establecer una interlocución con las contrapartes de Estados Unidos y Canadá. Obviamente los políticos conservadores y republicanos de estos países no ven con buenos ojos estas acciones desafiantes del presidente mexicano, especialmente los grupos de migrantes desplazados por estos regímenes y que ahora representan comunidades que exigen, desde el exilio,  fin a estas dictaduras.

Desde hace tiempo se ha señalado la contraposición interna entre los conceptos de igualdad y el de libertad, se ha manejado que no se puede tener ambos a la vez, que uno demerita al otro, estableciendo entre ellos una relación inversamente proporcional. Esta contradicción es la que han aprovechado los gobiernos populistas de izquierda, donde un líder que lucha contra las élites y la desigualdad, ofrece liberar al pueblo de este yugo, siempre y cuando acepten el gobierno dictatorial  que los salvará de esta condición de injusticia.

El socialismo es una fase superior del capitalismo, Marx lo planteaba desde una perspectiva evolutiva, una evolución necesaria e inevitable, lo interpretaba desde una perspectiva violenta propia de la lucha de clases. Después Lenin inventó la necesidad de una dictadura del proletariado para llevar a cabo esta transición; y  ahí estuvo el problema.

No se puede ofrecer igualdad pidiendo a la gente que renuncie a su libertad; a pesar de ello, el socialismo está inevitablemente en el futuro de la humanidad porque no se puede sostener un mundo basado en una desigualdad que genera de manera permanente injusticia y violencia. Los estados entenderán que  es fundamental contar con políticas económicas y sociales que incluyan la voz de los que están en la parte inferior de la pirámide social.

Para escuchar la voz de los desposeídos, de los excluidos, se requieren políticas económicas y sociales que sean incluyentes, por lo que el estado tiene como meta redistribuir la riqueza que se genera. Esto debe tener como propósito fortalecer las clases medias y disminuir la pobreza, la pobreza extrema así como la riqueza excesiva.

Lo más impresionante es que no se puede pensar a futuro  el socialismo sin la democracia. Para que la inclusión económica y social sea posible se requiere de una participación de los de abajo, que puedan participar en las decisiones políticas, y esto solo puede ser posible en un sistema de vida social democrático, de una robusta democracia formal, liberal, así como social y participativa. 




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