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Opinión Editorial


Con mirada bifocal


Publicación:21-04-2021
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El gobierno mexicano ha tenido un inconmensurable costo de oportunidad al rezagarse más que otras 26 naciones en el mismo período

El sábado pasado, mi esposa y yo tuvimos el sinigual privilegio de asistir a la ordenación sacerdotal con carisma schoenstattiano de Fernando Martínez Uribe. Durante esa preciosa ceremonia donde se abrieron las puertas del Cielo y se derramaron un cúmulo de gracias, monseñor Rogelio Cabrera López exhortó al neo sacerdote a tener una mirada bifocal, invitándolo a mantener con humildad los pies en la tierra, pero siempre contemplando la Patria Definitiva como origen, razón y destino de su vocación.  Pues bien, me parece que dicho llamado es universal y debiese ser atendido por todos, incluyendo los líderes de las naciones.

De boca del Papa Francisco, la política es una de las más altas formas de la caridad pues busca, o debería de hacerlo, el bien común. El problema es que muchos políticos y servidores públicos, como Poncio Pilato, se lavan las manos, ignoran su dignidad humana y, al no actuar con un espíritu evangélico y sin tener una mirada bifocal, se convierten en abyectos sicofantes que ensucian y destruyen todo a través de su actuar y sus diatribas. No por nada dijo el siglo pasado el historiador inglés Lord Acton: “El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”. A final, a todos sin excepción nos tocará rendir cuentas ante un justo tribunal celestial donde nos preguntarán por nuestras obras de caridad, sobretodo con los más necesitados. Curiosamente, en un mundo interconectado, la responsabilidad social de los jefes políticos trasciende las fronteras nacionales.

Al respecto, la semana pasada, con un ojo al gato y otro al garabato, en un webinario organizado por SiPorMéxico, escuché del expresidente Fox una recomendable ponencia sobre geopolítica.  Entre otras cosas, habló con entusiasmo de cómo en las últimas décadas, la humanidad había cabalmente mejorado en indicadores como reducción de mortalidad infantil, desnutrición, enfermedades como la polio y la lepra, y la pobreza.  Igualmente lamentó los dos grandes tropiezos con daños nacionales y repercusiones globales que ha tenido la claramente frágil democracia: la llegada de un líder con actitudes populistas, megalómanas y mitómanas al gobierno de EUA y la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Aunado a ello y consonante con la Ley de Murphy, llovió sobre mojado, llegó el Coronavirus y el crecimiento mundial se auto indujo un coma; bueno, no todos.

Los EUA, gracias a estímulos anteriores sumados los USD$1.9 billones de la embrionaria era Biden y una exitosa campaña de vacunación, el Fondo Monetario Internacional (FMI) vaticina una robusta recuperación para el año en curso y presagia que su producto interno bruto (PIB) será mayor que antes de la pandemia para 2024. Con ese halagüeño pronóstico, solo en el rubro económico, Biden rendirá buenas cuentas, pero no sobresalientes.

Tampoco lo hará la Unión Europea donde se pronostica una recaída en el primer semestre 2021 al haber tenido que cerrar nuevamente su economía por la pandemia. Para agravar el panorama, el Financial Times estima que no logrará retomar el crecimiento hasta mediados del 2022. Como comentario al margen, creo que, por salud mental deberían quitarle los dígitos al virus ya que solo nos recuerda los años de batalla y con término desconocido.  Retomando la idea de entregar cuentas de crecimiento económico ejemplar, habría que buscarlo en otro continente.

Quién sí se presenta como “outlier” de mejora monetaria ante la pandemia es el país del dragón. Hace unos días salieron los resultados del maravilloso crecimiento económico de su primer trimestre registrando un encomiable 18.3%, el mayor desde 1990.  Más aún, la inversión en productos manufacturados avanzó en el mismo período 25.3% impulsado por exportaciones y por una sólida demanda nacional.  Guste o no, se estima que, en solo cuatro años, China será la mayor economía del mundo y según el noticiero de Catar, Aljazeera, habrá incrementado 8.8 veces su estándar de vida de 2020 a 2025.

Es una verdad indubitable que la mejor política social es, siempre lo ha sido y lo será, la económica. Al presentar ante el empíreo tribunal los resultados de desarrollo, Xi Jingping, podrá defenderse probando que logró sacar al 100% de sus connacionales de la pobreza y que, en términos de PIB/cápita, el FMI avaló que en solo un cuarto de siglo superó a otras 56 naciones.  Es precioso pensar que ese crecimiento se traducirá en oportunidades laborales, en mejor educación, mayores y más profesionales servicios públicos, un ampliado bienestar y, ante todo, menor pobreza. Naturalmente, la rendición de cuentas será siempre multidimensional y a Dios le tocará juzgarlo de manera holística.

El gobierno mexicano, en cambio, ha tenido un inconmensurable costo de oportunidad al rezagarse más que otras 26 naciones en el mismo período y se espera que para 2025 ocupe el lugar 77 mundial.  Caray, mientras otras naciones habrán podido ofrecer a sus moradores una pingüe mejora en su bienestar, para cuando el gobierno actual termine su mandato en 2024, la economía azteca tendrá una dimensión similar a la del año 2008, justo antes de la crisis inmobiliaria. Con total imparcialidad, el avieso y mentiroso gobierno difícilmente podrá atribuir la evidente destrucción a su ignorancia o estulticia e inexorablemente tendrá que rendir cuentas negativas por su deleznable gestión. 

Ahora bien, dejando a un lado a los políticos, ¿tendremos nosotros una mirada bifocal? La respuesta es sin duda privativa, pero en la rendición de cuentas será prudente recordar un par de frases de San Ignacio de Loyola: “El examen de conciencia es siempre el mejor medio para cuidar bien el alma … alcanza la excelencia y compártela”. 



« Eugenio José Reyes Guzmán »