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Opinión Editorial


África y Europa, un destino compartido


Publicación:17-03-2021
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La flagrante miseria africana ha obligado a sus moradores a emigrar y, por razones obvias, la Unión Europea es orgánicamente un manifiesto refugio

Siendo un ferviente observador de la geopolítica, me llamó la atención una nota del periódico Reuters dando cuenta de la advertencia del secretario de estado de EUA, Antony Blinken, al gobierno de Etiopía de detener la “limpieza étnica” en su frontera con Eritrea, particularmente en Tigray. Como nota aclaratoria y ante el tribunal de mis contados lectores, debo confesar con vergüenza, mi nulo o risible conocimiento del continente africano. Claro, en defensa propia pudiera decir que mi reconocida ignorancia, es prevalente en casi todos quienes habitamos el continente americano, pero, “mal de muchos, consuelo de tontos”. Volviendo al tema, el conflicto crónico entre ambas naciones comenzó con un movimiento independentista de 1961 a 1993 y posteriormente sostuvieron una guerra de 20 años que culminó en 2018.  A lo largo de esa historia compartida, se estima que habrán muerto cerca de 300,000 personas en ambos lados. 

Veamos, Eritrea, con sus siete millones de habitantes, al igual que muchos otros países africanos, fue cambiando de manos colonizadoras pasando de Portugal a Italia y luego a Inglaterra.  No fue sino hasta 1993 que logró ser reconocida como nación soberana, siendo su frontera con Etiopía trazada por el Tribunal Internacional de Justicia de la ONU apenas en 2002. 

Por otro lado, Etiopía, con 110 millones de habitantes y después de Nigeria, es el segundo país más poblado de África. Dentro de las 48 naciones que hoy en día dibujan el continente africano, Etiopía junto con la República de Liberia, fue una de las únicas dos naciones que nunca fueron una colonia europea, convirtiéndola en la más antigua del continente. Liberia, en cambio, constituida en 1917 como un refugio para albergar a esclavos emancipados, de ahí su nombre “tierra de los libres”, fue la única colonia de EUA, dando su bandera fe de ello. Por lo tanto, se pudiera afirmar que la realidad de los países africanos, con excepción de los dos mencionados, tiene un íntimo hilo conductor hacia el Viejo Continente.

El ímpetu colonizador fue tan determinado que para 1914 el 30% de la población africana vivía en colonias británicas, el 15% en francesas, 9% en alemanas y el resto vivía en colonias portuguesas, belgas, italianas o españolas. Nuevamente, el mapa africano se redibujó después de la Segunda Guerra Mundial al ir obteniendo “pian pianito” dichas naciones su independencia.  Sin embargo, el año 1960 en particular, declarado el Año de África, marcó un punto de inflexión al emanciparse en doce meses diecisiete de ellas. Finalmente, el último país africano independizado fue África del Sudeste en 1990, cambiando entonces de nombre a la República de Namibia. Caray, sin duda son muy jóvenes las naciones africanas.

Volviendo al conflicto entre Eritrea y Etiopía, tristemente es uno de muchos que al unísono se libran continentalmente. Y es que África tiene al menos 16 gobiernos autoritarios, de los cuales 12 sufren de guerras civiles o conflictos armados sostenidos. El 90% de las naciones africanas que sufren de inseguridad alimentaria aguda están siendo gobernadas por autocracias despóticas y tiranas.  A esta delicada situación habría que sumarle que todo el norte y más del 40% de la población en el continente es musulmana, muchas de ellas padeciendo ataques de aviesos grupos fundamentalistas como Boko Haram, Al-Qaeda, Al Shabaab y Daesh, entre otros. Evidentemente, la compleja y lacerante realidad africana se refleja en su producto interno bruto (PIB). Los números cobran relevancia al poderlos comparar y, con datos del World Economic Outlook, el anquilosado continente africano tiene un PIB/habitante de apenas USD$1,970, comparado con el promedio mundial de USD$18,381 y los USD$35,623 de la Unión Europea. Así es, a pesar de los vastos recursos naturales, África es el continente con mayor índice de pobreza y, junto con Asia, con datos del Banco Mundial, es donde viven el 75% de los niños en extrema pobreza en el planeta. 

La flagrante miseria africana ha obligado a sus moradores a emigrar y, por razones obvias, la Unión Europea es orgánicamente un manifiesto refugio y un motivo de esperanza. Según el think tank, Pew Research Center, el año 2010, coincidiendo con la Primavera Árabe, marcó un punto de inflexión para dichos países expulsores de migrantes. Se estima que cerca de 10 millones de africanos hayan caminado la peligrosísima ruta hacia la Unión Europea buscando mejores oportunidades o huyendo del peligro. Ciertamente, la migración tiene dos caras, con detractores y defensores, ganadores y diáfanos perdedores en ambos lados de la cancha. 

Aunque es un tema multidimensional, quizás algunas naciones europeas se preguntarán si pudieron haber hecho más por sus respectivas colonias africanas y otras se cuestionarán qué deben hacer ahora. Sin duda, viene al caso la frase de que el mal de otros, tarde que temprano se convierte en mal propio. 

Concluyo, por su ubicación geográfica, su historia compartida y sus asimetrías económicas y sociales, inexorablemente África y Europa, colonizados y colonizadores, tendrán un destino entrelazado. Solo Dios conoce el futuro y a su tiempo, algunos seremos testigos.



« Eugenio José Reyes Guzmán »