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Opinión Editorial


Una neurosis de Navidad


Publicación:07-12-2022
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Los neuróticos sufren de reminiscencias. En lugar de vivir la vida en el presente, inventando el futuro, repiten una y otra vez lo que les hace daño

Vemos el mundo una sola vez en la infancia, el resto es memoria

Louise Glück

Y se llegó nuevamente la Navidad. Celebración que antecede a las festividades de fin de año. De hecho, podemos pensar que toda fiesta es en sí una repetición de algo imposible de capturar (¿la eternidad? ¿la vida? ¿la muerte?) algo que se escapa, pero deja, de alguna manera, una estela que nos anuncia el preciosísimo instante presente y su insondable futuro. Ambos listos para ser creados o, para quien lo prefiera, repetidos una y otra vez. 

Los neuróticos sufren de reminiscencias –planteaba Freud—En lugar de vivir la vida en el presente, inventando el futuro, repiten una y otra vez lo que les hace daño. Viven atrapados en un trauma pasado que les impide retomar su vida. Viven el tiempo como si no existiera.

Una neurosis de Navidad sería entonces la repetición de las problemáticas y malestares personales y familiares que tuvieron lugar en algún punto del pasado y que, bajo ciertas condiciones, se activan y entran en funcionamiento en el presente, para vivir de manera automática el último mes del año, cuando no la vida entera, como una reiteración de algo que hace sufrir, la repetición de un malestar o trauma. 

Pero ¿por qué alguien elegiría repetir algo que le hace sufrir? ¿Por qué alguien desearía repetir una y otra vez un dolor que tuvo lugar en el pasado? Si el dolor fue tan intenso y, de alguna manera, ya pasó, ¿por qué no sólo mantener si no extender su vida más allá de sus confines originales en el pasado, llevándolo –cual maleta vieja—a todos lados en el presente, como una marca del ser? Ya sin ninguna utilidad.

La neurosis es una respuesta deficiente y limitada al vacío estructural que crea y organiza nuestra existencia. Estamos solos y sin excusa (Sartre). Una forma de “llenar” el hueco de la existencia con referentes que ya fueron. El elemento central en toda neurosis no sólo es el vivir anclado al pasado, sino en tomar ese elemento como identificatorio del ser: “yo soy mi sufrimiento” Gracias a lo cual la persona tenderá a nunca abandonar su trauma, su neurosis, pues ésta se convirtió no sólo en algo que se sufre, sino en una marca de identidad: yo soy mis problemas y sin ellos no sabría quién soy. Por más dramático que pueda sonar, para muchas personas, resolver los problemas, equivaldría a perder la consistencia de su ser. Una vez que los problemas se han convertido en su “esencia”, en su sello, en su ser. Como si se trataran de un nombre y apellido. Perderlos resolviéndolos equivaldría a perder una parte del ser, un duelo por los problemas. 

Si las personas y las familias no abandonan los “beneficios” de la neurosis, de SU neurosis personal y familiar. Ganancia secundaria –le llamaba Freud. El sufro, luego existo. Como elemento identificatorio basado en el dolor y la queja, no podrán desapegarse de su efecto de imán, para poder crear algo nuevo, darle vuelta a la página. Entonces se verán condenadas a repetir una y otra vez el pasado, hacerse daño reiterándolo, creyendo que eso es algo natural y no algo que puede cambiar a partir de una decisión consciente; que se necesita desinstalar el software viejo, que, si bien pudo funcionar en algún momento de la vida en el pasado, ya no opera en el presente, donde se requiere otra tecnología para leer otras aplicaciones nuevas. 



« Camilo E. Ramírez »