Opinión Editorial
Tragedia en el extranjero
Publicación:21-08-2023
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Con base en conversaciones que he tenido con mis figlios.
Con base en conversaciones que he tenido con mis figlios, me he percatado que los jóvenes están cansados de la inseguridad, desean vivir la experiencia de caminar solos por la calle sin miedo, independientemente de la hora que sea, de ir a cualquier lugar que deseen sin temor a sufrir alguna agresión, especialmente las mujeres.
Es tan grave esta situación que el temor no incumbe ahora sólo a las jóvenes, también los varones tienen miedo considerando que muchos han desaparecido, probablemente por una confusión por parte del crimen organizado o reclutados a la fuerza.
Prácticamente se acabó el sexenio del presidente López Obrador y seguimos peor en materia de inseguridad. Los homicidios dolosos y desapariciones son estadísticas del horror.
En el pequeño terruño donde pasamos los fines de semana y las vacaciones, cada vez nos cuesta más esfuerzo ir y venir, considerando que el pequeño pueblo ha sido tomado por los criminales, quienes nos advirtieron de manera presencial e intimidante, que nadie podría andar por las calles en la noche, que los negocios tendrían que cerrar temprano, que ellos son los que mandan.
Después de esa tarde que fuimos amedrentados ocurrió lo que ya sabemos, el secretario de seguridad del municipio y un escolta, fueron sorprendidos en un recorrido nocturno por la carretera, un grupo de sicarios los acribillaron, luego le prendieron fuego al vehículo, quedando los ocupantes carbonizados e irreconocibles.
Hace poco en una conversación sobre el tema con la figlia Carolina me confesó que estaba aprendiendo francés, me pareció muy buena idea y la felicité, también me dijo que le gustaría visitar el Quebec. Le sugerí la ciudad de Quebec donde tendría oportunidad de practicar el idioma de manera sistemática, también le recomendé Gatineau, en caso de que quisiera practicar el francés, así como el inglés, considerando que este último se habla cruzando el río Outaouais, que divide Gatineau de Ottawa, en la capital canadiense.
Después de esta amena plática, es inevitable estar expuesto a las noticias que ocurren en nuestro país como en el extranjero. Fue así como me percaté de tres casos que conmovieron y, de alguna manera están relacionados con el tema de la inseguridad no sólo en México, también más allá de sus fronteras, en lugares supuestamente seguros.
El primer caso de un joven con 45 días desaparecido, se trata del oaxaqueño Carlos Tomás Aranda Burgoin, de 30 años, que trabajaba en British Columbia en una granja en Osoyoos; después de la noche del jueves 6 de julio no se le volvió a ver. La Real Policía Montada de Canadá se ha mostrado incompetente en llevar a cabo las investigaciones, esto de acuerdo con el papá del joven desaparecido, quien, al no recibir apoyo del Vicecónsul de México en Vancouver, tuvo que recurrir a una Mañanera para que el presidente López Obrador girara instrucciones a la Canciller mexicana para su intervención en la búsqueda del joven mexicano.
Luego me entero de la desaparición de María Fernanda Sánchez, una joven queretana de 24 años, esto ocurrió el sábado 22 de julio en Berlín, Alemania, donde 10 días después fue encontrada flotando en un canal del barrio Adlershof. Igualmente, el papá y la familia tuvieron que acudir a la capital alemana donde la policía mostró su inexperiencia e ineptitud.
Otro caso más y muy lamentable, una joven turista mexicana de 27 años, el jueves 27 de julio, después de pasear por las Campos Elíseos y visitar la Torre Eiffel, decidió muy confiadamente caminar por una enorme área verde conocida como Campo de Marte, ubicado en el centro de la ciudad de París. Allí fue víctima de una violación en grupo por parte de cinco varones, la policía no ha dado con los agresores, capturó a dos, pero luego los liberó. El caso sigue abierto y sin hacerle justicia a la joven mexicana.
Después de conocer de estos tristes sucesos ocurridos a jóvenes mexicanos en sus viajes recientes al extranjero, que se llevarían a cabo en lugares aparentemente seguros, comencé a dudar de mis consejos recientes a mi figlia Carolina relativos a su probable viaje al Quebec.
Le sugerí la ciudad de Quebec, especialmente cruzando el río Saint Laurent, en el pequeño poblado de Lévis, que forma parte del área metropolitana de Quebec y es considerada la villa más segura de todo Canadá. "Un poco aburrida" le advertí, "pero allí podrás vivir la experiencia de la seguridad canadiense", sin embargo, ahora estoy dudando de mis propias palabras.
Posteriormente decidí confrontar directamente con la figlia Carolina la cuestión: "la inseguridad es un asunto que trasciende fronteras", ese era el centro de mi razonamiento. Así lo planteé, pero mi argumentación fue insuficiente, ella me respondió con la sabiduría que la caracteriza: "Sí, pero la inseguridad no debe definir ni limitar las vidas de los jóvenes". Luego me lanzó un reto: analizar comparativamente un periódico mexicano y otro canadiense, para determinar cómo se refleja socialmente el tema de la inseguridad.
Revisamos las notas principales de El Porvenir y Le Journal de Québec. La nota roja mexicana es un teatro del horror infinito, en el ámbito canadiense, había un par de notas, una referente a un hombre de 37 años que entró en crisis y prendió fuego a una vivienda, y otro que ejerció violencia conyugal y no fue procesado apropiadamente por el sistema de justicia.
Comparativamente la diferencia es abismal, al menos cuantitativamente. En la óptica cualitativa observamos que los temas de violencia en Canadá están focalizados en problemas de salud mental, adicciones y violencia familiar. En México la violencia criminal es amplia, siniestra y sistemáticamente cruel. Nadie escapa de ser potencialmente una víctima de la inseguridad: ni los niños, tampoco las mujeres, ni los ancianos. Estos últimos se han convertido en una población objetivo por parte de los delincuentes. (Recientemente se identificó una organización criminal denominada: Los asalta viejitas. Son ladrones despiadados que agreden físicamente, especialmente a las mujeres de edad avanzada y luego las despojan de sus pertenencias y dinero).
Comencé a doblar las manos, pero lo que me hizo desistir inmediatamente de cualquier intento contraargumentativo fue otra nota que no puede evitar analizarla comparativamente: Natasha Salonen, alcaldesa de la municipalidad de Wilmot, en Ontario, tiene 28 años, posee estudios universitarios en Oxford, gana 90,000 dólares al año, y vive con sus papás porque le resulta imposible adquirir una casa propia debido al alto precio de las propiedades en ese país.
Me fue imposible no recordar a las alcaldesas en México, éstas no pasan penurias económicas como Natasha. En Monterrey tuvimos a una que no sólo compró residencias en Monterrey y Chipinque, en San Pedro, también en The Woodlands, en la ciudad de Houston (la inseguridad lo ameritaba por supuesto). Una genio para los negocios millonarios en bienes raíces.
¡Pero qué falta de confianza! Para resolver su precaria situación financiera, la mairesse ontariana, podría no sólo asesorarse en temas de inversiones inmobiliarias con sus colegas mexicanas, también podría pensar un poco más en mejorar su imagen sencilla y austera, recibiendo consejos de moda de la alcaldesa capitalina de la delegación Cuauhtémoc, para hacer rendir el sueldo mágicamente y contar con un guardarropa digno de una funcionaria pública, con marcas verdaderamente de lujo como Carolina Herrera, Salvatore Ferragamo, Dolce and Gabanna, Armani, entre otras. Si los números entre ingresos y egresos no cuadran, ¡a quién le importa!
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