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Opinión Editorial


Sentir miedo


Publicación:08-12-2021
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El miedo, incluso el terror sea por algo interno o externo, tangible o intangible, afectan la sensación y noción de seguridad

El miedo es una experiencia que posibilita a los humanos evaluar la presencia de un peligro inminente; puede desencadenar una conducta de lucha o evitación; su objetivo siempre es salvaguardar, de alguna manera, la integridad de quien lo padece, producir o reestablecer –sea el caso—una sensación de seguridad

Decimos “sensación de seguridad”, ya que, en última instancia de nada sirve saberse seguro, si permanece la sensación de miedo, de inseguridad. Sin embargo, esto es una coyuntura entre lo que se siente y lo que se piensa, dos dimensiones, tanto diferentes como interconectadas, las cuales han sido trabajadas por diversos campos, tanto por la psicología y el psicoanálisis (Sigmund Freud, Jacques Lacan) como por las neurociencias (Antonio Damásio) y los ambientes de simulación de inteligencia artificial. 

Lo complicado de la experiencia del miedo se presenta cuando, para los humanos, la cosa no es tan simple y transparente, como para poder evaluar si se está ante un peligro o no, si el desencadenamiento de la sensación de miedo y sus diferentes respuestas, son efecto de algo que se ve aquí y a hora, algo tangible, que es posible constatar, o algo que no se ve, que está en la historia de vida, que es hasta cierto punto intangible, y que parte de una lógica subjetiva, como puede ser una sensación o un pensamiento. 

El miedo, incluso el terror (cuando se conoce el objeto, pero no se conocen del todo sus posibilidades de comportamiento o ataque) sea por algo interno o externo, tangible o intangible, afectan la sensación y noción de seguridad, necesaria para poder realizar todas las actividades de la vida. De ahí que la libertad siempre implique el vivir sin miedo

En el caso del miedo que se siente a partir de algo que se piensa o supone, sea que exista algún correlato o no en aquella dimensión tangible (ya que no es lo miso tenerle miedo a un oso gigante que puede perseguirnos y matarnos, a “algo” que no tiene bordes, y no se sabe mucho que es. En ese caso, estaríamos hablando de la experiencia de angustia, un afecto que se presenta sin objeto) se corre el riesgo de alimentarle imaginariamente a partir de nuestras fragilidades e inconsistencias. Es decir, aquello que se teme se acrecienta justamente como una relación inversamente proporcional: a menor confianza en sí, habría una mayor consistencia del miedo en la fuente de la amenaza. De ahí que sea de mucha importancia durante la vida, sobre todo en la infancia y adolescencia –podemos decir—formar y educar a las personas en la ardua tarea de no tener miedo. Por supuesto esto es algo titánico y no necesariamente todo miedo es “malo”, pues, como ya dijimos, existe un miedo necesario y que nos protege de un peligro externo, pero hay otros miedos, sobre todo los imaginarios que, a pesar de sentirse y calar en el cuerpo, se requiere un trabajo diferente, como lo demostró Freud, poder conocer el sentido inconsciente que encubre un miedo, su función en relación con otros aspectos de la vida. Ya que el miedo no puede ser tomado como una brújula de vida, como un factor ético. Pues este se moviliza hacia la conservación y reiteración de lo mismo, no al entusiasmo e invención.

¿Cómo resolver los miedos? Pregunta de los sesenta y cuatro mil. No existen recetas o pasos generales a seguir para todos, sino una respuesta creativa y singular en cada caso y para cada persona. Habrá quien le sirva buscar información, conocer al respecto de qué sucede en su organismo a nivel fisiológico cuando tiene miedo, y está bien, si eso le sirve y le calma. Pero esa misma estrategia puede no ser eficaz para otra persona que prefiere bailar, hacer ejercicio o escuchar música, tener una experiencia más corpórea lúdica como es una actividad física intensa, enojarse, golpear un costal de box o practicar artes marciales, visitar a un especialista en el campo de la psiquiatría, para que le prescriba algún psicofármaco que le ayude con sus sensaciones incontrolables, por ejemplo…y muchas más, cada una de ellas son formas singulares de respuestas creativas ante el miedo que se siente, formas de deshacerse, lidiar y responder ante la experiencia sorpresiva de la inseguridad que inaugura el miedo.



« Camilo E. Ramírez »