Opinión Editorial
¿Qué es eso llamado verdad?
Publicación:06-11-2024
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Si la verdad no es una sola y no tiene consistencia por sí misma, entonces existe una gran oportunidad de variar, modular otras posibilidades
En este mundo traidor nada es verdad y nada es mentira todo es según el color del cristal con que se mira
Ramón de Capoamor
¿Qué es eso llamado verdad? Pregunta no de menor importancia en nuestro contexto actual. Veamos, a lo largo de la historia se ha planteado que hay muchos tipos, niveles o grados de verdad: por ejemplo, tenemos la verdad por correspondencia (Aristóteles) esa que supone que, a cada palabra y descripción le correspondería un hecho, un facto que la respalde, algo que se supone objetivo, ajeno e independiente a la visión del observador y de quien –cuente la historia—que, según el devenir humano, siempre la tienden a contar los vencedores; por otro lado, tenemos la verdad como la mentira más eficaz (Nietzsche) aquella mentira que a logrado sortear, de mejor manera, la argumentación para convencer a una cierta audiencia. En ese sentido, la verdad-mentira estaría más relacionada con la retórica que con la de por correspondencia, es decir una verdad que depende de aquello que en la palabra resuena y encuentra eco en quien escucha, por ejemplo, la verdad de las artes, la poesía, esa verdad que dice la verdad no porque pretenda una asepsia lógica o de hechos que respaldan a cada cosa que se dice, sino una verdad que consigue decir la verdad indirectamente, de reojo, por efecto secundario…es la paradoja que sostiene todo el campo de las artes, el psicoanálisis y el contexto actual, desde el volátil mercado bursátil, pasando por los discursos políticos y de mercado, que se organizan entorno a gestos-creativos, donde lo que importa más es el impacto en las sensaciones y la unión de una colectividad, que a verdades por correspondencia. Una verdad que es la mentira más eficaz, pero que podría tener consistencia si se le hace “existir” a partir de una respuesta. Como cuando alguien tiene un deseo, una aspiración, y le da consecuencia a ello a través de un deseo decidido y una acción responsable y creativa. ¿Eso que desea hacer a nivel de sueño diurno, diseño, boceto, aspiración, lo que aún no se ha realizado es verdad o mentira?
En ese sentido, nuestro contexto actual, parafraseando a Jacques Lacan, se basaría más en verdades mentirosas, es decir, en verdades que deben su eficacia de argumentación y convencimiento, no tanto por relatar una verdad empírica que es comprobable, como lo es la verdad que intenta sustentar el discurso científico, sino por su nivel de respuesta ante lo que ellas intentan decir, sustentar, al estilo de Picasso: “yo no investigo, yo encuentro”. Algo que, por lo visto, también las últimas elaboraciones en la física cuántica platea, al mostrar que la luz se comportaría de acuerdo con la visión (interpretación) de quien observa, sea como honda o como partícula. Es decir, a un cierto nivel, todo, incluyendo aquello que se supone más tangible, estaría sometido a los juegos de la interpretación, algo que se podría pensar un cuento de ciencia ficción, cosa de “locos” creer que las cosas son-siendo –si se me permite la expresión– dependiendo de la interpretación de quien observa. Replicando aquello que ya las artes han mostrado desde hace varios siglos: el que ve se convierte en aquello que ve y es visto desde la obra.
Si la verdad no es una sola y no tiene consistencia por sí misma, entonces existe una gran oportunidad de variar, modular otras posibilidades y contextos posibles, partiendo de la respuesta y consecuencia, lo que se hace a partir algo que se dice y sostiene. Aquello que Jorge Forbes plantea como, inventar una solución y pasarla, es decir, colocarla en el mundo.
« Camilo E. Ramírez »