Opinión Editorial
Preservar el vacío frente al fundamentalismo
Publicación:18-12-2024
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Si el siglo XX conoció la banalidad del mal a partir de un soldado-trabajador que simple y sencillamente cumplía ordenes como un burócrata más
Sólo los pacifistas hacen la guerra
Salvoj Zizek
Preservar el vacío y la incertidumbre frente al fundamentalismo quiere decir mantener una posición ética de incompletitud en todo campo y contexto, que no se deje encantar por posturas de impacto, posibilitando una mirada fresca y critica ante lo que sucede y se plantea. De lo contrario, se corre el riesgo de dogmatizar todo. Como es el caso del cientificismo y la demagogia política, por mencionar dos claros ejemplos, que terminan por degradar sus objetos y quehaceres, para emplearlos como simples plataformas vacías para promoción de otros intereses. Como cuando alguien declara: “eso está comprobado científicamente”, “Eso lo dijo tal autor…”, “Son políticas de la empresa”, “Es decisión de más arriba, de partido”, esperando que con eso basta para aceptar sin mediar reflexión alguna.
Otra forma de “preservar el vacío y la incertidumbre frente al fundamentalismo” es mantener la dimensión humorística. No en el sentido de la simple burla por la burla, hoy tan generalizada, sino la de operar en la superficie aguda del lenguaje del cual está articulado el chiste, localizando no sólo lo que se dice, sino el contexto en el que se dice y hacía qué objetivo se dirige, descifrar su entramado. Ahí es cuando podemos ver aparecer la dimensión de lo cómico en relación con la simulación, aquello que, si bien puede estar planteando algo interesante, pierde todo sustento por querer presentarse como un objeto o saber completo. Veamos un ejemplo práctico de esto: en una ocasión Charles Chaplin participó el mismo en un concurso para ver quien lograba imitar mejor a Chaplin, y ¡quedó en quinto lugar! Ni el mismo Chaplin podría decir que es completo, cualquier parecido conmigo mismo es mera coincidencia, la verdadera locura sería la de un rey que se cree un rey, parafraseando a Jacques Lacan.
Es importante señalar que el fundamentalismo del siglo XXI tiene un rostro diferente al del siglo XX, el cual solía basarse en utopías ideológicas y de limpieza étnica, que, si bien algo de eso permanece hasta nuestros días, el fundamentalismo en el siglo XXI suele presentarse con un rostro diferente: la supuesta defensa y protección (del otro, la propiedad, el capital, la soberanía) a través de la indignación y la urgencia. Precisamente porque la indignación y la urgencia tocan fibras sensibles de seguridad física y patrimonial, gracias a lo cual, se cree que una gran mayoría no dudaría ni un segundo en votar o firmar una ley, sin leerla siquiera, con tal de que eso les prometa regresar o mantener un estado de seguridad garantizado, instaurándose una ética del miedo y el terrorismo cuyo objetivo es afectar a lo más fundamental del ciudadano, el cliente, etc. para poder manipularlo con mayor facilidad. La lógica que buscan promover es: las personas pueden renunciar a sus garantías individuales si se sienten amenazadas en su seguridad. Es decir, si se les asocia una relación inversamente proporcional, a menores derechos (renuncias a garantías individuales) mayor seguridad y protección, se espera que renuncien a sus derechos. Un absurdo. Algo similar sucede con los celulares y diferentes aplicaciones que recaban datos, la mayoría de las veces con el consentimiento del usuario, quien automáticamente ha firmado un contrato, a cambio de contar con determinado servicio de telefonía.
Si el siglo XX conoció la banalidad del mal a partir de un soldado-trabajador que simple y sencillamente cumplía ordenes como un burócrata más, el siglo XXI produce un nuevo tipo de atrocidad, más silenciosa y generalizada, que es el humano que puede renunciar a sus libertades siempre y cuando no lo despojen de la conectividad a internet, le hagan sentir seguro, exploten su indignación y terror, para solicitar de nuevo la protección más demagógica política (el caso EUA, los conflictos Ucrania-Rusia, Israel-Palestina, Corea del sur…) que es la misma que le cachetea y consuela en seguida.
« Camilo E. Ramírez »
