Opinión Editorial
Ecología al estilo regiomontano
Publicación:30-10-2024
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Recientemente se da a conocer que las mediciones de la calidad del aire en Monterrey y su área metropolitana revelan una pésima calidad
Ellos no están enfermos. El mundo es el que está enfermo
Diego Enrique Osorno
Catalogada como la ciudad más contaminada de Latinoamérica, Monterrey, en particular sus grupos empresariales y gubernamentales, siempre han tenido una relación particularmente torcida con la ecología. Para la idiosincrasia regia la explotación y lucro de los recursos naturales sin regulación alguna no se reconoce como la causa principal de los malestares que sus habitantes padecen: la contaminación del aire y del agua, explotación de cerros y áreas protegidas, permisos indiscriminados e irregulares para construcciones, así como el aumento de la temperatura, amén del tráfico y la movilidad, el crecimiento sin un plan urbano a corto, mediano y largo plazo simplemente son cosas que sucedan, que llegan, “que nos vienen de afuera” como decía el ex gobernador Natividad González Paras, refiriéndose a la violencia. ¡Que el problema lo tenga la administración que sigue! ¡Endeudemos al municipio, al Estado!
Recientemente se da a conocer que las mediciones de la calidad del aire en Monterrey y su área metropolitana revelan una pésima calidad. ¿Qué se resuelve? Hacer las mediciones por año, dando un promedio. ¡Unos genios! En lugar de mostrar los niveles de contaminación diariamente, presentar un balance semanal y semestral, ahora se darán esas cifras, sin ningún sentido, promediando. A sabiendas que las empresas aprovechan las noches, los fines de semana, los eventos masivos de entretenimiento, las temporadas de lluvia e invierno para descargar sus desechos en los ríos, los sistemas de drenaje y al cielo abierto en el aire que todos respiramos.
Si la posición de las autoridades y ciudadanía es antiecológica, es decir, de la naturaleza reducida a objeto de lucro, algo con lo cual hacernos de dinero para cambiarlo por otras cosas, no esperemos que el ecosistema nos responda bien. Su degradación será nuestra ruina, por más que se hagan campañas de concientización, las cuales su único objetivo es hacer creer que el problema es de los ciudadanos inconscientes que no cuidan el agua y los demás recursos y no que es una característica estructural de las autoridades que permiten que las empresas tomen el agua de todos, contaminen ríos y grandes extensiones de tierra y encima no estén dispuestas a asumir ninguna responsabilidad al respecto.
Veamos el aumento en las enfermedades respiratorias, de la piel y los ojos, no se dimensiona el daño, ni tampoco las asociaciones de médicos, o en las principales universidades de la localidad, se habla claro y fuerte al respecto, ¿por qué será? Por los candidatos de “unidad”, la simulación democrática, el respeto al estado de derecho y un largo etcétera que carece de lo más básico, palabra y honor. El deshonor y el cinismo, nos guste o no, estemos de acuerdo o no, lo alcancemos a detectar y reconocer o no, es una característica fundamental de lo políticamente correcto de la simulación de la mayoría de las autoridades de todos los niveles del estado, de las cámaras empresariales y los sectores académicos en Nuevo León, en el cual, tal parece, todo el mundo tiene un precio y vive comprado por alguien de más alto rango.
« Camilo E. Ramírez »