Opinión Editorial
Proteo: héroe nacional
Publicación:13-02-2023
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A lo largo de la semana pasada la tragedia producto de los terribles sismos ocurridos en Turquía y Siria.
A lo largo de la semana pasada la tragedia producto de los terribles sismos ocurridos en Turquía y Siria, nos ha conmocionado con los 33,000 muertos hasta el momento, donde se espera que la cifra siga en aumento en la medida en que pasan los días y, cada vez languidece más la posibilidad de que sean rescatadas con vida las personas atrapadas entre los escombros.
Este terremoto de magnitud 7.8, así como sus fuertes réplicas, son una desgracia humana tan grande que había evitado escribir sobre ella, debido al impacto emocional que conlleva, especialmente imaginar a las personas que aún esperan ser rescatadas, atrapadas entre las ruinas con temperaturas menores a los -7 grados, realmente es imposible no conmoverse con ello.
Nos entusiasmó que el gobierno de México enviara una delegación de expertos en rescate ante derrumbes y desastres de esta naturaleza. Personal del Ejército y al Marina, así como brigadistas, incluyendo el equipo canino que es de gran utilidad, considerando que son animales entrenados para identificar y localizar a las personas atrapadas entre losas derrumbadas de concreto.
La ayuda está llegando lentamente, la población afectada son millones de turcos que perdieron sus viviendas; hay que considerar que las ciudades están densamente pobladas y poseen un desarrollo de vivienda vertical, en edificios multifamiliares que dominan los espacios urbanos y que se vieron afectados por los sismos. El caso de Siria es más complicado por la guerra civil que han sufrido durante la última década.
Turquía es un país transcontinental cuya geografía descansa principalmente en Asia occidental y una menor parte en Europa oriental. Se trata de un país que históricamente ha sido el asiento de diferentes imperios, y que geográficamente se encuentra ubicado de manera muy estratégica, considerando esta condición transcontinental, rodeado por tres mares importantes de la región: el Mediterráneo, el mar Negro, y el mar de Marmara; además de dos estrechos: el Bósforo y los Dardanelos, donde se limita la frontera entre Asia y Europa.
Hace tiempo nos tocó visitar Estambul, una ciudad transcontinental, tengo vívidos recuerdos cuando cruzamos el estrecho del Bósforo, después de una largo viaje donde recorrimos, junto con mi linda esposa, María Luisa y mis hijos, Grecia y otras ciudades y países de Europa del este. Estambul, anteriormente conocida como Bizancio y luego como Constantinopla, realmente nos impresionó por su cultura, su gente, donde poco conocíamos de aquellas mujeres cubiertas completamente sus rostros, así como de hombres turcos que caminaban por las calles alegremente tomados de la mano, como símbolo de su amistad, entre otros detalles que en otro momento podré rememorar más detenidamente.
No tuvimos la oportunidad de viajar más hacia el sur, hacia Ankara, la capital, ni tampoco las ciudades hoy comprometidas con este terrible terremoto, ubicadas en la región sureste en las provincias de Gaziantep, Kahramanmaras, Adiyaman y Malatya. Hay que recordar que esta zona del sureste turco comprende una confluencia geográfica de mucho riesgo sísmico, donde convergen tres placas tectónicas: la placa Arábiga, la placa de Anatolia oriental y la placa Africana.
También hay que señalar que el epicentro de estos sismos fue la región de Gaziantep, repercutiendo en las provincias vecinas, y aunque no poseen ciudades tan pobladas como Estambul (13 millones), sí son centros urbanos relevantes, por ejemplo la Ciudad de Gaziantep tiene cerca de dos millones, la ciudad de Kahramanmaras posee más de un millón de habitantes, Adiyaman tiene cerca de 300,00 personas, igualmente Malataya con casi 400,000 residentes. Hay otras ciudades afectadas y que me gustaría mencionarlas, con el propósito de dimensionar la magnitud de la afectación urbana por esta tragedia: Antioquia, Sanliurfa, Hataym, Haray, Elbistan, Turkoglu Islahiye, Nurdagi, Erdemoglu y Antakya, entre otras.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha buscado la manera de que la ira de la población no recaiga en su gobierno, ha logrado detener a varios empresarios inmobiliarios, que junto con autoridades locales permitieron la construcción de múltiples edificios, ahora colapsados, que no contaron con la ingeniería correspondiente para una zona sísmica tan importante como la ya mencionada. La corrupción gubernamental ha costado, allá también, cientos y miles de vidas humanas.
La participación de la delegación mexicana ha logrado rescatar con vida a varias personas atrapadas, por lo que ha sido muy valiosa su labor, sin embargo, Proteo, un perrito rastreador de raza belga, perteneciente a la Marina Armada de México, y con experiencia en su trabajo, murió aplastado en un derrumbe en cumplimiento de su deber.
Me entristeció la nota porque, como jubilado, cada vez me he vuelto más sensible a la compañía canina. Antes cuando trabajaba de manera activa en mi empleo, no tenía tiempo de atender a las mascotas que mis hijos poseían. Durante mi infancia no existía el derecho de los animales; era inconcebible que los canes durmieran en las camas de los dueños.
Los perros permanecían afuera de la casa, pernoctaban en la banqueta, siempre andaban sueltos en la pequeña comunidad de San Agustín de los Arroyos, no tenían ningún tipo de vacuna ni atención veterinaria, se alimentaban de las migajas humanas, a la hora de la comida permanecían en la puerta abierta de la cocina, esperando hambrientos que lanzáramos restos de pan o tortillas, en el mejor de los casos eran pedazos de carne con hueso, el cual ruñían durante horas.
Al parecer teníamos, allá en San Agustín de los Arroyos, costumbres sefardíes, donde el can era visto como un animal inmundo, capaz de transmitir enfermedades, gérmenes y parásitos a los seres humanos, así que la convivencia entre perros y humanos era con cierta distancia. Había mucha convivencia entre los caninos del pueblo, se juntaban entre ellos y peleaban por los territorios, pero sólo en época de celo de las hembras, fuera de ello, llevaban una convivencia amistosa.
Hoy en día tengo conmigo una mascota que me regalaron, de nombre Nala, una perrita pastor belga idéntica a Proteo, el perro rescatista que murió en Turquía tratando de identificar el rastro de una víctima de los terremotos. Comprendo mucho mejor el comportamiento de esta raza, entendí que no son mascotas, realmente son perros de trabajo y requieren que sus dueños los mantengan ocupados mental y físicamente, lo que ha representado un reto. Espero pronto mover mi residencia familiar a la casa de campo que tenemos en Villaldama, ahí, estoy seguro que Nala, será mas libre, contará con más espacio y seguramente se sentirá más feliz que aquí, en la ciudad de Monterrey.
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