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Opinión Editorial


Peregrinómetro


Publicación:16-10-2024
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Pensar en que los peregrinos pueden marchar en las calles y avenidas de Monterrey es un despropósito, porque ya están llenas hasta el tope

“La originalidad consiste en volver al origen; así pues, original es aquello que vuelve a la simplicidad de las primeras soluciones”

Antonio Gaudí i Cornet

Hay tradiciones muy nuestras, como ir en procesión, rezando o cantando en una peregrinación, a la Virgen Morena, acompañados de matachines, cuetes y en infaltable “viejo de la danza”.

Sin embargo la dinámica de las prisas de la vida moderna ha provocado que empezando octubre se de inicio a las peregrinaciones a la Virgen en Monterrey, lo que antes daba inicio a finales de noviembre y terminaba el 12 de diciembre.

Y sí, Monterrey ha cambiado, pero no sólo en esa prisa por acelerar el calendario y que ya hoy veamos figuras navideñas y pinitos de navidad en las tiendas, sino en el tamaño y hacinamiento de la metrópoli, amén del parque vehicular.

Pensar en que los peregrinos pueden marchar en las calles y avenidas de Monterrey es un despropósito, porque ya están llenas hasta el tope, colapsadas, saturadas y encima, hoy enfrentan el problema de un montón de obras en proceso que las ahorcan aún más.

No se trata de atentar contra la fe de nadie, sino de aportar una solución práctica a un problema.

¿Por qué no adaptar un “peregrinómetro” en el lecho del Río Santa Catarina, de Gonzalitos hasta Zaragoza y si quieren otro desde el Puente Guadalupe hasta el Multimodal?

Y que los integrantes de las peregrinaciones, matachines, cueteros y hasta el viejo de la danza, circulen por ahí sin ponerse en riesgo y sin trastocar la muy endeble vialidad regia?

Nadie habla de ponerles una pista de tartán o de pavimentarles el paso, simplemente adaptar el terreno y ponerles unos estacionamientos con seguridad y que cada peregrinación inicie donde le venga en gana. Al llegar a Zaragoza un acceso para que puedan subir al Santuario y párale de contar.

Porque mantener el estilo tradicional provoca embotellamientos y con ello el incremento en la emisión de contaminantes, además de elevar la crispación social, sin contar el riesgo que siempre llevan a pesar de todas las medidas de seguridad. Brindarles apoyo implica distraer a un montón de elementos de tránsito que deberían estar en otras zonas agilizando el tráfico.

Parafraseando a Ortega y Gasset, “el hombre es él y su circunstancia” y la circunstancia que hoy vivimos en el Monterrey metropolitano es la de un enorme desorden vial al cual se puede abonar en positivo si nos adaptamos a los nuevos tiempos.

Piénselo bien, porque luego podríamos dejar el “Peregrinómetro” y convertirlo en “Protestómetro” o “Marchódromo” para que cada vez que se le antojara a cualquier protestar con una marcha lo hiciera en esa pista o cada vez que Beto y Lupita Anaya no tengan otro qué hacer, dejen de fastidiar la vida de millones con sus marchas que pueden ser lo históricas que usted quiera, pero que resultan un gravísimo estorbo vial que a todos perjudica.

Obra fácil y sencilla, de bajo costo y que ayuda a la movilidad. ¿No lo cree?


“La originalidad consiste en volver al origen; así pues, original 

es aquello que vuelve a la simplicidad de las primeras soluciones”

Antonio Gaudí i Cornet

Hay tradiciones muy nuestras, como ir en procesión, rezando o cantando en una peregrinación, a la Virgen Morena, acompañados de matachines, cuetes y en infaltable “viejo de la danza”.

Sin embargo la dinámica de las prisas de la vida moderna ha provocado que empezando octubre se de inicio a las peregrinaciones a la Virgen en Monterrey, lo que antes daba inicio a finales de noviembre y terminaba el 12 de diciembre.

Y sí, Monterrey ha cambiado, pero no sólo en esa prisa por acelerar el calendario y que ya hoy veamos figuras navideñas y pinitos de navidad en las tiendas, sino en el tamaño y hacinamiento de la metrópoli, amén del parque vehicular.

Pensar en que los peregrinos pueden marchar en las calles y avenidas de Monterrey es un despropósito, porque ya están llenas hasta el tope, colapsadas, saturadas y encima, hoy enfrentan el problema de un montón de obras en proceso que las ahorcan aún más.

No se trata de atentar contra la fe de nadie, sino de aportar una solución práctica a un problema.

¿Por qué no adaptar un “peregrinómetro” en el lecho del Río Santa Catarina, de Gonzalitos hasta Zaragoza y si quieren otro desde el Puente Guadalupe hasta el Multimodal?

Y que los integrantes de las peregrinaciones, matachines, cueteros y hasta el viejo de la danza, circulen por ahí sin ponerse en riesgo y sin trastocar la muy endeble vialidad regia?

Nadie habla de ponerles una pista de tartán o de pavimentarles el paso, simplemente adaptar el terreno y ponerles unos estacionamientos con seguridad y que cada peregrinación inicie donde le venga en gana. Al llegar a Zaragoza un acceso para que puedan subir al Santuario y párale de contar.

Porque mantener el estilo tradicional provoca embotellamientos y con ello el incremento en la emisión de contaminantes, además de elevar la crispación social, sin contar el riesgo que siempre llevan a pesar de todas las medidas de seguridad. Brindarles apoyo implica distraer a un montón de elementos de tránsito que deberían estar en otras zonas agilizando el tráfico.

Parafraseando a Ortega y Gasset, “el hombre es él y su circunstancia” y la circunstancia que hoy vivimos en el Monterrey metropolitano es la de un enorme desorden vial al cual se puede abonar en positivo si nos adaptamos a los nuevos tiempos.

Piénselo bien, porque luego podríamos dejar el “Peregrinómetro” y convertirlo en “Protestómetro” o “Marchódromo” para que cada vez que se le antojara a cualquier protestar con una marcha lo hiciera en esa pista o cada vez que Beto y Lupita Anaya no tengan otro qué hacer, dejen de fastidiar la vida de millones con sus marchas que pueden ser lo históricas que usted quiera, pero que resultan un gravísimo estorbo vial que a todos perjudica.

Obra fácil y sencilla, de bajo costo y que ayuda a la movilidad. ¿No lo cree?





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