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Opinión Editorial


"Para el progreso no hay cura"


Publicación:23-11-2023
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"El progreso se volverá tan complejo y veloz que no podremos comprenderlo. Porque el poder tecnológico en sí es un logro ambivalente"

El relato del progreso fue el primero, de los discursos de la modernidad, que experimentó a fondo la heterogeneidad de la literatura: múltiples significados y hasta sentidos que se fraguaban en polos opuestos. Al mismo tiempo se convirtió en tema literario: resultaba inevitable. Ahí estaba la narración del ser humano, lanzado a la orfandad de la razón, luchando contra sus propios anhelos y pesadillas. Tomemos como ejemplo estas palabras, sacadas de los "apuntes" del doctor Frankenstein, para dimensionar la magnitud del acontecimiento: "Siguiendo las huellas de aquellos que me habían precedido, y superándolas, sería un explorador comprometido en el descubrimiento de las nuevas rutas. Estudiaría las fuerzas desconocidas todavía y revelaría al mundo los más secretos misterios de la creación". 

Casi 200 años después de la escritura de la novela de Mary Shelley, en Seúl, Lee Sedol, campeón mundial de Go (el milenario juego oriental), se enfrentó a AlphaGo (un programa de inteligencia artificial). "AlphaGo no me venció, me destruyó", dijo Sedol en una rueda de prensa, tras perder 4 de las 5 contiendas jugadas. ¿Cuál era el reverso de esta noticia? Había ahí una genealogía invisible y la literatura se encargó de contarla. En una de sus tesis sobre la historia Walter Benjamin dijo -estoy parafraseando- que no existía un documento de cultura que no fuera a su vez un documento de barbarie. MANIAC, la reciente novela del escritor chileno Benjamín Labatut, cuenta la epopeya del empoderamiento de la irracionalidad moderna. Centrada en la vida del matemático húngaro John von Neumann (nacido como Neumann János Lajos en Budapest en 1903 y muerto en Estados Unidos en 1957), la novela agrupa testimonios y voces para establecer, o, mejor dicho, para hacer visibles las conexiones entre este presente incierto y el desbocado siglo XX. Por momentos, MANIAC puede ser leída como el correlato de Oppenheimer, la película de Christopher Nolan, pues ambas piezas colocan el desarrollo de la física cuántica en el marco de la historia política y cultural del siglo XX (irrupción de las vanguardias, ascenso de los totalitarismos, diáspora científica, hegemonía militar de Estados Unidos, etcétera), pero hasta ahí. Labatut construye una nueva forma de terror cósmico: el vacío. La abstracción infinita como el detonante  de la vida artificial. Habitamos en un abismo, y recién caemos en la cuenta. 

Von Nuemann se divertía en su infancia destripando juguetes para observar su mecanismo interno. Muy pronto descolló en los números y no hubo problema matemático que no resolviera con rapidez y algo de desdén. Su obsesión radicaba en descubrir la lógica (no el sentido) del universo y develar el lenguaje secreto del cerebro. Por ello avizoró el desarrollo computacional no como la capacidad de almacenar datos y crear algoritmos, sino como la posibilidad de la autorreplicación. Esta búsqueda lo llevó al borde de la sinrazón y terminó por destruirlo. 

Su biografía novelada nos advierte que la abstracción se vuelve material en la locura y los pensamientos más oscuros se convierten en pasiones. Entonces, la pesadilla se transforma en sueño recurrente. Mary Shelley imaginó (y proyectó) el deseo de dar vida a la materia inerte; hoy hemos dado vida al vacío: una voz infinita que se alimenta de nuestras palabras y reinventa nuestros pensamientos. En uno de los testimonios (falso o verdadero, poco importa) que recrea la novela, el físico húngaro Eugene Wigner transcribe un fragmento de una carta que le había enviado von Neumann, ahí e matemático advertía sobre el futuro: "El progreso se volverá tan complejo y veloz que no podremos comprenderlo. Porque el poder tecnológico en sí es un logro ambivalente, y la ciencia es neutra por completo; provee medios de control aplicables a cualquier propósito, pero permanece indiferente ante todos. Lo que crea el peligro no es el potencial destructivo particularmente perverso de un invento específico. El peligro es intrínseco. Para el progreso no hay cura". 




« Víctor Barrera Enderle »