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Opinión Editorial


Ojos para ver lo nuevo


Publicación:04-01-2023
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Un Año Nuevo y un instante nuevo, siempre necesitan de un acto permanente de decisión responsable sobre lo que se desea

Existe una falla en todo, es así que la luz entra 

Leonard Cohen

No se puede servir vino nuevo en copas viejas, dice la sentencia bíblica. La sabiduría popular, a su modo, lo reitera una y otra vez. El casado casa quiere. Es la misma gata pero revolcada. Que cambie todo para que no cambie nada…

En el umbral del año viejo y el nuevo se nos presenta una encrucijada: continuar por la misma senda ya conocida, esa que se siente segura en la repetición, en la reiteración de lo mismo, las mismas ideas y acciones, o, de lo contrario, tomar el sentido del instante de lo nuevo, que gusta apostar por la creación y que siempre se sostiene en gestos singulares. 

Si como lo planteo Freud, los neuróticos sufren de reminiscencias y viven anclados a un pasado que los hizo sufrir  en lugar de vivir el presente inventando su futuro. Padecen de la compulsión a repetir aquello que les hizo sufrir intensamente, justamente porque ese evento se convirtió para ellos —vía la intensidad del sufrimiento que les generó— en fundamento de su identidad (Sufro, luego existo) Desistir de ello, renunciar a ese síntoma, a esa pesada carga, requiere la valentía de colocar algo nuevo —y algo mejor, aunque muchas veces se coloca lo mismo, las mismas quejas, problemas y conflictos laborales, familiares, personales…— para darle “vuelta a la página” y vivir la vida y decisiones que se desean. Unas nuevas copas para el vino nuevo. Ojos para ver lo nuevo. Oídos nuevos para poder escuchar  lo nuevo. Ver todo con ojos de turista. Por eso Freud también recomendaba escuchar a los pacientes como si fuera la primera vez. 

Desear lo se hace y tiene, y tener lo que se desea, es un ejercicio de responsabilidad que coloca en el centro de la vida humana la decisión. Cada quien alcanza la felicidad y talentos que es capaz de soportar.  

Dicha posición responsable deja caer la nostalgia y la explotación de la posición histérica, por principio utópica: lo que deseo y tengo nunca es esto y ahora, siempre se desplaza a un más allá distante e imposible. Por lo tanto su función es de la de reiterar una insatisfacción al tiempo que adormecer la realidad. Hacer la realidad insoportable para entonces huir de ella, nunca transformarla, sino esperar que cambie sola, por arte de magia (irresponsablemente). Cosa que nunca sucederá. 

Un Año Nuevo y un instante nuevo, siempre necesitan de un acto permanente de decisión responsable sobre lo que se desea. Si lo que se desea es dejar de vivir en piloto automático un Año Nuevo como los viejos tiempos. 

¡Feliz Año Nuevo 2023



« Camilo E. Ramírez »